Por nuestra actividad estamos exentas de la cuarentena obligatoria que decretó el gobierno. Todos los días tengo que tomar dos colectivos y un tren para poder llegar al domicilio particular donde me desempeño como enfermera, y a pesar de que me contrata una empresa que brinda servicios de salud, estoy bajo el régimen monotributista.
Como yo, sé que hay cientos de enfermeras domiciliarias en zona norte y que también son sostén de hogar, lo que significa que si no trabajamos nuestros hijos no comen.
Hoy ante esta pandemia, estamos demostrando que las enfermeras somos uno de los pilares del sistema salud, nosotras siempre le ponemos el cuerpo, a pesar de que hemos sido maltratadas y excluidas del sistema sanitario.
¿Cuáles son nuestras condiciones?
La mayoría nos jubilamos con serios problemas de salud cómo hernias de discos, tendinitis y varices. Además, sufrimos la enorme carga psicológica que conlleva la asistencia.
En medio de la crisis sanitaria que estamos atravesando, la empresa para la cual trabajo solo nos da barbijos que son de pésima calidad, al rato de tenerlos puestos se desarman, ni alcohol en gel, ni guantes ni nada, eso lo compramos con nuestro bolsillo.
En mi caso trabajo 12 horas diarias sin franco y si un día no puedo ir a trabajar se me descuenta del miserable salario que solo alcanza para pagar el alquiler y los servicios.
Por eso es por lo que la mayoría de nosotras tienen dos trabajos sin contar que en nuestros hogares siguen recayendo las tareas domésticas sobre nuestras espaldas.
Dejamos nuestras vidas para cuidar otras, pero los gobiernos, empresarios y sindicatos que se atornillan en sus asientos ven el derecho a la salud cómo un gran negocio.
No puede ser que nosotras y todos los trabajadores tengamos que pagar una deuda externa que es criminal, fraudulenta, ilegal e ilegítima en medio de la crisis por la pandemia del coronavirus.
Esos millones de dólares, más los que otorgó ayer el Banco Mundial, tienen que estar destinados a la salud pública gratuita y de calidad para la población. Para que se realicen test masivos para la detección temprana del virus y se garanticen todas las camas de terapia. También, tendrían que unificar el sistema público y privado de salud.
Por estos días, recibo el agradecimiento y felicitación de los choferes de colectivo cuando subo, incluso algunos no me quieren cobrar el boleto, eso me emociona porque es el reconocimiento de otros trabajadores que también tienen que seguir trabajando para que el mundo funcione.
También, veo en las redes sociales como las obreras textiles de Neuquén y las fábricas bajo gestión obrera como Madygraf, junto a estudiantes, docentes y profesionales, están haciendo barbijos, camisolines y alcohol en gel.
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Entonces pienso que la salida a esta crisis la podemos dar los trabajadores porque somos nosotros los que nos cargamos el mundo al hombro y lo ponemos en movimiento. |