Luego de permanecer más de diecisiete horas detenido, Héctor Cáceres, declaró lo ocurrido por la tarde del miércoles. Héctor volvía de trabajar conduciendo la camioneta de su nieto porque necesitaba llegar lo antes posible a su casa para llevar a su esposa, quien sufre de asma, al hospital. Al descender en la puerta de su casa notó que un patrullero lo había seguido y alrededor de cinco oficiales avanzaron sobre él y lo esposaron para subirlo al patrullero y llevarlo a la Comisaría N°42.
Una vez en el calabozo, denuncia que fue amenazado mientras lo sostenían esposado contra la pared. “Ahora sabemos dónde vivís, te vamos a hacer mierda” son las palabras que reproduce la víctima del abuso policial. Luego fue golpeado por guardias que además calentaban las esposas que lo retenían con un encendedor para torturarlo.
Según declaraciones de su nieto David, que se acercó junto a su esposa a la comisaría para dejarle comida a su abuelo, pudieron presenciar el maltrato de los efectivos hacia su abuelo cuando él les pidió un poco de agua. “Mi abuelo les pidió un poco de agua y la respuesta del guardia fue que no se haga el vivo. Mi esposa quiso denunciarlo ante el comisario y fue amenazada con ser encarcelada también. Luego fuimos a la Comisaría N° 28 y nos dijeron que no podían tomar una denuncia contra otro policía”.
Héctor Cáceres posee efectos de golpes en el rostro y quemaduras producidas en sus muñecas por el calentamiento con encendedor de las esposas. “Somos laburantes. Les pido a las autoridades que tomen medidas”, expresó Cáceres al finalizar su declaración. Su abogado, Ezequiel Palavecino, lo derivó al Comité Municipal contra la Tortura y lo instruyó para que presente la denuncia en la Fiscalía.
A mayo de 2019 la Comisaría N° 42 contabilizaba 50 denuncias por tortura y abuso policial. Con la excusa de “cuidar” a la sociedad del Coronavirus, la policía ha recrudecido la represión contra el pueblo. |