Una desgracia en el horizonte
El pasado 26 de marzo, nos enteramos de que el Senado dio luz verde a la “Ley de Protección del Empleo”, una iniciativa del gobierno que se anunciaba con bombos y platillos por parte de Chile Vamos. Según consignó La Tercera en su edición de aquel día, esta ley se resumía en que: “se permitirá la suspensión temporal de sus funciones en la empresa, pero manteniendo el vínculo contractual y todos los derechos laborales correspondientes”. Sin cuidado, este perverso proyecto pasó a segundo trámite constitucional.
Decir “todos los derechos laborales” cuando se habla de esta ley, parece dejar fuera lo que, hoy lamentablemente, debemos considerar como el “derecho a sueldo”, porque de eso se trata, de dejar a las y los trabajadores sin sueldo, autofinanciados con su propio seguro de cesantía.
Aparte de la suspensión sin sueldo, está la opción de rebajar la jornada laboral, pero con el descuento “pertinente”, por supuesto (parece como una burla al proyecto de reducción de jornada laboral presentado por el Partido Comunista en agosto de 2019). “No todo son malas noticias”, como “compensación”, el trabajador recibirá una suma equivalente al 25% de su salario, del seguro de cesantía, claro está, no vayan a hacer que los pobres empresarios paguen demasiado en tiempos tan difíciles para ellos, tanto así que “papi Estado” es el encargado ahora de salvar sus números, sus ganancias, su privilegios, con prestamos con garantia estatal de miles de millones de dólares, acompañados de leyes que hacen que esta crisis sanitaria recaiga sobre los hombros de cientos de miles de trabajadores y trabajadoras en cuestión de semanas. Para eso son claras las prioridades por parte del gobierno.
¿Habríamos visto a un Piñera y a un Briones tan desesperados inyectando millones y millones de dólares para, quizás, algo tan esencial como los insumos médicos que escasean en los hospitales y sobran en las clínicas? Difícil de creer, quizás la oposición que en la Cámara de Diputados dio la aprobación final a este proyecto el pasado 30 de marzo (incluso el Partido Comunista y Revolución Democrática), tengan tal nivel de confianza en el criminal que está sentado en la Moneda.
Respecto a los organismos de la Mesa de Unidad Social (que han mantenido una tregua brutal desde el “Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución”), el avance legislativo de este proyecto pareció pasarlos desapercibidos, pues nada escapaba de tibias declaraciones denunciando uno que otro artículo de ley, y, por supuesto, exigiendo las ya conocidas “mesas de trabajo con el ministerio”. Resulta poco novedoso, a estas alturas, ver a Bárbara Figueroa (Presidenta de la CUT y militante del PC), intentando repetir esas mismas fórmulas que, desde el 18 de octubre, demostraron estar completamente obsoletas para resolver las demandas del pueblo trabajador (o quizás nunca funcionaron).
Es que ni los muertos a manos de este gobierno, ni los despidos, ni las suspensiones, ni los trabajadores en primera línea de contagio sin insumos, ni los trabajadores sin sueldo, ni el presidente de la Cámara del Comercio de Santiago diciendo que “no hay que matar la actividad económica para salvar vidas” al mismo tiempo que entrega indicaciones para la reapertura de los malls y el resto del comercio, parecen ser hechos que pongan a la CUT en modo de alerta para organizar a los gremios y miles de trabajadores que tienen bajo su dirección.
El dia 17 de abril, nos enteramos de que nada menos que 56 mil empresas accedieron a este “beneficio” del gobierno, pero lo más increíble es ver a nombres como Cencosud, Starbucks, H&M, Burger King, Corona, Maui and Sons, Dominó, Ripley y otras grandes empresas, las cuales amasan millonarias cifras en utilidades y estan muy lejos de ser algo como una PYME.. Respecto a los despidos, en marzo hubo casi 300 mil nuevos cesantes, de los cuales 101 mil tenían contrato a plazo fijo.
La excusa del 3er hombre más rico de Chile, Horst Paulmann (dueño de Cencosud), para adherirse a esta perversa ley fue que “era imposible soportar esta crisis”. Mientras que la ministra del Trabajo, la DC María José Zaldívar, entregaba su balance indicando que “de esta forma estamos amortiguando sustantivamente los peores efectos de este impacto económico sobre el empleo”.
Zaldívar dijo el pasado 2 de abril a la radio Bio Bio, que “lo que esta ley busca es evitar que haya despidos. Lo que establece es que durante lo que dure esta situación de emergencia no podrán haber despidos por casos fortuitos o fuerza mayor que se invoque la pandemia como justificación”, con 300 mil nuevos cesantes. Ahora hay cientos de miles de trabajadoras y trabajadores suspendidos, relegados a intentar vivir de su propio dinero ahorrado en su seguro de cesantía.
La “oposición” y la oposición que es urgente construir
La crisis del COVID-19 significó un camino abierto a este gobierno criminal para hacer pasar su agenda de precarización y flexibilización, sustentada en una crisis sanitaria que, sin duda, desatará una crisis económica que tiene a los economistas con los número negativos en una mano, y con las vidas de millones de trabajadores y trabajadoras en la otra.
La derecha ha retomado con fuerza la ofensiva, y el Frente Amplio, el Partido Comunista y la vieja Concertación no parecen ver esto como una verdadera agenda criminal contra las y los trabajadores.
Que la mesa con el ministerio, que las indicaciones al proyecto de ley, le exigimos al gobierno esto, le exigimos al gobierno esto otro, llamamos al gobierno a tomar en cuenta esto. En esas frases se define el actuar de la oposición, siempre apelando a la buena voluntad del gobierno, que manipula las cifras del COVID-19, que busca y rebusca fórmulas para hacer que les jóvenes vuelvan a los colegios y se vuelva a los lugares de trabajo con “condiciones mínimas de seguridad”, como si existiera seguridad en medio de una pandemia mundial por un virus cuya vacuna aún no existe.
Este actuar por parte de la “oposición” no es casualidad, se trata de un intento tras otro de revalidacion de un régimen político herido a muerte después del 18 de octubre, el pueblo trabajador en medio de las revueltas más importantes en las últimas 3 o 4 décadas, gritó fuerte y claro que no está dispuesto a esperar más, un grito que quiso ser silenciado (sin éxito) a punta de balas, encarcelamiento, torturas y una represión brutal que hasta ahora se mantiene impune. La oposición nos quiere hacer ver que estas viejas fórmulas de trabajo de coalición con el mismo gobierno son el camino para amortiguar aunque sea un poco esta desgracia.
A pesar de este negro panorama para las y los trabajadores, diversos sindicatos han decidido ponerse en pie de lucha contra este perverso plan del gobierno de descargar la crisis sobre los que ya han sufrido en carne viva la herencia neoliberal de los Chicago Boys. Las y los trabajadores del sindicato de Starbucks, como también el sindicato de Burger King han gritado fuerte y claro: #NoNosRobenElSueldo, mientras en Antofagasta, los sindicatos del transporte, la industria y la minería agrupados en el Comité de Emergencia y Resguardo (nacido en la revuelta del 18-O), decidieron organizarse contra los despidos y suspensiones.
En la salud, las y los funcionarios del Barros Luco y otros hospitales han exigido que #SueltenLosInsumosYa, pues en la primera línea de contagio, los trabajadores ni siquiera cuentan con los insumos básicos, como mascarillas. Al mismo tiempo, desde Antofagasta proponen Comités de Higiene y Seguridad para que sean ellos mismos los que tomen en sus manos la tarea de enfrentarse a esta crisis, frente a la negligencia y la soberbia de un gobierno que no tiene el más mínimo interés en las vidas de quienes mueven y levantan el país y le producen la riqueza a esos multimillonarios que viajan en aviones privados para comprar jaiba, o van en helicóptero a sus casas de veraneo.
Estos ejemplos de lucha y organización no son nada para la CUT, pues la dirección de la central más grande de trabajadores y trabajadoras de Chile, insiste en mantener en la pasividad a los gremios, sin llamar a organizarse, sin llamar a huelga, o exigir algo tan mínimo con el cese de productividad de los sectores no esenciales. Mientras sigue apelando a la buena voluntad de los organismos que claramente defienden los intereses de los grandes empresarios que siguen enriqueciéndose a costa de las vidas del pueblo trabajador.
Las y los trabajadores pueden tomar en sus manos la tarea de enfrentarse a esta crisis, los ejemplos que han dado distintos sindicatos son el vivo ejemplo. La verdadera oposición a esta ofensiva patronal puede construirse desde los lugares de trabajo, organizando huelgas en los sectores no esenciales, exigiendo la reconversión productiva para la crisis sanitaria en los sectores industriales, en Argentina, la fábrica autogestionada Madygraf marcó pauta reorganizando su productividad para insumos médicos.
Es urgente que la CUT rompa esta tregua criminal con el gobierno, y que los trabajadores agrupados ahí superen a las direcciones que los mantienen en pasividad. Llamar a una huelga es una necesidad vital mientras los empresarios roban los sueldos y suspenden a cientos de miles en medio de una pandemia.
Al mismo tiempo, a estos sectores de déspotas empresarios, hay que aplicarles un impuesto extraordinario del 20% a sus utilidades, sólo con eso se puede cubrir un ingreso para pequeños negocios, trabajadores independientes y en negro. Con un impuesto extraordinario a las 23842 personas más ricas del país, podríamos entregar sueldos a los 2,6 millones de trabajadores informales, a los 850 mil subcontratados y también a los más de 700 mil cesantes.
Estas medidas no serán entregadas por el gobierno sin un plan de lucha y la acción organizada de cientos de miles de trabajadores que hoy se encuentran en la incertidumbre, la lucha por nuestras vidas es hoy.
La verdadera oposición está en manos de las y los trabajadores, y hay que ponerla en movimiento, superando a las direcciones que subordinan a la voluntad de un gobierno criminal, organizándose de forma independiente para ponerse al servicio de la crisis, y, porsupuesto, porque de una vez por todas, esta crisis la paguen los empresarios y los capitalistas. |