El avance del Covid-19 no sólo afecta la salud de millones de personas a nivel mundial, sino que también caen sobre el pueblo trabajador los efectos económicos y sociales de esta crisis. Quienes “tienen suerte” siguen laburando a pesar de la cuarentena, la mayoría de la veces sin las condiciones de bioseguridad necesarias. Mientras que muchísimos otros se quedaron sin trabajo, fueron suspendidos o cobraron la mitad del sueldo.
En una provincia con los sueldos más bajos, altísimos índices de trabajo temporal por la zafra o la cosecha, nuestra familias se dan vuelta como pueden, pero la inflación de los “vivos de siempre” nos ahoga. Muchos no pudieron ni siquiera cobrar los $ 10.000 del IFE. Una verdadera tomada de pelo.
Mientras tanto, los trabajadores de salud, hacen su mejor esfuerzo, a la vez que levantan la voz para contar la situación que se vive en todos los hospitales del país, donde la faltante de medicamentos, de elementos de protección y de personal, es moneda corriente. Reclaman porque al lado del Covid-19, empiezan a aparecer los muertos por dengue y los testimonios que dicen que cuando consultan los mandan a la casa.
¿Y por la facultad como andamos?
Mientras todo eso sucede, la facultad de Psicología, sólo piensa cómo instaurar una “normalidad”, a costa de negar la realidad. Los estudiantes somos parte de esa realidad que se vive en los barrios de todo el país, y nos rehusamos a mirar a otro lado, por desde Psico a la Izquierda impulsamos un comité de emergencia de estudiantes de la salud y más de 100 compañeros se apuntaron a colaborar.
Durante muchos años la facultad tuvo convenio con la empresa Gasnor por lo que muchos realizaban prácticas en su call center, y se capacitaba para ello. Pero ahora, cuando de verdad se trata de poner nuestros conocimientos al servicio de las enormes mayorías, se niegan a capacitarnos.
Habiendo presentado ante las autoridades el petitorio de llamado a comités, la respuesta nunca llegó, pero esto no es falta de comunicación, porque mientras se niegan a convocar a comités para intervenir en la crisis, nos bombardean con “análisis teóricos”, que no son otra cosa que verdaderas posiciones ideológicas que fomentan el “quedate en casa”, quitándole a la universidad la responsabilidad social que tiene en esta crisis. Se acabó la “neutralidad”.
¿Qué pasa con las clases virtuales?
Hasta el momento de lo único que nos hablan es de la continuidad pedagógica, aunque esté a la vista de todos de que eso no existe si no hay condiciones. Autoridades y centros de estudiantes, desde la Siempre Más hasta las variantes del peronismo como Catexia, hoy reafirman su unidad en defensa del rectorado. Durante años se llenaron la boca hablando de la permanencia y hoy nada dicen de que detrás de las clases virtuales hay una elitización de la facultad, con la lógica del "sálvese quien pueda", porque está claro que son pocos los compañeros que están en condiciones de seguir cursando.
Nada dicen de los miles de pibes que no tienen acceso a una computadora ni Internet, o de los que sólo tienen una computadora que es usada por toda la familia, menos hablan de los que se quedaron sin laburo pese al decreto del Gobierno, que no contempla a los trabajadores en negro, menos de quienes sumado a esa situación tienen hijos que alimentar y cuidar en su casa.
Sin ir más lejos, Adiunt realizó una encuesta, donde se pudo ver que el 50 % de los docentes y auxiliares de cátedras comparten sus PC o notebooks con sus familias, es decir que también se encuentran limitados para dar clases por este medio. Además de que no se brindaron capacitaciones para desempeñar esta tarea.
Docentes, no docentes y estudiantes, sabemos que la universidad no es una isla, por eso nos organizamos y exigimos capacitación para intervenir en esta crisis. Es necesario exigir a los Centros de Estudiantes que contemplen la realidad que atravesamos la mayoría de los jóvenes y estén a la altura de organizarnos para la crisis en curso. La unidad que necesitamos para hacerle frente a esta situación desde la Universidad no es entre las agrupaciones burocráticas y decanos o rectores, sino entre trabajadores y estudiantes.
Por eso desde la Juventud del PTS y Psico a la Izquierda proponemos:
- Conformación de Comités de Crisis integrados por docentes, estudiantes y no docentes, como instancias democráticas de debate y resolución.
- Relevamientos en todas las facultades de la situación de los estudiantes, utilizando la herramienta del Observatorio Social de Despidos mediante la cual pudimos detectar miles de casos de despidos, suspensiones y rebajas salariales. Y que pueda brindar contención psicológica a quien lo requiera.
- Que todos los Centros de Estudiantes impulsen la exigencia de Becas Integrales de $30.000 para los miles de jóvenes precarizados que hoy no tienen ingresos o son sumamente insuficientes.
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