En el partido bonaerense de Tres de Febrero, las familias de la Escuela María Falcone realizaron largas filas para recibir la bolsa de alimentos del Sistema Alimentario Escolar. Las mismas contenían únicamente cuatro alimentos.
Último día de la semana, ayer fue el día número 14 sin clases para los estudiantes secundarios. Nos acercamos a una de las escuelas de Pablo Podestá, partido de Tres de Febrero (primer cinturón del conurbano bonaerense) municipio gestionado por el intendente de Cambiemos Diego Valenzuela, a quien se vio recorriendo las calles de los barrios céntricos en un auto con altoparlantes diciéndole a los vecinos que permanezcan en sus casas. A los barrios periféricos los recorre la policía bonaerense persiguiendo a los pibes.
La comunidad educativa de la Escuela de Educación Secundaria N°9 María Claudia Falcone se enteró de que ayer viernes, por primera y única vez en la semana, había entrega de mercadería, hubo expectativa de parte de las familias de poder acceder a una provisión que quizá no fuera suficiente, pero que sería “una ayuda más”.
Una vecina se acercó para contarnos que en el Barrio Puerta 8, pegado al arroyo Morón, nadie se acercó desde que comenzó la crisis a ver la realidad en la que viven los vecinos, denunció también que el comedor del barrio recibe mercadería pero no la distribuye y está cerrado.
En la escuela el clima era tenso, se había presentado personalmente la jefa regional de educación a supervisar la entrega y orientaciones de cuadernillos enviados por la Provincia de Buenos Aires pero se retiró evitando cualquier contacto con las familias. Era claro que la gestión no tenía palabras de aliento o apoyo, tampoco respuestas para las familias que esperaban en la puerta de la escuela. Las docentes a cargo de repartir la paupérrima vianda no fueron provistas de elementos de protección, guantes, barbijos, ni alcohol.
En la vereda, madres, padres, pibes y pibas hicieron largas filas para recibir la mercadería. Una fila interminable que fue creciendo a medida que pasaba el tiempo.
La vianda estuvo compuesta por un paquete de fideos, una caja de salsa de tomate, un sachet de dulce de leche y un cartón de leche de litro. Nada más. ¿Alguien podría decir que alcanza para cubrir la alimentación de un niño (ni siquiera hablemos de una familia) durante una semana? La decepción de las familias fue evidente.
Esta era la única vianda que recibiría la población de la escuela secundaria 9 en esta semana. Podríamos pensar que la función de la escuela es educar, pero sabemos que hace ya mucho tiempo que el estado delega en la misma muchas otras funciones de contención hacia los sectores más vulnerables de la población.
Esta vianda y la expresión de los padres al recibirla fue un ejemplo más de que la política de cuarentena no es suficiente. Como expresó el padre en el testimonio, los sectores más vulnerados son los que no pueden, cuarentena mediante, llevar el plato diario a la mesa familiar. Ya previo a dicha cuarentena la fruta era un plato excepcional, de una o dos veces por mes, ahora sin poder salir a trabajar es literalmente un artículo inalcanzable.
La actual pandemia se suma a la crisis de desinversión sanitaria, con rebrote de sarampión y dengue instalado en la región. En el hueso de la miseria capitalista, la cuarentena resulta insuficiente. Y la peor parte se la lleva el pueblo trabajador y precarizado, por sus condiciones laborales, de vivienda, salud, alimentación, ni mencionemos accesibilidad tecnológica y ocio.
Nuestra propuesta es test masivos para cuarentena selectiva, poner la producción al servicio de las necesidades de los barrios (alcohol, guantes, barbijos). El testimonio de la comunidad propone que en vez de policías en los barrios se organice un plan de agentes sanitarios, para asesorar y contener a la población y así frenar la presencia represora y abusadora de la policía entre la población más vulnerable.
Basta de subsidios a los que más tienen ¡Nuestras vidas valen más que sus ganancias! ¡Hay que dar vuelta las prioridades!