El gobierno de Pedro Sánchez aprobó medidas extraordinarias, y solicitó ayudas a la UE, con el objetivo de evitar un descalabro brusco de la economía que derive en una crisis social y económica. Con verborrea de “nadie se va a quedar atrás” y proteger “tejido social”, concedió una enorme financiación empresarial destinada a evitar la necrosis del tejido productivo. Recordemos que para atender las necesidades sociales el Gobierno solo aprobó 18.000 millones de euros, incluidos los 2.800 millones destinados a reforzar la sanidad de las comunidades autónomas, de los que se va a desembolsar ahora el 50% y el resto a principios del mes que viene. Lo cierto es que, mientras que en auxilio de las empresas para que no cierren, Sánchez, ha aprobado 100.000 millones en avales financieros, que aspira a que se doblen por la aportación de las entidades financieras.
Cuando en 2019 había crecido un 2% y se esperaba un crecimiento del 1,6% para este año, ahora la agencia de calificación S&P apunta a una recesión asegurada y una caída del 1,8%, (la bajada por lo tanto sería de un 3,6% respecto a 2019). El economista Rafael Domenech del BBVA, señala que el PIB de una semana es el 2% de todo el año. Por ello con la paralización actual, aunque solo fuera del 50%, que es claramente mucho más, estaríamos perdiendo un 1% semanal de PIB. Así, podríamos sufrir una reducción de un 4% mensual.
Un endeudamiento exponencial
Para hacernos una idea muy general de las repercusiones en la ya frágil economía española, tan solo la deuda pública española podría alcanzar el 110% o incluso el 120%, según algunos economistas. Si hacemos la comparativa con 2008, la deuda sobre el PIB representaba el 39,7%, mientras que en diciembre de 2019 la deuda alcanzó el 97,8% del PIB. Es decir, que durante estos años el estado se endeudó un 58,1% para hacer frente a la Gran recesión. Ya solo la partida destinada por el gobierno representa el 20% del PIB (en torno a 1 billón de euros), lo que nos hace una idea de la enorme inyección de dinero. Es decir que están asumiendo un endeudamiento masivo tan solo pata sortear el primer embate de la crisis del coronavirus.
En relación a la deuda privada de las empresas y la política de ultra liquidez del BCE inyectando millones de euros, una parte de las grandes empresas pudieron bajar el nivel de deuda corporativa, y por otro lado permitió mantener con vida a otras empresas que por sí mismas no podrían sobrevivir, es decir algo así como “empresas zombis y no zombis”. Según cifras de El País, el coste de financiación se ha incrementado un 25%.
Todos los sectores productivos y de servicios salen golpeados
Descendido a lo concreto en las consecuencias que podría sufrir la economía en el Estado español podemos señalar por sectores que ya en la primera semana de la crisis las caídas han sido drásticas.
El sector turístico está completamente parado. Según la balanza de pagos los turistas extranjeros se gastaron 72.000 millones de euros el año pasado. Mientras los desembolsos de los españoles en el exterior fueron de 24.000 millones. Por consiguiente, el resultado de la balanza sería de 46.000 millones a favor, el 4% del PIB. Por lo tanto, si se perdiera el 100% se perderían 4 puntos de PIB, pero, aunque solo fuera el 50%, cuantía muy optimista, ya se perderían 2 puntos. Y si fuera el 50% durante 6 meses, se perdería 1 punto, algo que prácticamente está asegurado. Periódicos como Expansión.com hablan de que se perderían tres millones de turistas con el escenario actual, y más de seis millones si se prolonga hasta verano. Según estima la Federación Española de Asociaciones de Viviendas y Apartamentos Turísticos (Fevitur) se podría abrir un agujero de 260 millones de euros en este segmento de mercado.
Ligado a éste sector, está el sector de la hostelería, que cuenta con 315.000 establecimientos y cerca de 1,7 millones de empleos. A cierre de 2018 el peso en el PIB nacional es del 6,2% con más de 123.600 millones de euros. Actualmente prácticamente el sector está parado. Para hacernos una idea el gasto por hogar en restauración, ocio, eventos y otras actividades supera el 10% del PIB, si tuviera una bajada del 50% durante tres meses bajaría el PIB algo más de un 1%.
Según Julián Núñez, presidente de la patronal de las constructoras (Seopan), la construcción supone en torno al 10% del PIB y 1,2 millones de personas ya funcionan “a medio gas”. El sector ligado a la construcción, el inmobiliario, José García Montalvo catedrático de Economía de la Universidad Pompeu Fabra calcula que la caída anual en la cifra de compraventas podría ser del 20%. Paolo Boarini, consejero delegado de Tecnocasa dice que “Si en dos meses se consiguiera contener la expansión del coronavirus, se volverá a la normalidad también en el sector inmobiliario. Si el problema se prolongara más tiempo, es posible que veamos ajustes más consistentes”.
El sector industrial está paralizado. Dentro de él, sectores clave como el Automóvil también pararon desde la primera semana. Para hacerlos una idea, es un sector que representa otro 10% del PIB y el conjunto del sector, incluyendo fabricación, venta y reparación, da empleo a 566.400 trabajadores. Según la EPA de 2019 había 219.100 trabajadores en la fabricación. En ese mismo año se ensamblaron 2,82 millones de unidades de turismos. El Estado español es la 9 productora del mundo y la segunda de Europa en automóviles. La facturación alcanzada en 2018 fue de 66.500 millones de euros. Todos estos datos según ANFAC.
Tan solo en la primera semana el flujo de desplazamientos se redujo drásticamente. El sector del transporte, y en particular los cercanías urbanos, redujeron el tráfico al equivalente a una séptima parte de los días ordinarios. En el transporte de viajeros por carreteras la ocupación ha sido 11 veces menor. El transporte ferroviario de larga y media distintas es 50% veces menos que el ordinario.
A la reducción de este sector ha llevado a la caída de ventas de los hidrocarburos. El queroseno se redujo un 80%, combustible muy utilizado por las aerolíneas que están prácticamente paradas. Según la Compañía Logística de Hidrocarburos (CLH), la salida de gasolinas y gasóleos de automoción se ha reducido cerca del 15% en lo que va de semana.
Perspectivas de depresión
Desde luego, todos los datos de los principales medios económicos patronales muestran que de mínima este año entramos en recesión. Mientras los más optimistas plantean una recuperación en V, lo más probable de mínimas es una evolución en U o incluso en L alargada y que entremos en una gran depresión. Y aun así, van a ser multitud de pequeñas y medias empresas que van a tener grandes dificultades para mantenerse. Y todo ello dependerá de la duración de la fase de aislamiento total y lo que tarde en superarse la crisis sanitaria generada por el Covid-19.
Los primeros datos de empleo apuntan a una recesión muy profunda. De hecho, la caída del empleo durante el mes de marzo de 2020 ha superado negativamente todas las expectativas. Comparándolo con los datos de la crisis de 2008 se han desplomado los ocupados en tan solo 15 días en 834.000 ocupados menos. Frente a lo ocurrido entre octubre de 2008 y febrero de 2009 que fueron 900.000, solo 66.000 más, pero en un período de cinco meses. Asimismo, el mayor número de parados producido en un mes durante la crisis de 2008 fue alcanzado en enero de 2009, con un aumento de 200.000 parados más. Ahora en tan solo 15 días, a partir del confinamiento, han sido 302.265 más.
Los cálculos respecto a la incidencia sobre el empleo, según un estudio presentado por la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme) indica que son 3 millones de trabajadores y trabajadoras que están afectados por ERTE y que la pérdida de empleo para 2020 será de 300.000 empleos. En el caso de las microempresas, según ellos, se perderá el 23% de la pérdida de empleo total, para las pequeñas empresas el 22% y para las medianas el 16%.
Por todo ello, ante la posibilidad de que la economía evolucione hacia una gran depresión y una crisis financiera que supere con mucho lo ocurrido en la crisis de 2008, y para evitar que la crisis la paguen las y los trabajadores se hace imprescindible levantar un programa anticapitalista con medidas tales como: prohibición de los despidos y ocupación de las empresas que hagan despidos por parte de las y los trabajadores; nacionalización de los sectores estratégicos bajo control de los trabajadores y usuarios; no al pago de la deuda pública; control de los estados financieros de las empresas por los trabajadores; reparto del tiempo de trabajo sin reducción salarial; incremento de la inversión pública en al menos un 10% del PIB y puesta en marcha de un programa masivo de creación de empleo público; elevación de los impuestos para las grandes fortunas y capitales para sufragar toda esa inversión. Todo ello sobre la perspectiva de alcanzar, como única vía real para implementar este programa, un Gobierno obrero de emergencia social que se haga con todas las palancas del poder bajo control democrático de los trabajadores y las clases populares. |