Una crónica desde Pilar, en la Zona Norte. "Pero este 1° de Mayo, esos fuegos fueron generando vínculos, compañerismo, discusiones políticas, abrazos y organización". |
Tantos fuegos hemos conocido en estos últimos años. Recuerdo la carpa blanca de los indomables de Lear, y las decenas de fuegos para rescatarnos del frió, para dar luz y esquivar las luces que impactan sobre los ojos de esos autos de la autopista. Recuerdo el fuego opacando las luces azules de la represión.
Recuerdo los fuegos en todas las calles cercanas a Gestamp. Capuchas, chalinas, pañuelos en los rostros. Rondas de mate con sabor amargo. solidaridad.Y no me puedo olvidar de los fuegos que daban vida a una de las fábricas mas alejadas en el Parque industrial de Pilar, Kromberg, un fuego sobrenatural color lila que nos abrazaba dándonos fuerza vital. O los fuegos que hacen amaneceres de los trabajadores de World Color cortando el parque más grande de Argentina en defensa de los 280 despidos.
Pero este 1 de Mayo, esos fuegos fueron generando vínculos, compañerismo, discusiones políticas, abrazos y organización. Mientras el fuego cocía las carnes, las verduras y los maíces del locro, en esa inmensa olla, esa misma que en los barrios las doñas realizaban o ese locro que se esperaba en la esquina, que “la Mari” desde temprano estaba cocinando y vendía a todas las familias obreras. Con ese espíritu, el fuego nos fue templando. Obreros y obreras y sus familias, junto a los obreros de Madygraf, de Procter, kromberg , docentes y otras fábricas del Parque Industrial de Pilar, nos organizábamos sin patrones, sin buchones, sin carneros, sin lideres, sin burócratas. Abrazando nuestra tradición, la de nuestra clase, junto a los fuegos…en un 1 de Mayo. |