Esta entrevista forma parte de un dossier que surgió a través de diferentes investigaciones con la creación de un observatorio social sobre “La vida de las mujeres y disidencias en la pandemia”, impulsado por trabajadoras y estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
“Y” trabaja en la Dirección de Género de un municipio de la zona oeste de la Provincia de Buenos Aires, y por razones de seguridad solo vamos a utilizar la inicial de su nombre. Ella brinda asistencia psicológica en un Centro Integral de la Mujer junto a otras 17 compañeras, que también acompañan y asesoran a víctimas de violencia de género. Conversando acerca de la necesidad cada vez más urgente de que el Estado destine un presupuesto eficiente a la creación de nuevos refugios para las mujeres, nos contó que sólo existe un refugio en todo el municipio (que está en convenio con la Iglesia; es un convento) y que las trabajadoras del Centro no pueden acceder a otros recursos básicos frente a las problemáticas que se presentan.
“La cantidad de refugios existentes son insuficientes y tampoco hay casas de medio camino (espacios transitorios que pueden asistir en un primer momento a las mujeres) que son necesarias para poder intervenir. Todo esto debería ser acompañado de un subsidio económico que les permita a las mujeres tener autonomía monetaria, ya que en reiterados casos deben salir de su casa y alquilar una vivienda particular porque sus vidas corren peligro. Si bien existe una Ley de Protección Integral a las Mujeres (ley 26.485, sancionada en 2009) que contempla estos aspectos, en lo que respecta a un plan de políticas públicas tenemos que ver cómo nos las ingeniamos para poder sumar ‘puchitos’ de distintos planes sociales porque no hay ni directiva ni recursos específicos. Debemos realizar artilugios para crear una red de contención económica, de lo contrario es imposible para aquella mujer vulnerada salir del círculo de violencia que mantiene con su agresor”.
Mientras las trabajadoras tienen que remar contra viento y marea y hacer malabares para poder contener a estas miles de mujeres en situación de violencia, desde el Gobierno no se plantean soluciones urgentes y concretas. Ni siquiera se consideran impuestos extraordinarios o recortes a otros sectores, como por ejemplo las Iglesias, que continúan siendo financiadas por el Estado. Todos los recursos que se ponen a disposición de la Iglesia ni siquiera se acercan a los recursos económicos dispuestos para auxiliar a las mujeres.
El limitado alcance de la línea 144
¿Cuáles son las medidas que se han tomado al respecto en el corto plazo? Se reforzó por parte del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad la difusión de la Línea 144, pero como nos cuenta Y. si bien esta medida ayuda, resulta insuficiente: “si no va acompañada de la creación de refugios, de casas de medio camino, subsidios particulares para las víctimas, que se respeten las licencias pagas al 100% de las mujeres que atraviesan situaciones de violencia de género y que no pueden concurrir a sus lugares de trabajos no sirve. Son todos aspectos necesarios, no complementarios”.
La cantidad de femicidios se incrementó durante el aislamiento, y esto muestra cómo se reproduce la violencia machista pero también qué acciones desde el Estado resultan deficientes a la hora de pensar cómo trabajar en la prevención y en el accionar contra la violencia de género. “Están estas nuevas líneas y campañas de difusión pero sin embargo el presupuesto que se destina sigue siendo el mismo que el del año 2019. Teniendo en cuenta la inflación actual, es un presupuesto escaso. Los recursos están, se podría pensar en impuestos extraordinarios a las grandes fortunas que podrían invertirse en la creación de subsidios para las mujeres que atraviesan violencia de género”.
Es importante remarcar que la Línea 144 brinda asesoramiento, pero no es una línea de denuncia. No dictamina medidas cautelares u órdenes perimetrales que alejen al agresor del hogar. Y existe el agravante de que la policía muchas veces se niega a tomar denuncias.
¿De qué sirve una sola medida ampliamente difundida si su alcance es limitado al no estar acompañada de otras políticas públicas imprescindibles para proteger las vidas de las mujeres?
¿Estado ausente o Estado precarizador?
Otra cuestión importante a atender es que las trabajadoras responsables de asistir a las víctimas de violencia (como las de este Centro Integral y las trabajadoras de la Línea 144) sufren de violencia laboral: se encuentran precarizadas. “Somos monotributistas y ninguna de nosotras se encuentra en planta permanente. El contrato es precario, en nuestro caso vence y debe ser renovado cada 3 meses. Un dato concreto es que nuestro contrato venció el 31 de diciembre y estando en el mes de abril todavía no firmamos ninguno”.
Además, estando expuestas a un desgaste laboral grande producto del contacto permanente con situaciones de violencia, no cuentan con ningún tipo de asistencia psicológica, ni individual ni colectiva. “Teníamos hasta el año pasado una instancia de supervisión de los casos una vez al mes junto con una psicóloga que trabajaba e intervenía en conjunto con el equipo interdisciplinario. Eso fue recortado y desde entonces no tenemos ningún tipo de supervisión ni de contención, la única manera es acceder al espacio de una terapia individual privada, quienes tienen la posibilidad de poder abonarlas”.
Esto demuestra que el mismo Estado que no da las respuestas necesarias frente a la situaciones de violencia de género es el mismo que precariza a un sector de mujeres que están en la primera línea de las trincheras en cuanto a prevención y atención de las víctimas.
Desde La Izquierda Diario buscamos visibilizar la violencia de género que en tiempos de cuarentena no se toma descanso y arremete sin piedad, consideramos que es una cuestión que debe instalarse y tratarse con mayor profundidad en la agenda de los medios hegemónicos de comunicación en este contexto de pandemia mundial.
Para profundizar en lo que intentamos mostrar en esta entrevista les invitamos a leer el artículo “¿Por qué es necesario un plan de emergencia contra la violencia de género en tiempos de Covid-19?” para comprender mejor las medidas que consideramos de urgente implementación a través de un Plan Nacional de Emergencia contra la violencia hacia las mujeres y disidencias. Exigimos una respuesta y un accionar inmediato. A las pibas las están matando hoy, no podemos esperar ni un minuto más. |