Documental Línea 137: las personas en primer plano
No es un spoiler decir algo sobre el final del documental Línea 137, que pone en números la realidad de este programa: el único servicio estatal que interviene directamente en situaciones de violencia machista funciona solo en 5 ciudades del país (CABA, Resistencia (Chaco), Posadas, Garupá, El Dorado y Oberá en Misiones), con solo 240 profesionales para emergencias.
En el documental conviven dos ideas muy fuertes: el compromiso de quienes trabajan, muchas veces con contratos precarios, y los pocos recursos que destinan el Estado nacional y los provinciales para responder a la violencia machista. Marta Dillon, guionista del documental, así lo explica en una entrevista con Ámbito.com: “Si bien el trabajo de la línea es muy valioso, expone lo que falta, abordajes que comprometan a todo el Estado y a toda la sociedad para terminar con la violencia machista. Las víctimas no pueden salir de los círculos de violencia totalmente solas, luego del llamado al 137 no se puede sostener esa decisión si no hay redes de contención, si no hay acceso a la vivienda y a un trabajo no precarizado”.
Quienes más lo saben son las trabajadoras sociales, psicólogas, operadoras y operadores de las líneas. La Izquierda Diario conversó con dos de las protagonistas del documental, Sofía Benítez y Mariel Soler, ambas parte del programa cuando se filmaba y que siguen trabajando en áreas relacionadas en Chaco: “Una intervención puede durar 3, 4, 8 horas, hasta el día siguiente. Si pasa un fin de semana, tenemos que estar alerta”, nos contaba Mariel Soler, licenciada en Trabajo Social y trabajadora del programa durante la filmación.
Mariel reconoce que es duro trabajar con instituciones como la Justicia o la Policía, y algo que se ve muy bien en el documental es el esfuerzo de las profesionales para acompañar a las mujeres que deciden denunciar y recorrer los laberintos burocráticos de juzgados y comisarías. Destaca el trabajo conjunto con el área de Salud, como lugares de detección y que funcionan como primer nexo con la línea 137.
En el documental, vemos a Mariel y Sofía subirse a los pocos móviles que tienen, acercarse a las mujeres que denuncian, siempre sabiendo que es decisión de la persona que pide ayuda qué hacer. Mariel lo resume muy bien, “sabemos que nosotras, como equipo, si bien tenemos una función principal y muchas herramientas para la víctima, porque la asesoramos, la contenemos, la acompañamos y la hacemos sentir segura de la decisión que pudo haber tomado. Pero también sabemos que la decisión es de la víctima, entonces tratamos de dar toda la información necesaria con respecto a lo que está pasando, cuáles son los recursos para poder salir de la situación”.
La escasez de recursos es una constante, no solo en este programa sino en general en las pocas herramientas estatales que existen para responder a la violencia machista. Sofía Benítez cuenta que los últimos años fueron muy duros, de cargarse la línea al hombro en un contexto de recortes, que caracterizaron al gobierno de Mauricio Macri. “Nunca hubo una mejora salarial de las compañeras que hacían las intervenciones, la mayoría es “becada”, no tiene ni siquiera un contrato de servicio ni de horas, cobraban de 7.000 a 10.000 pesos, tanto las operadoras como las que iban a terreno y eso es un desgaste muy grande, que genera mucho malestar (...) La situación contractual acá en la provincia lo decide el gobernador a través de un decreto. Nosotras nos cansamos de hacer las gestiones para mejorar esa situación, para poder llegar a otros lugares de la provincia, para tener móviles, es un desgaste constante”.
A las dificultades presupuestarias y los contratos precarios, se suman otras que no suelen ser contempladas en los despachos del gobernador ni de los funcionarios que deciden las partidas. “Acá en Chaco, hay varias etnias, para eso hay que tener gente que haga de interlocutora porque a veces las víctimas no hablan castellano”, cuenta Sofía. “Es muy difícil llegar al interior [de la provincia], porque están a 400 kilómetros del área metropolitana. Nosotras podíamos visitar esa zona a través de oficios pero no teníamos recursos suficientes, siempre teníamos un móvil disponible para emergencias para el área metropolitana y a lo sumo un móvil para ir al interior, que la mayoría de las veces no teníamos nafta, no teníamos choferes, a veces la camioneta no andaba, miles de limitaciones que desgastan mucho el trabajo”.
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