Antes de que el COVID 19 llegara a nuestro país, se había expresado otro tipo de pandemia que ya llevaba más de 30 años sin un gran estornudo, enfermedad que caló hasta lo más interno de la sociedad chilena.
Ahora más que nunca es necesario volver a revisar lo que postula el difunto filósofo estadounidense John Rawls. Para Rawls una sociedad es una asociación de personas, más o menos autosuficiente, que en sus relaciones reconocen ciertas reglas de conducta como obligatorias y que en su mayoría actúan de acuerdo a ellas, todo esto en la anhelada búsqueda de un bien común, que se ve afectado constantemente por la gran cantidad de conflictos de intereses, al buscar la mayor cantidad de beneficios para unos, en desmedro de otros, por lo que se hacen necesarios un conjunto de principios (que Rawls los llama principios de la justicia social) para proporcionar un método de asignación de derechos y deberes a las instituciones básicas de la sociedad y definir la distribución apropiada de beneficios y cargas de la cooperación social; un claro ejemplo de estas instituciones básicas es la constitución política de un país.
Por lo que una constitución socialmente justa debe pretender como mínimo estructurar una sociedad bien ordenada, es decir, en la que cada uno de sus miembros conoce y acepta los mismos principios de justicia, y las instituciones sociales básicas satisfacen generalmente estos principios y se sabe generalmente que lo hacen. Es así como debería verse una sociedad decente dentro de la teoría, teoría que está extremamente alejada de la realidad de la “sociedad chilena”.
Partiendo por la base de que la principal institución básica de nuestro país, nació viciada en el sentido de excluir el sentido de una justicia social, imponiendo principios no aceptados por la sociedad chilena de aquella época, ni tampoco de la actualidad, es tan fácil darse cuenta al preguntarle a las personas si han leído el texto constitucional, donde la respuesta mayoritaria es el “no”, y gran parte de las personas que la leen no aceptan estos principios, ni tampoco los identifica, expresándose así un claro sentido de no pertenencia a una sociedad en la cual vivimos solo por qué nos tocó vivir en ella, no por el hecho de que la hayamos aceptado legítimamente.
Esto nos da a entender que el primer principio de la justicia social planteado por Rawls es inexistente o se encuentra en la menor medida de lo posible, por el simple hecho de tener a una mayoría de la ciudadanía la cual no conoce los principios de justicia de la sociedad en la que vive, por lo cual se hace imposible aceptar voluntariamente algo que no se conoce. Además agregar que las instituciones sociales básicas no responden a ningún principio de justicia social, simplemente a la verdad y reglas impuestas por un sector reducido de la sociedad al resto de nuestro país.
El estallido social reflejó además el quebrantamiento de una tríada fundamental para una comunidad humana viable, como lo plantea Rawls, que son la coordinación, eficacia y estabilidad. Expresándose fuertemente en la desestabilización del sistema dominante, al desobederse voluntariamente las reglas de esta sociedad, claro ejemplo es lo sucedido en la evasión masiva en el transporte público. Pero esta desestabilización, ineficacia y descoordinación, no era tan común dentro de las clases populares, las cuales sin conocer las reglas, no sabían a que oponerse, por el simple miedo generado por la ignorancia de los principios sociales básicos, los cuales siempre han sido bien conocidos por las clase empresarial y política, la cual en mero conocimiento de aquellas, han tenido el descaro de quebrantarlas con impunidad, provocando un efecto reflejo en aquellos ciudadanos indignados por esta situación, y que sin otra alternativa acudieron a la desobediencia civil, la cual a diferencia del caso anterior si se ha visto altamente reprimida por unas fuerzas estabilizadoras altamente ineficaces que no han conseguido su objetivo principal, que es restaurar el orden público.
Ha sido necesaria una crisis sanitaria histórica para lograr la enajenación del sentido de justicia social que se había creado en los últimos meses, para salvar a aquellos grupos de poder que han degenerado este término hasta el punto de extinguirlo en la sociedad chilena…una pandemia más fuerte que el mismo coronavirus. |