Esta semana el gobierno federal decretó la fase 2 de la contingencia y una de las medidas es “la suspensión temporal de actividades laborales que involucren la movilización de personas en todos los sectores de la sociedad”.
Sin embargo, en la mayoría de las dependencias estatales y algunas universidades como la Universidad Autónoma Metropolitana, se sostienen guardias roladas por departamento y en otras dependencias de la SEP, que habían cerrado desde el viernes pasado, amenazan con aplicar el esquema de guardias roladas para la próxima semana.
Marco Antonio Ramón García, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), aseguró que más del 50% de sus trabajadores están en cuarentena, aunque acepto que por distintas vías: adelanto de vacaciones o reposición de días posteriormente, asegurando que se está procurando pagar a los trabajadores en cuarentena, una afirmación tan sólida como un terrón de azúcar en agua.
Por su parte, Rolando Rivero Ceballos, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), sostuvo que en el caso de la industria automotriz y autopartista es “difícil” pagar los salarios completos por varios días en medio de los paros técnicos.
Este panorama que desmonta la farsa de la cuarentena, agrega un problema concreto: millones de trabajadores siguen trabajando y otros miles han sido despedidos (se anunciaron 40 mil despidos en las maquilas de Ciudad Juárez) en medio de la pandemia y otros más están en cuarentena sin goce de sueldo.
Nuevamente el lucro de unos cuantos empresarios está por encima de la salud de millones de trabajadores y sus familias.
¿Qué podemos hacer?
Los empresarios multimillonarios y sus partidos políticos, comienzan a difundir un discurso donde minimizan la pandemia que vivimos para “regresar a trabajar con normalidad”, la propia Coparmex opina que las medidas de cuarentena se levantaran en máximo 15 días, cuando López Gatell informó que el pico más alto de la pandemia sería en agosto.
No basta con las guardias roladas, tenemos que exigir permisos masivos para todos los trabajadores al servicio del Estado y del sector privado, de servicios no esenciales, con goce de sueldo y prohibición de despidos. Que toda empresa que despida, sea expropiada y se estatice bajo control de sus trabajadores.
También tenemos que exigir permisos con las mismas características para los obreros industriales y trabajadores de servicios estratégicos que sean parte de la población vulnerable, tengan hijos menores de edad o a su cargo el cuidado de adultos mayores.
A su vez, en todos los centros de trabajo que continúen laborando dentro de la industria y los servicios estratégicos, es fundamental que se impulsen comisiones de higiene y seguridad desde la base trabajadora. Esta comisión puede organizar la exigencia de condiciones óptimas de salubridad para los trabajadores.
Los obreros de la industria y los servicios, que están siendo obligados a trabajar por un puñado de patrones que se resguardan con toda comodidad, tienen en sus manos la posibilidad de evaluar la reconversión de la producción, para ponerla al servicio de garantizar todo tipo de insumos necesarios para combatir la pandemia: guantes, cubre bocas, alcohol gel, camillas, respiradores, entre otras cosas.
Esta lucha debe estar encabezada por las principales centrales sindicales que se reclaman democráticas como la Unión Nacional de Trabajadores, la Nueva Central de Trabajadores y el magisterio combativo, la lucha por nuestra salud y la de nuestras familias es de primer orden. |