La política en Argentina atraviesa una suerte de movimiento pendular semana a semana. Si hace 7 días nos preguntábamos si Scioli y Macri constituían polos de una nueva polarización política, el acto de Massa en el estadio de Vélez, reafirmando su candidatura presidencial, vuelve a poner en foco a los tres candidatos, dejando abierta una división en tercios de la escena política burguesa. La magnitud de las distancias y las contradicciones propias hacen que, por ahora, la carrera siga sin resolverse.
Esa “ancha avenida”
Massa se lanzó en un estadio repleto de gente, con una performance que unía el estilo PRO (globos, muchas luces y videos) junto a un discurso marcadamente peronista. La movilización de intendentes, punteros y los aparatos de la burocracia sindical, de las que dio cuenta aquí La Izquierda Diario, fueron elementos determinantes para el número de la convocatoria.
Acorde a su definición de querer transitar por la “amplia avenida del centro”, unió salario y vivienda con denuncias a la corrupción y demonización de La Cámpora, buscando dialogar con amplias capas de la clase trabajadora al mismo tiempo que atraer a sectores de las clases medias. Massa puede -beneficios de ser opositor- levantar la promesa de eliminar el impuesto al salario, promesa denostada abiertamente por Kicillof en su conferencia de este lunes.
Pero la figura de De Mendiguren en sus filas y el apoyo de dirigentes sindicales como Barrionuevo y Héctor Daer, evidencian los límites de la agenda obrera del massismo. “El Cambio Justo” -nuevo eslogan de campaña- viene con los elementos del “viejo” peronismo: conciliación de clases con las patronales y burócratas millonarios.
Con un capital político concentrado esencialmente en la provincia de Buenos Aires, desplegando un discurso marcadamente peronista y mediante la alianza con De la Sota, busca superar el relativo retroceso que sufrió en las últimas semanas. Está por verse aun cuanto logra hacerlo. Los apoyos de diversos referentes radicales tienen los límites que imponen las negociaciones al interior de la UCR, donde los sectores promassistas y los promacristas se intentan condicionar mutuamente.
Guardando los globos
El macrismo festejó varios días los resultados en la CABA. Pero la alegría empezó a ser matizada poco a poco. Se hizo momento de guardar los globos. El resultado final del escrutinio en Santa Fe dio la “sorpresa” de que el triunfo para Del Sel no tenía un margen tan amplio como en el provisorio. A su vez, el acto de Massa significó una respuesta más que contundente a todos los pedidos para que baje su lista a favor del macrismo.
Lejos del neoliberalismo a ultranza en el que pretenden ubicarlo tanto Massa como el kirchnerismo-y como lo han señalado varios analistas-, el PRO ocupa hoy el lugar de una nueva derecha modernizada, que acepta la necesidad de la intervención estatal. En parte, eso explica sus altos guarismos en toda CABA en las elecciones del 26 de abril.
Pero su punto débil sigue estando en la provincia de Buenos Aires. En la medida en que el intendente de Tigre no se baje de la campaña presidencial, sigue siendo un polo de atracción para intendentes del conurbano y dirigentes sindicales. Además, con éstos últimos Massa ha tenido siempre una relación más estrecha. Para más detalles puede verse este entrevista a Diego Genoud de Fernando Rosso.
Scioli y los límites del modelo
El FpV juega con algunas ventajas. Frente a Massa tiene a su favor la caja del estado nacional para ponerla a disposición de la campaña con un sistema de premios y castigos. Por otro lado, tiene ya ganada una extensión nacional que va de la mano del avance del sciolismo en detrimento del kirchnerismo “duro”. Frente a Macri cuenta con la adhesión de sectores de la burocracia sindical y el peso de un aceitado mecanismo en la provincia de Buenos Aires, donde puede competir con Massa en cuanto a intendentes y punteros.
Sin embargo, lo que es un triunfo relativo –haber sido aceptado como el candidato del kirchnerismo- se vuelve en contra cuando el gobierno queda enfrentando a sectores de la clase trabajadora como ocurre por estos días alrededor de la discusión por las paritarias.
Las necesidades fiscales del oficialismo lo empujan a mantener el impuesto al salario. Las necesidades políticas de Scioli le imponen sostener al kirchnerismo en estos trances, a costa de regalarle terreno a Massa y Macri. Así, los límites del gobernador bonaerense son los límites del propio “modelo” que, en su fase de declive, está obligado a imponer ataques parciales sobre el salario obrero.
La izquierda en la política nacional
Como reflejamos en otras notas de esta edición, la izquierda acaba de lograr otro muy buen resultado en las elecciones de este domingo para la intendencia de la capital mendocina.
Allí Nicolás del Caño, del PTS y el FIT, se ubicó en segundo lugar, superando al FpV y logrando casi un 17% de los votos, un resultado histórico para una elección a un cargo ejecutivo. Este resultado marca la continuidad de un proceso de consolidación del Frente de Izquierda como fuerza política nacional al mismo tiempo que evidencia el desarrollo de una creciente relación entre sectores de trabajadores y la juventud por un lado, y la izquierda trotskista por el otro. |