La pandemia del Covid-19 en Estados Unidos ha posicionado a la principal potencia imperialista como epicentro de la crisis sanitaria. Con más contagiados que en Italia, China y el Estado Español, Trump se juega a utilizar una respuesta agresiva de mayor intervencionismo frente a la pandemia para posicionarse hacia las elecciones de noviembre.
Por eso, ha aprovechado la conmoción internacional para redoblar su agenda política imperialista, bombardeando Irán, enviando tropas a Venezuela y manteniendo el embargo a dicho país y a Cuba.
Además, el presupuesto aprobado por el Congreso para enfrentar el Covid-19 contempla un refuerzo para la policía y el ejército, así como para los centros de detención migratoria, donde ya se han detectado varios casos de contagio. No contento con esto, Trump ha decidido relanzar su política de deportaciones contra la población migrante.
La situación de indefensión de millones de migrantes al ser indocumentados impacta directamente sobre las medidas de control sanitario y cuarentena, pues son miles los que aun sabiéndose contagiados o con síntomas, evitar acudir a centros de salud y hospitales por miedo a ser deportados, exponiendo más gravemente a la población y poniendo en riesgo sus vidas.
Peor aún, Trump amenaza con cancelar el Programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), que permite a menores indocumentados permanecer en territorio estadounidense bajo protección y les garantiza algunos derechos, como poder estudiar y trabajar.
Esto implicaría la deportación de aproximadamente 29 mil profesionales de la salud, en plena pandemia de coronavirus. Una medida ridícula de la administración de Trump que puede tener consecuencias imprevisibles, en el marco de las protestas que ya se gestan entre enfermeras y camilleros de hospitales saturados, sin insumos y sin medidas sanitarias.
Según el New York Times, la fuerza laboral de atención médica amparada por el DACA incluye 6 mil profesionales de diagnóstico y tratamiento, incluidos terapeutas respiratorios, asistentes médicos y enfermeras; unos 8 mil auxiliares, incluyendo de enfermería, y otros 5,500 técnicos.
Además, publicó que más de 43 mil 500 receptores del DACA trabajan en la industria médica y de asistencia a la salud en más de 10 mil hospitales. Serían más de 700 mil personas las afectadas de conjunto si el programa se cancela. El coronavirus abrió unan crisis sanitaria que se ha vuelto una verdadera bomba de tiempo para el sistema de salud estadounidense y la fortaleza del gobierno de Trump, que radicaba en la pasividad social y la recomposición económica.
Es necesario que nadie quedé atrás en esta pandemia, que ya nos ha arrebatado a la clase trabajadora y los sectores populares muchas vidas. Los despidos y licencias sin goce de sueldo deben prohibirse, y todo trabajador debe recibir íntegramente su sueldo. Además, debe existir un “salario de cuarentena” especial para toda la población, pues son más de 9.9 millones los trabajadores que han perdido sus empleos en medio de la crisis sanitaria, y muchos millones más en “empleos basura”, que trabajan en condiciones de alta precaridad, cuyos salarios no alcanzan para cubrir los costos de la vida diaria.
Junto a eso, deben congelarse las rentas, y debe convertirse todo inmueble ocioso –por ejemplo, las Iglesias- y todo hotel –como los de Trump- en refugios para la población callejera y los enfermos de Covid-19 frente a la crisis de vivienda y la saturación de hospitales. Hay que exigir la nacionalización del sistema de salud, sin indemnización para quienes lucran con la salud.
El proletariado norteamericano, profundamente multiétnico y con gran presencia de jóvenes, mujeres, negros y migrantes, debe imponer con su organización condiciones laborales dignas, así como medidas sanitarias indispensables para seguir laborando en áreas esenciales como el sector salud, las telecomunicaciones, electricidad, el transporte y alimentación. Con la perspectiva de poner la industria bajo control de los trabajadores y reconvertir la producción, para que se cubra el desabasto de insumos médicos, materiales sanitarios y respiradores.
Hace falta cuestionar de fondo el sistema político y económico del principal país imperialista, y es necesidad urgente de la clase trabajadora estadounidense levantar las banderas del anti imperialismo, exigiendo el cese a la persecución y las deportaciones para la población migrante, así como el freno de las políticas de injerencia imperialista de Trump y su gobierno, como el embargo a Cuba y Venezuela, así como a la militarización de América Latina y los bombardeos en Medio Oriente. |