Como venimos denunciando en este medio La Matanza es uno de los distritos más desiguales. El déficit habitacional donde el hacinamiento y la precariedad es la regla, expone a los sectores populares a las más alta vulnerabilidad ante el virus Covid-19 . Los trabajadores de los hospitales denuncian la falta de camas, personal e insumos básicos como barbijos. Los jóvenes trabajadores de las aplicaciones o de las casas de comidas rápidas denuncian los despidos y suspensiones.
Pero Alberto Fernández y Kicillof no vinieron a remediar ninguna de esas problemáticas urgentes sino que realizaron un acto en escuela de Gendarmería Nacional "General don Martín Miguel de Güemes”, y anunciaron la llegada de 3000 nuevos gendarmes al distrito en un acto del que participaron también el intendente Fernando Espinoza y la vice gobernadora - ex intendenta - Verónica Magario.
El presidente señaló que “no está acá para dejar caer empresas y argentinos sin trabajo". Sin embargo, los despidos continúan. Y a quienes no los despiden, le rebajan el salario como en Acindar de La Tablada, que queda a pocos metros de donde Alberto realizaba sus anuncios.
Con orgullo señaló: “Hemos logrado triplicar el número de gendarmes en el distrito más populoso de la provincia de Buenos Aires”, para luego igualar las tareas represivas que realiza Gendarmería con las vidas que salvan los trabajadores de la salud, o con las tareas que realizan quienes colaboran solidariamente en los comedores.
Pero la igualdad queda sólo en el discurso, puesto que Gendarmería la refuerza cada vez más, pero no así a los hospitales que siguen esperando los insumos ni a los comedores escolares, donde las docentes señalan que faltan por lo menos bolsones para 80.000 chicos más, ni a las miles de familias a las que el municipio no da respuesta en su demanda de alimentos.
Por su parte el gobernador Kicillof señaló que el virus no hace diferencias de clases. Podríamos aceptar esa definición agregando que el gobierno sí hace diferencias de clases. Porque los vecinos que viven alrededor de Klaukol o de la Ceamse - barrios que vienen siendo contaminados hace varios lustros con la anuencia de los gobiernos nacionales, provinciales y municipales - están absolutamente expuestos al virus por las enfermedades respiratorias y en la sangre que le dejaron estas empresas. Porque la gran mayoría de los habitantes de La Matanza trabajan en trabajos precarios, en negro o se la arreglan con changas y con la cuarentena quedan sin sustento. Y los $10.000 no le llegaron a todos y son insuficientes.
Lo que demostraron es que los problemas estructurales que persisten en el distrito más populoso y desigual del conurbano y que se profundizan con la pandemia no serán resueltos. Consciente de esa realidad el presidente señaló: “No bajemos los brazos. Estamos haciendo lo que corresponde. No teman; cuando sientan que se están quedando solos, el Estado nacional, provincial y municipal va a estar al lado suyo”.
Pero las décadas de abandono en un distrito gobernado por el peronismo muestran lo contrario. Y que la única presencia fuerte del Estado no es para asegurar derechos, sino para fortalecer el aparato represivo porque como señaló anteriormente Alberto Fernández: “lo que no entre por la razón, entrará por la fuerza”
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