A través de instructivo el 15 de abril, el ministerio de Salud prohíbe tomar pruebas por COVID-19 a “contactos de un caso confirmado o sospechosos que no presentan sintomatología”, sosteniendo además que el incumplimiento al instructivo “será sujeto a sanción de acuerdo a normativa”. ¿A quién se debería tomar la prueba entonces? Según el documento sólo a los pacientes sospechosos con sintomatología activa, es decir aquellos que tienen dificultad para respirar, dolores en el pecho y temperatura corporal alta.
Siendo que hasta ahora una de las medidas más efectivas para la contención de la propagación del virus es la de los testeos masivos, la reciente instructiva del ministerio de Salud, a cargo de Marcelo Navajas, causó molestia y preocupación, en primer lugar en el propio personal de salud y también en la población misma. Hasta ahora la justificación gubernamental para “priorizar” las pruebas ha sido la de insuficiencia de materiales y su necesidad de “racionalizarlos”.
Lo curioso es que el día anterior, el embajador de Ciencia y Tecnología, Mostajo-Radji, habló de la llegada de 450 mil pruebas, de las cuales 27 mil ya estarían disponibles (Página Siete 15/4) ¿Hay o no 27 mil pruebas disponibles en Cochabamba, Santa Cruz y La Paz, tal como dice Mostajo-Radji? o ¿será un tipo de noticias como los 500 respiradores prometidos el 3 de abril y que nadie ha visto todavía?
¿Ganarle a la pandemia sin pruebas?
Desde que en Bolivia se confirmaron casos por coronavirus, el 10 de marzo, la cantidad de pruebas realizadas ha sido la más baja de la región. El sesgo estadístico de los 520 casos confirmados hasta el 18 de abril, es obvio: la carencia de pruebas. El dato de las 3569 pruebas realizadas hasta la fecha, fue dado por el gobierno el jueves 16 de abril (Opinión, 16/4), hace ya dos días y no parecen haberse realizado más testeos desde esa fecha.
Comparación de número de pruebas realizadas entre países Sudamericanos
Elaboración propia en base a datos de: https://www.worldometers.info/coronavirus
Ocultar la realidad, la estrategia política del gobierno de Añez
La renuncia de Aníbal Cruz de su cargo como ministro de Salud, las contradicciones respecto a la supuesta adquisición de 450 mil tests, el instructivo de restringir el uso de pruebas firmado por el actual ministro Navajas y el énfasis del discurso en mostrar la cuarentena militarizada como un éxito, son los elementos que permiten comprender el empeño del Gobierno de Áñez por mostrar cifras bajas de contagios.
En el relato gubernamental, si alguien tiene la culpa de que de todas formas haya incrementos en las cifras de la pandemia es la población que no cumple la cuarentena, como dijo el Director de epidemiología al dar su informe del 18 de abril en rueda de prensa.
Justificar un régimen policíaco, altamente inepto para contener la expansión del virus y cuya fortaleza pareciera residir en distorsionar la estadística de casos confirmados a partir de realizar una cantidad cada vez más baja de pruebas es la estrategia política del Gobierno de Áñez. Una apuesta arriesgada, de todas formas, porque si las cifras mienten, el desastre sanitario que parece arrimarse mostrará la verdad con todas sus letras, a un precio altísimo para el pueblo más humilde, eso sí. |