Un reporte de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), apenas del 18 de marzo, señalaba un aumento del desempleo a nivel mundial en 25 millones a causa del Covid-19. Cálculos actualizados indican la pérdida de 6.7% de horas de trabajo a nivel mundial, lo que equivale a 195 millones de empleos. Este último reporte señala la afectación parcial o total para 2,700 millones de trabajadores, “alrededor del 81 por ciento de la fuerza de trabajo mundial”. [1]
Tan sólo en Estados Unidos, ahora convertido en epicentro de la pandemia mundial (con poco más de medio millón de contagios), 17 millones de sus ciudadanos han solicitado la prestación de la ayuda de desempleo tan sólo en las últimas tres semanas.
Para Latinoamérica, la OIT reporta una pérdida de 5.7% de horas de trabajo, lo que equivale a 14 millones de trabajos de tiempo completo (48 horas semanales). Hay que tomar en cuenta que este equivalente, no implica necesariamente la pérdida del mismo número de empleos, sin embargo, dimensiona las “nuevas” condiciones a las que se enfrentará la fuerza de trabajo en la región.
En México, la Secretaria del Trabajo y Previsión Social anunció la pérdida de 346 mil empleos en menos de un mes (para CDMX se reportan 55, 591) cantidad que supera al empleo creado en todo 2019.
No cabe duda de la adversa situación a la que nos enfrentaremos los trabajadores. Por su parte, el capital empujará a una “mayor explotación de la fuerza de trabajo para contrarrestar sus pérdidas acompañada de despidos masivos, contención salarial y precarización laboral, además de otras medidas”.
Este panorama desolador, ha expuesto las limitantes históricas del capitalismo para producir y reproducir la vida. Sin embargo, es una ilusión pensar que éste va a caer en automático y en su lugar se abrirán las condiciones para construir una nueva sociedad más justa y equitativa; o que ante la crisis, éste saldrá fortalecido. Ambas posiciones dejan fuera las mismas contradicciones y condiciones del actual sistema del capital, su crisis estructural, el estancamiento secular y la correlación de fuerzas que se configura con la tensión de las fuerzas sociales en lucha.
Es cierto que aún no logramos constituir una fuerza social del trabajo que plantee una alternativa opuesta al capitalismo, respaldada por la mayoría de la sociedad trabajadora, es decir, de carácter hegemónico. Sin embargo, “el fantasma” de esta fuerza es algo que preocupa a las clases dominantes de todo el mundo.
Recientemente una editorial del Financial Times señaló que
“Será necesario poner sobre la mesa reformas radicales” donde los gobiernos “Deben ver los servicios públicos como inversiones en lugar de pasivos, y buscar formas de hacer que los mercados laborales sean menos inseguros. La redistribución volverá a estar en la agenda; los privilegios… de ricos, en cuestión”.
La desprotección laboral en México
En México, las medidas del gobierno de la 4T y su política de lo "realmente posible", se hacen insuficientes a la hora de contener la crisis económica, sanitaria y social. Pedir a la oligarquía que de buena voluntad pague sus impuestos o no realice despidos masivos es un síntoma de la poca resistencia de la "cuarta transformación" contra el neoliberalismo.
La postración del gobierno lopezobradorista ante el poder del capital financiero y la oligarquía mexicana es tal que en repetidas ocasiones les ha dicho que no se les impondrán nuevos impuestos y la ilegitima deuda pública se seguirá pagando. La poca resistencia que mantiene en el sector energético y el plan de recuperación de PEMEX o el aumento presupuestal a los programas sociales, penden de un hilo ante la ausencia de bonanza económica (recesión, caída de los precios del petróleo, devaluación) y recaudación fiscal limitada.
Por si fuera poco, el sindicalismo “charro” y corporativo se ha alineado a los intereses de las patronales, impulsado un “acuerdo” tripartito entre gobierno, empresarios y trabajadores para, entre "todos", hacer un sacrificio en esta crisis, ¿sacrificio? Hace unos días, La Jornada reportó que “el monto de los recursos transferidos por mexicanos a cuentas bancarias en EU sumó 76 mil 166 millones de dólares”, [2] son el grupo que más transfiere en toda Latinoamérica.
Hay una desprotección monumental hacia el mundo del trabajo, mientras las oligarquías van ganando terreno desde dentro de la 4T (Romo-Monreal-Delgado-Ebrard) y mediante un golpeteo virulento desde fuera.
En el país, sólo la Ciudad de México cuenta con un Seguro de Desempleo. Para 2020, la Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo tuvo un recorte presupuestal de 114.6 millones de pesos, así como también lo tuvo el Programa del Seguro de Desempleo, paso de 580.5 millones a 500 millones, una reducción del 14%. [3]
En 2019, este Seguro tenía recursos para cubrir tan solo al 23% de los desempleados en Ciudad de México, sobre una base de 225 mil. Para 2020, se destinaron recursos para cubrir al 19% de esta población, sobre una base de 230 mil. Con el reciente aumento de 55,591, el desempleo oficial alcanza a 285,591 capitalinos, por lo cual, los recursos solo podrían cubrir al 15.5% de la población desempleada, esto es 44 mil 388 personas.
Cabe señalar el debate que hay contra la estadística oficial, por ejemplo, para 2017, el Inegi reportaba un desempleo nacional de 1.8 millones de personas, mientras que el Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM reportaba 7.4 millones. [4]
Si está proporción se mantiene para CDMX, querrá decir que actualmente habría poco más de un millón de desempleados. Por lo que el presupuesto para el Seguro de Desempleo sólo cubriría al 4% de la población desempleada.
Nuestra tarea como trabajadores es construir una política propia, independiente del gobierno y del gran capital, ya que en particular, aunque la 4T tome ciertas medidas que resistan la agenda neoliberal del gran capital, como el salvataje a estos últimos mediante el endeudamiento público; estas medidas se muestran insuficientes ante nuestras grandes problemáticas: explotación y superexplotación redoblada, despidos y desempleo masivo, rebajas salariales, inestabilidad laboral, en suma, mayor precarización laboral. |