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1ro de diciembre de 2024 Twitter Faceboock

PROFESORES EN LUCHA
Covid 19 y democracia en la UACM
Víctor Romero

La Universidad de la Ciudad de México (sin autonomía en ese momento) nació por decreto del ejecutivo del Distrito Federal el 21 de abril de 2001. Su objetivo era asegurar acceso a la educación superior a los habitantes de la Ciudad de México, según lo afirma en sus considerandos, y obtuvo su autonomía el 5 de enero de 2005.

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Cuando se fundó la UACM en el 2001, la huelga de la UNAM tenía apenas un año de haber sido reprimida. En esos tiempos, el discurso neoliberal gozaba de buena salud. Si bien había críticas al neoliberalismo, en general eran acalladas con una noción de progreso e hiperindividualismo. Las políticas educativas en México (como en casi todo el mundo) eran (y son) dictadas desde los organismos financieros internacionales.

Los organismos financieros internacionales no ven el sentido de la universidad en los países en desarrollo (y menos lo ven para la población en reclusión). “Si la universidad va a ser mala ¿para qué gastar dinero ahí?”, se preguntan los altos tecnócratas. Más bien se proponen hacer universidades elitistas de las cuales egresen alumnos con amplios horizontes culturales necesarios para no “desperdiciar” los recursos educando a los que tienen menores ventajas.

El choque en 1999 entre los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México y los organismos financieros internacionales vía el gobierno mexicano, marcó un hito en la función social de la universidad y en la forma de enseñanza. Se tomó consciencia masiva de que las teorías pedagógicas y técnicas de enseñanza no están exentas de consideraciones político-clasistas.

La denuncia de que entes privados extranjeros eran (y son) protagonistas en la enseñanza y dirección que deben tomar las instituciones públicas, develó el mito de la soberanía nacional en materia educativa, así como en muchas otras áreas. Al mismo tiempo, expresó que de parte de las autoridades del régimen no se pueden esperar garantías de los derechos sociales, en este caso de la educación.

También quedó constatado que la única forma de tener un derecho es defendiéndolo. La generación del 1999 mantuvo la gratuidad de la UNAM. En resumen, fue una generación heroica.

En este contexto la UACM intentó implementar un modelo democrático en que estudiantes y académicos estuvieran representados en un porcentaje igual, es decir en paridad. La máxima autoridad dentro de la universidad es el Consejo Universitario, que a su vez designa al rector sólo como una figura administrativa. Así, la UACM es perfectamente capaz de funcionar sin rector.

Los consejeros, tanto estudiantiles como académicos, son elegidos por voto directo de la comunidad universitaria y, desafortunadamente, los trabajadores administrativos y manuales son excluidos del proceso democrático, ya que tienen derecho a voz, pero no a voto. Esta falencia refleja una visión elitista y clasista, que tiene como fin separar a los profesores, estudiantes con el resto de los trabajadores, lo que debilita las demandas de cada uno de los sectores generando una estratificación entre los miembros de la universidad

Lamentablemente, este modelo que podría parecer tan democrático ha mostrado que tiene enormes fallas. Dentro de la universidad se ha dado una dinámica de “tribus” al estilo del Partido de la Revolución Democrática, en el que prevalece la corrupción, la intimidación e incluso la agresión física, y esto, ha provocado que la mayoría de la comunidad se alejara de la vida política de la universidad, dejando a un pequeño puñado la dirección de la UACM, lo que ha traído como consecuencia también la precarización del trabajo, la reducción de los derechos de los estudiantes, el desvió de recursos, etc.

El 18 de marzo del año en curso la UACM forma un Grupo de Respuesta para actuar frente a la contingencia sanitaria, ante el avance de la pandemia de coronavirus en la comunidad de la Ciudad de México y área metropolitana. Por medio de comunicados ha informado las medidas a tomar, para estudiantes, trabajadores y profesores, con el resguardo en casa indicado por el gobierno como son “tareas esenciales en la sede de García Diego”.

Para los profesores de asignatura que reclaman derechos laborales desde el semestre pasado, el cierre de los planteles por la pandemia ha implicado la desatención a sus demandas, en medio del despido colectivo implementado por las autoridades, luego que en los hechos negaron la recontratación de toda la lista de profesores que forman la demanda laboral por derechos plenos, ante la Junta de Conciliación. Enfrentar la crisis sanitaria sin seguridad social, sin salario, es una muestra más de insensibilidad a su lucha.

Además, las autoridades retrasaron una semana el cierre de los planteles, a diferencia de la mayoría de las universidades públicas, medida que comenzó a ser cuestionada por miembros de la comunidad. También fue cuestionado el plan de mantener algunas guardias administrativas, por trámites pendientes, por la falta de igualdad en medidas de protección, para todos los trabajadores de la universidad.

El conflicto de los profesores de asignatura, como otras situaciones surgidas en la UACM, muestran en los hechos la falta de democracia plena en la toma de decisiones, que involucre de forma efectiva las preocupaciones de todos los sectores que forman la universidad. Donde en circunstancias problemáticas claves existe una toma de posición política que claramente expresa la opinión de un sector que viene siendo parte de las autoridades y hasta por intereses políticos, como ha sido el caso de la lucha de profesores de asignatura.

El desprecio manifiesto hacia el sector más precarizado de la universidad, es también una expresión de elitismo y antidemocracia, ajenos al proyecto de la UACM. No olvidemos que, la democracia no sólo es votar por un candidato, sino involucrarse en la toma de decisiones sin la manipulación o control a los representantes. No habrá democracia real, mientras los consejos no funcionen en la consulta efectiva y cotidiana de los miembros de la comunidad para la toma de decisiones, como podría ser la discusión asamblearia cotidiana en los planteles, sobre las principales problemáticas que vive la universidad.

Involucrar a la comunidad permitiría evitar los grupos de poder que se imponen en el Consejo, así como encontrar salidas a los problemas y garantizar derechos para todas y todos.

* Profesor de la UACM, miembro de la Asamblea de profesores de asignatura de la UACM en lucha.

 
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