La crisis económica y social que se ha desatado producto de la pandemia provocada por el coronavirus ha generado planteos y respuestas desde distintos sectores de todo el arco político.
Nos interesa particularmente la posición que viene difundiendo el Partido Comunista del Uruguay (PCU), quien no solo ocupa un lugar central dentro del Frente Amplio, sino que además tiene un peso protagónico dentro de la central sindical. Siendo una de las corrientes mayoritarias dentro del PIT-CNT, su posición será clave para la política que lleven adelante los trabajadores organizados.
La crisis no es igual para todos
La parálisis económica que se generó en el país a partir de los primeros casos de coronavirus ha tenido una repercusión devastadora en amplios sectores de la población; trabajadores formales despedidos, con reducciones horarias o en seguro de paro, así como un gran sector de trabajadores informales (alrededor de 350 mil personas) que se ven imposibilitados de un día para otro de generar los mínimos ingresos diarios para la subsistencia (vendedores ambulantes, changadores, feriantes, cuidacoches, entre otros).
La situación se ha tornado desesperante y ha llevado al gobierno a implementar mínimas medidas de ayuda social que son absolutamente insuficientes y no evitan el profundo deterioro en las condiciones de vida.
Bien distinta es la situación de los grandes empresarios, tanto nacionales como extranjeros, a los que a lo sumo la situación les ha significado una pausa o una disminución en sus márgenes de ganancia; pero que de fondo mantienen, sin ningún riesgo, su posición privilegiada y sus grandes fortunas.
El presidente ha sido el primero en levantar un discurso de unidad nacional, algo así como que todos estamos en el mismo barco y es necesario el esfuerzo de todos para salir de esta crisis.
Tal como señalábamos aquí el propio Frente Amplio tiende a cerrar filas con el gobierno y a lo sumo pide ampliar y extender la ayuda social pero se cuida de no proponer medidas concretas que afecten a los sectores privilegiados.
Que propone el Partido Comunista
En esa reunión realizada la semana pasada entre el gobierno y la oposición uno de los delegados del Frente Amplio fue el secretario general del PCU, Juan Castillo.
Como balance de esta instancia y según publica el semanario El Popular, para Castillo es de primer orden “una convocatoria a un gran diálogo, intersectorial y nacional” donde participen representantes de las organizaciones y movimientos sociales (el movimiento cooperativo, el movimiento estudiantil, el movimiento sindical, el movimiento de jubilados y pensionistas entre otros) así como “también el sector empleador y las cámaras empresariales que tienen mucho para aportar allí, en este escenario”.
La política del Partido Comunista termina borrando y dejando de lado el impacto desigual de la crisis según la clase social.
Marcelo Abdala, dirigente del PIT-CNT y del PCU, recientemente planteó que la central sindical debe actuar con “lealtad institucional comprometida con la nación y en un sentido patriótico”, planteando un “PIT-CNT con los pantalones largos, muy responsable para beneficio de la nación”. Este discurso diluye a las clases sociales y recrea un concepto de “nación” donde todos seríamos iguales y por lo tanto igualmente afectados por la crisis.
Esta supuesta madurez del movimiento sindical (con los pantalones largos) en realidad es un intento de encolumnar a la clase trabajadora detrás de la idea abstracta del “bien común”. Su apelación a la figura de Artigas, con la frase que los más infelices sean los más privilegiados queda vaciada de sentido en tanto lo que prima es el llamado a la unidad nacional, “que todos juntos podemos salir bien de esta pandemia”.
La idea del bien común por encima de los intereses contrapuestos de la sociedad dividida en clases sociales (que sufren de manera desigual la crisis sanitaria) se complementa con el llamado a un gran acuerdo nacional que propone el PCU.
Este razonamiento también va en línea con la construcción de la categoría “pueblo”, que en la teoría política del PCU es una definición que expresa la sumatoria de la clase obrera y sus aliados naturales (movimiento estudiantil, cooperativas de viviendas, y ahora podríamos decir, movimiento de mujeres) con el sector de la llamada ”burguesía nacional”; es decir, la fracción de la patronal nacional antimonopólica.
Esta lógica ha llevado que a lo largo de su historia el Partido Comunista subordinara los intereses de los trabajadores a los de la “nación”, es decir, a los intereses de los empresarios. En febrero de 1973 en su apoyo a los comunicados 4 y 7 el PCU se lanzaba a la búsqueda de los militares “patriotas”, “artiguistas”, “peruanistas”. En los años 80’ el PCU también fue un garante de la transición pactada, volviendo a subordinar los intereses de la clase trabajadora y sus aliados naturales a los de la burguesía liberal y mediante el Pacto del Club Naval se construiría el sistema político actual basado en la impunidad de los criminales civiles y militares de la dictadura. Más acá en el tiempo la política del PCU de subordinar a los trabajadores a los dictados de los empresarios y de sus partidos desembocó en sostener a Jorge Batlle en plena crisis y ajuste en el año 2002.
Como la realidad actual muestra que es innegable que algunos sectores están siendo más afectados que otros, el PCU apela al dialogo social como salida.
Como plantea en El Popular contrapone el método de Lacalle Pou que “quiere decidir solo y sin consultar a nadie” con el método de “un gran Acuerdo Nacional, político y social”.
No lo dice explícitamente pero en ese gran acuerdo se podría convencer a los empresarios “sensibles” de tomar algunas mínimas medidas que afecten sus intereses. Ya que en su discurso no hay ninguna alusión a la lucha de clases, podemos inferir que puntos programáticos más a la izquierda (el uso de una parte de las reservas, gravar mínimamente, a los 8 mil millones de dólares de depósitos en el exterior o incrementar el impuesto al patrimonio) serían el resultado de esta gran negociación con todos los sectores sociales.
¿Unidad nacional o programa de los trabajadores?
Esta pandemia causada por el Covid-19 no es un rayo en cielo sereno. Ocurre en un marco en el que gobiernos de distintos países estaban siendo asediados por la movilización popular.
Tenemos el ejemplo de los Chalecos Amarillos en Francia contra el gobierno de Emanuel Macron y movilizaciones en nuestro continente en países como Puerto Rico, Ecuador, Colombia y principalmente contra Sebastián Piñera en Chile.
Todos los gobiernos han utilizado esta crisis sanitaria para reforzar el control policial sobre las poblaciones y también para hacer llamados a la unidad nacional.
En nuestro país, la crisis con el Covid-19 se sucedió casi en simultáneo con el cambio de elenco de gobierno y el pasaje a la oposición del Frente Amplio tras 15 años al mando del Estado. El gobierno con su política y sus medidas busca mostrarse preocupado y ocupado por la situación y eso le ha reportado una aceptación importante por parte de la opinión pública, aún cuando son más de 100000 los trabajadores en el seguro de paro y otros miles sin ingresos.
El Frente Amplio, lejos de postularse como oposición férrea a los planes del gobierno y las patronales, aplaude las medidas del gobierno como lo hemos visto estos últimos días con las declaraciones de Mujica, Astori y Orsi.
La salida para los trabajadores no puede venir de discursos que borran las fronteras de clase y a lo sumo tienen alguna apelación al artiguismo (relato que como podemos ver en este tiempo también lo puede tomar hasta un Guido Manini Ríos). Los trabajadores y trabajadoras de este país deben plantear una salida que pase por garantizar el 100% de los salarios para los afectados por la pandemia y plantee la necesidad de un subsidio digno para los informales y desempleados.
Lejos de la propaganda oficial a la que también se pliega el PCU y el PIT-CNT, “al coronavirus lo derrotamos todos”, para que eso sea efectivo debe imponerse un impuesto progresivo a las grandes fortunas y a las grandes extensiones de tierra de este país. De lo contrario, el coronavirus pasará y lo que quedará será una crisis pagada por los de siempre, por los trabajadores y los que menos tienen.
El Frente Amplio y el PCU por las redes sociales en ocasiones plantean la necesidad de gravar al gran capital. Sin embargo, cuando el conjunto del Frente Amplio tuvo que ir a la reunión en Torre Ejecutiva, Mario Bergara se encargó de recordarle a la Ministra de Economía que puede utilizar las líneas de crédito del Banco Mundial. Lo mismo sucedió con la Renta Básica Universal, que en la reunión con Lacalle se transformó en un subsidio transitorio a los que hoy no perciben ingresos. Ante todo esto, Juan Castillo sentado en esa conferencia de prensa fue un garante de esta política.
Una pregunta clave que debemos hacernos todos es cómo será el mañana, el día después de la pandemia. Para evitar que sea con un tendal de personas en la miseria y “descolgados” de la economía, se hace urgente un programa alternativo desde la oposición. El gobierno actúa y hace política para su clase. Sin siquiera tener un cabal control de la crisis sanitaria se apresta a enviar la Ley de Urgente Consideración al parlamento. El PCU ¿para qué clase hace política?
Oscar Andrade es también dirigente del PCU y en esta crisis solo lo hemos observado interviniendo alguna vez desde el parlamento. La pregunta es: ¿avala la misma política que Castillo y Abdala?
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