En diversos países reconocemos a la “primera línea” de trabajadoras y trabajadores de la salud, del transporte, de la alimentación, del abastecimiento, del aseo urbano y otras diversas tareas. Están expuestos al combate cotidiano a una pandemia que no es sólo natural, sino que tiene profundas raíces sociales y políticas. Los capitalistas y sus gobiernos destruyeron desde hace décadas los sistemas de salud pública y precarizaron las condiciones de trabajo y de vida de las mayorías populares con el único fin de acrecentar sus ganancias, generando una desigualdad brutal. Tuvieron una conducta criminal al no responder a los avisos de alerta y previsión de la pandemia, años antes. Cuando llegó, en forma mayoritaria terminaron aplicando cuarentenas generalizadas, sin testeos masivos ni ampliación de la capacidad hospitalaria, transformando el necesario “aislamiento social” en parálisis productiva y del comercio mundial, caídas bursátiles y de los precios de las materias primas. Un hundimiento económico sin precedentes. Hay también gobiernos que se opusieron a medidas de aislamiento social o las tomaron muy limitadamente con el único fin de preservar las ganancias del capital, a costa de aumentar el contagio y provocar miles de muertes adicionales. Las grandes patronales y sus gobiernos están aprovechando la crisis para multiplicar despidos, cierres de empresas, suspensiones con rebajas salariales, mayor precarización y cambio en las condiciones de trabajo. Miseria y hambre para miles de millones. Frente a esta realidad, está surgiendo en diversos países otra “primera línea” de luchas obreras y populares, anticipando lo que vendrá cuando pasen los picos de la pandemia y emerjan sus consecuencias sociales, políticas y económicas. Los escribas de la burguesía alertan sobre “insurrecciones” y “revoluciones” de la clase trabajadora y el pueblo.
Las organizaciones socialistas y revolucionarias de 14 países y la Red Internacional La Izquierda Diario, con multimedios en 8 idiomas (diarios on line, programas en vivo, videos on demand, podcast, etc.), impulsamos esta declaración y convocamos a un Acto Internacional simultáneo el próximo 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, que transmitiremos, con traducción, desde nuestras plataformas, antes del acto que realizará ese mismo día (trasmitido también por internet) el Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad de Argentina. Un acto en apoyo a todas esas trabajadoras y trabajadores, pero especialmente para levantar un programa y una estrategia de lucha para que esta crisis no la pague otra vez el pueblo trabajador, sino la clase social que es responsable de la explotación, de la depredación indiscriminada del planeta, de la degradación de la salud, la educación y la investigación científica. Convocamos por esto, a organizar y ampliar la “primera línea” que se prepare para que esas luchas, que se multiplicarán, puedan triunfar. Para unir a todos los explotados y oprimidos contra las burocracias que nos dividen y buscan conciliar con los gobiernos y estados. Con estos objetivos vitales, hace falta construir partidos de trabajadores socialistas y revolucionarios a nivel nacional e internacional (la Cuarta Internacional).
1. De la crisis sanitaria al colapso económico: el responsable no es el virus
Diversos estudios, que hemos publicado en La Izquierda Diario, han demostrado que las pandemias causadas por nuevas cepas de gripe se originaron en el choque provocado por la ruptura brusca de los equilibrios medioambientales y ecológicos producto del avance desenfrenado del agrobusiness “en las fronteras de la producción del capital”. Mientras, las grandes empresas farmacéuticas dedicaron sus principales investigaciones a las enfermedades más “rentables”. Las instituciones “multilaterales” como la OMS actuaron en función de intereses geopolíticos. Los gobiernos dejaron pasar las advertencias previas y el estallido mismo de esta pandemia en China.
Aún no se vislumbra el fin de la pandemia del COVID 19, ya que sólo en China y el Sudeste de Asia parece haber sido contenida, pese al peligro de rebrotes. Se multiplican los efectos económico-sociales de verdadera catástrofe. La caída de la producción y el salto en la desocupación, en particular en Estados Unidos, llegan a niveles que superan los de la crisis del 2008. Llevan a pensar en la Gran Depresión posterior al crack del ’29 (cuando el PBI cayó 9% el primer año y 27% entre el ’29 y el ’33, con la desocupación llegando en ese último año al 25%). En apenas cinco semanas pidieron seguro de desempleo más de 26 millones de personas. Se estima que la desocupación está llegando al 20% (en el 2009 llegó en su pico al 10%). La caída de la producción en China en el primer trimestre ha sido histórica (-6,8%), así como lo fue también en Italia, España y casi toda Europa y en los demás continentes.
El FMI pronostica una caída del 3% del PBI mundial para este año, enorme si se compara con el 0,1% de caída del año 2009, lo que se conoció como la “gran recesión”. A su vez, el FMI anuncia, en su escenario “optimista”, una recuperación para 2021, basado en el supuesto de que la pandemia terminará para el segundo semestre de este año y, lo más importante, que los planes de rescate funcionarán y evitarán la quiebra de empresas y que esto golpee, por una sucesión de impagos, sobre el sistema financiero. En su escenario pesimista, la caída se profundizaría este año y la salida sería incierta. La OCDE calcula 2 puntos de caída del PBI por cada mes de cuarentena, por lo cual, la prolongación de la pandemia tiene altísimos costos y riesgos para las empresas y bancos. Pero incluso si lograran una recuperación en 2021, no hay a la vista motores económicos que empujen una recuperación más sostenida. Recordemos que China tuvo altas tasas de crecimiento luego del 2009, arrastrando a todos los países productores de materias primas. Ahora, el gigante asiático venía desacelerándose y perdiendo el dinamismo de comienzos de siglo. Luego de la pandemia, su economía va a enfrentar una situación catastrófica de sus principales mercados de exportación.
La burguesía y sus instituciones se vieron obligadas a improvisar medidas sanitarias contrarias a su interés económico frente a una crisis no prevista, salvo algunos pocos países que pudieron responder a tiempo sin paralizarse (como Corea del Sur, Taiwán, Alemania parcialmente y otros, que de todos modos se verán golpeados por la depresión mundial). Ahora, los gobiernos y empresarios presionan para que se levanten las cuarentenas sin organizar testeos masivos, con asombrosa carencia de mascarillas y otras elementales medidas de atención sanitaria. Los más descarados, que consideran que las muertes no los perjudican políticamente, apelan a la movilización de sectores de extrema derecha (Trump, Bolsonaro). Los que, por su propia base política y social, quieren mostrarse como más preocupados por la vida, no saben cómo salir ya que no tomaron medidas preventivas. Cuando la pandemia comenzó en China, luego de las mentiras y encubrimientos de la burocracia de Pekín, tuvieron tiempo que desperdiciaron. No buscaron los insumos y materiales necesarios. No podemos olvidar que, en los años previos de alto crecimiento económico, los gobiernos “progresistas” de Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia o Ecuador nunca se propusieron revertir la decadencia de los sistemas de salud pública y siempre promovieron los negocios de la salud privada.
Si bien los contagiados que expandieron la enfermedad fueron sectores de clase media y ejecutivos que viajan habitualmente por el mundo, ni bien comenzó a expandirse masivamente en cada país, los más afectados pasaron a ser, como no podía ser de otra manera, los más oprimidos. Así, en Estados Unidos hay proporcionalmente más fallecidos entre negros e hispanos, así como ocurre también con las y los negros en Brasil.
Como venimos insistiendo desde nuestra Red Internacional, el coronavirus SARS-COV-2 no es responsable de haberse transformado en la pandemia causante de la muerte de centenares de miles de personas y generadora de una depresión con consecuencias sociales brutales. El virus hizo estallar las contradicciones que venía acumulando el sistema capitalista en su etapa de declinación histórica.
2. Toda salida que preserve al capitalismo implicará retroceso y miseria para la clase trabajadora y los pobres de la ciudad y el campo
Esta crisis se basa en las tendencias pos 2008 de bajo crecimiento de la inversión y la productividad, alto endeudamiento (de los estados y las empresas) y burbujas bursátiles, por lo que venía creciendo la posibilidad de una recesión. Pero su carácter extraordinario es que ahora está motorizada y acelerada por las respuestas a la pandemia, transformada en una depresión con horizonte de salida y dinámica difícil de prever. Tiene como condicionante el factor sanitario, donde una segunda ola del virus obligaría a nuevas medidas de paralización económica de no encontrarse previamente una vacuna y estar disponible para el conjunto de la población. La economía que vuelva a ponerse en marcha no será la misma. Áreas enteras quedarán limitadas por un período importante de tiempo, como el turismo y la aeronavegación, y su destino estará en cuestión.
La respuesta a esta crisis por parte de los capitalistas ha sido, por un lado, enormes paquetes de rescate que están rompiendo todos los parámetros fiscales y monetarios (muy superiores a los instrumentados frente a la crisis del 2008) bajo el justificativo de la excepcionalidad de la crisis. Para sus gobiernos (en esto están de acuerdos derechistas y “progresistas”), los rescates tienen como principal destinatario las grandes empresas y bancos, porque su quiebra implicaría despidos masivos y profundización de la crisis. Así, en aras de mantener “el empleo” les entregan billones de dólares que nunca devolverán o lo harán en cómodas condiciones (como ya pasó con los rescates pos 2008). Nadie investigará sus negociados ni las “deudas odiosas” contraídas por los estados para financiar los diversos mecanismos que los favorecen, como la fuga de capitales (esto ocurre con la deuda argentina que está renegociando el gobierno de Alberto Fernández, o la deuda del Fobaproa en México, producto del rescate bancario, que ahora es billonaria y la están pagando los trabajadores).
Los rescates son esencialmente para los grandes capitalistas, y sólo si ellos garantizan mantener sus fabulosos patrimonios a salvo, entonces concederán mantener parte de los empleos, eso sí, más precarizados. En menor medida, se están otorgando ayudas a la población, como los 1200 dólares por única vez a alrededor 70 millones de norteamericanos y el aumento del seguro de desempleo. Son medidas a todas luces insuficientes, pero responden a la necesidad de una casta política desprestigiada que necesita evitar estallidos sociales y una parálisis mayor de la economía. Por supuesto que habrá quiebras y fusiones, aumentando la concentración el capital, y una competencia despiadada y acrecentada, siguiendo las leyes del capitalismo.
Pero los planes de rescate no han permitido aún frenar las tendencias depresivas y el salto en la desocupación, algo que se prolongará al menos en los próximos meses. Esto puede reactuar sobre las empresas endeudadas y estas sobre los bancos (que por ahora se mantienen a flote). La burbuja bursátil tuvo muy fuertes caídas a comienzos de marzo y se mantuvo más o menos estable, pero habiendo destruido nada menos que 4 billones de dólares en activos financieros. El 9/4 la FED habilitó la compra de deuda de baja calificación (altamente especulativa) con lo cual no quedaron prácticamente sectores financieros por fuera de los rescates en EEUU. Los precios de las materias primas siguen hundidos, produciéndose el hecho inédito del petróleo WTI (en Estados Unidos) cotizando a valores negativos dado que los lugares de almacenamiento están prácticamente llenos y nadie quiere comprar a futuro ante la falta de perspectiva. Una muestra de las fuertes tendencias deflacionarias de la economía mundial.
La vulnerabilidad que mostraron las cadenas globalizadas de valor en esta pandemia, generará presiones a la relocalización y reorganización. Sin embargo, para volver atrás esa conquista capitalista construida en las últimas tres o cuatro décadas de expansión de las fronteras del capital, precisarían no sólo aprovechar esta crisis para “orientalizar” las relaciones laborales en Occidente -lo que implicaría una derrota de magnitud- y poder así hacer rentables sus inversiones, sino también realizar nuevas inversiones de gran magnitud -el punto más débil del capital en la última década- para modificar toda la estructura productiva y de comercialización muy extendida que les permitía maximizar sus ganancias. Esta estructura venía cuestionada por sus efectos económicos y sociales sobre amplios sectores “perdedores de la globalización”. Esta crisis la sacude aún más. La mundialización ya no podrá volver a ser como antes. Las tendencias a la regionalización se acrecentarán. Las guerras comerciales como las que alentó Trump (muchas veces como amenazas pero que generaban inestabilidad permanente y respuestas de sus competidores) estarán a la orden del día. Pero los grandes capitales “ganadores de la globalización” y sus representantes políticos opondrán su resistencia, aprovechando el hecho de que los demagogos nacionalistas como Trump o Bolsonaro no sólo cargan con decenas de miles de muertos por la pandemia sino que tampoco pueden mostrar que sus políticas reaccionarias signifiquen mejorar algo las condiciones de vida de los sectores sociales “perdedores”. Frente a esta crisis, igualmente utópicos son los proyectos “soberanistas” de centroizquierda, como el que representa Mélenchon en Francia, o el gobierno “progresista” del PSOE-Unidas Podemos, que no están dispuestos a atacar consecuentemente los intereses de los grandes capitalistas. Repiten la triste historia de Syriza en Grecia.
Como se ve, incluso en los escenarios más “optimistas” (una recuperación en 2021), la crisis plantea ataques sobre las clases trabajadoras y sectores populares, donde cada conquista en condiciones y puestos de trabajo o salariales, por sistema de salud universales y de calidad, contra la destrucción del medioambiente que plantea el cambio climático, deberán ser arrancadas con la lucha, en una perspectiva anticapitalista.
3. Un desorden mundial como en la entreguerra: se profundiza la pérdida de hegemonía de EEUU
En cuanto a las relaciones entre los estados, se está profundizando la decadencia de Estados Unidos como principal potencia. La respuesta de Trump al COVID19 fue catastrófica en su propio territorio. A nivel global, al contrario de cualquier liderazgo, profundizó su curso nacionalista imperialista del “America First”. Contra cualquier gesto mínimamente “humanitario”, profundizó el bloqueo criminal contra Cuba y Venezuela en medio de la pandemia, así como amenazó con acciones militares contra Irán.
Por su parte, la “unidad” europea se demostró como una impostura, con el cierre total de las fronteras y cada gobierno intentando salvarse sin importarle los demás, aunque ahora hagan llamados a la cooperación. En Italia, el pueblo considera más “amigos” a China y Rusia, con sus políticas interesadas de “ayuda humanitaria”, que a Alemania. Sin embargo, por su debilidad económica, las burguesías del sur de Europa no tienen muchas opciones más que someterse al dictado de los imperialismos más fuertes.
China, que se presenta como potencia emergente “ganadora” por el control que logró de la pandemia, mostró también sus grandes puntos débiles. Fue allí donde nació la mortal enfermedad y el gobierno pretendió ocultarla perdiendo valiosas semanas y meses. Nadie puede descartar nuevos brotes. Y lo más grave: se enfrenta a un mundo diferente del que le permitió emerger desde el comienzo de la restauración capitalista a fines de 1980.
Mientras la cooperación se mantiene en el nivel de la generalización de los salvatajes financieros y en torno a los “consejos” de la OMS (cruzada a su vez por las disputas entre EEUU y China), la competencia descarada por los insumos, materiales médicos y eventuales vacunas, es sólo una pequeña muestra de las tendencias al “desorden” mundial que recuerda más a la situación posterior a la Primera Guerra Mundial, que a la posibilidad de crear un “nuevo orden” como luego de la Segunda Guerra, como reclaman los “globalistas”.
Las tendencias guerreristas que ya se habían esbozado hace pocos meses, con la ejecución sin juicio previo y a cielo abierto del general iraní Soleimani por parte de Estados Unidos, han continuado con las amenazas militares a Irán y los ejercicios navales en las costas de Venezuela. Estas tendencias pueden acelerarse a medida que se agudice la crisis y cada potencia tenga presión a actuar de forma más agresiva.
4. Las luchas actuales anticipan que renacerá, con más fuerza, el ciclo de rebeliones previas. Las y los trabajadores de “primera línea” y precarios como eventuales vanguardias
Desde el punto de vista de los explotados, estamos asistiendo a una demostración brutal de la dependencia del mundo capitalista del trabajo humano, particularmente asalariado, pese a todos los avances de la robotización e inteligencia artificial, que siguen siendo esencialmente apéndices del trabajo más que su reemplazo. En este marco, hubo (y hay) innumerable cantidad de conflictos de sectores de la clase trabajadora que reclamaron licencias pagas y se negaron a ser considerados “esenciales”, contra la pretensión de las patronales y los gobiernos. A su vez, dentro de los sectores claramente “esenciales” (como las y los trabajadores de la salud, transportes, alimentación, aseo urbano, limpieza, algunos comercios y bancos, etc.) hubo y sigue habiendo múltiples conflictos en reclamo de equipos especiales de protección, testeos, etc. En Francia, como señalamos en el sitio Revolution Permanente, los sectores de la clase trabajadora que han seguido trabajando y conquistando prestigio social (los “héroes”) están acumulando odio contra la responsabilidad del gobierno respecto a la pandemia y contra los privilegios de los ricos, yendo así en la senda de los Chalecos Amarillos y de la lucha contra la reforma de las jubilaciones que conmovieron al país.
En Estados Unidos, Trump ha aprovechado la situación desesperante de los que se quedaron sin trabajo, para apoyar movilizaciones de sectores de ultraderecha que piden el levantamiento de la cuarentena para reabrir las economías locales. Sin embargo, el nivel de contagio y las condiciones terribles en las que deben trabajar aquellos que aún mantienen sus empleos son una muestra del desastre que implicaría algo así. Como contracara, las luchas y protestas que vienen llevando adelante miles de trabajadores como los de Amazon, Mc Donald’s, Burger King, Dominos, Instacart, Walmart, Whole Foods, entre otros, sin contar la de los y las trabajadoras de salud en todo el país, son un adelanto de lo que puede pasar si millones de trabajadores retornan a sus empleos en condiciones inseguras.
Lo que venimos denunciando con fuerza, es que en todo el mundo la burguesía y sus gobiernos ya están utilizando el salto en la desocupación y la depresión económica para intentar imponer jornadas de trabajo más flexibles y con rebajas salariales. Las empresas que se encuentran paralizadas, en especial donde hay trabajadoras y trabajadores precarios, les pagan sólo una parte de sus salarios, incluso violando las disposiciones de los gobiernos. En México son millones de trabajadores en la industria maquiladora y los servicios obligados a trabajar, a pesar de ser actividades “no esenciales”, y surgen protestas y paros en toda la frontera norte. En Argentina comenzamos a ver trabajadoras y trabajadores precarios de cadenas de comidas rápidas (Mc Donalds, Burger King, etc.) así como otros sectores de trabajadores (de frigoríficos, comercios, bares, restaurantes, etc.) que se organizan contra el pago parcial de los salarios o directamente el despido. Y es posible que, con el levantamiento de las cuarentenas, las patronales reclamen “esfuerzos conjuntos” pretendiendo imponer jornadas reducidas con salario reducido, etc., además de todos los subsidios y beneficios que les están dando los gobiernos a cambio del compromiso de mantener los planteles. En Venezuela, el pueblo trabajador y pobre protagoniza revueltas contra el hambre, el aumento descomunal de precios y el desabastecimiento, en algunas ciudades.
Las burocracias sindicales han cerrado filas con las patronales y gobiernos, entrando en cuarentena absoluta en cuanto a realizar el más mínimo reclamo en defensa de los derechos de las y los trabajadores. En Estados Unidos, llegan a publicar declaraciones felicitando a los empresarios por “tratar bien” a sus trabajadores. En Chile, la CUT, orientada por el Partido Comunista, apoyó una ley en el Congreso que establece la posibilidad de suspensiones sin pago de salario.
Por último, desde el punto de vista de los explotados, se ha hecho mucho más evidente la crisis de los sistemas de salud pública, no sólo donde está ampliamente privatizada sino también allí donde se mantuvo una buena parte pública pero desfinanciada y degradada (ya sea en países centrales como Italia o Francia, o en países dependientes como Argentina y, mucho peor, Brasil). Emergerán con fuerza de la crisis todas las demandas ligadas a sistemas de salud universales y con el equipamiento suficiente como para enfrentar futuras pandemias, así como las demandas frente al cambio climático.
Los procesos de la lucha de clases que venían desarrollándose durante 2018 y 2019, probablemente anticipen que el redoblado ataque a las condiciones de trabajo y vida de miles de millones de trabajadores y sectores populares dará origen a nuevas y renovadas oleadas.
5. El programa que defendemos
Dos días después de declarada la pandemia por la OMS (11/3), publicamos una declaración donde adelantábamos el programa por el cual hemos venido batallando en estas semanas de crisis. Hicimos agitación política en varios países en torno a la demanda de “testeos masivos”. También agitamos y fuimos parte de las luchas por el cese de toda producción no esencial en los países donde se impusieron confinamientos, contra los intentos de la patronal de seguir la producción de autos o aviones no centrales para la crisis sanitaria, como en Airbus en Francia. Exigimos todo el equipamiento sanitario necesario (camas de terapia intensiva, mascarillas, etc.), planteando la centralización y confiscación de las empresas que los producían, bajo control de los trabajadores.
En cuanto al sistema de salud, desde nuestras organización y diarios, así como las y los médicos y enfermeras militantes que son parte del activismo de los trabajadores de la salud en Estados Unidos, Argentina, Chile, Brasil, Francia, Alemania, Estado Español, México, exigimos la centralización de todo el sistema de salud, incluyendo la salud privada, para atender la pandemia, en la perspectiva de su nacionalización para prestar servicios de salud de calidad, con inversión y salarios acordes, bajo control de sus trabajadoras y trabajadores.
Impulsamos la organización de los que debían seguir trabajando para ejercer el control sobre las condiciones de seguridad e higiene, desde los jóvenes empleados de Telepizza en Zaragoza hasta los choferes de autobús de la RATP en los alrededores de París, pasando por los mineros, docentes, médicos, enfermeras, portuarios y obreros industriales nucleados en el Comité de Emergencia y Resguardo en Antofagasta y en Santiago de Chile. A su vez, en cada lugar de trabajo “no esencial”, batallamos por licencias pagas al 100%, contra las suspensiones con rebajas salariales y contra los despidos, exigiendo su prohibición.
Prestamos especial atención a las y los trabajadores precarios, lo que trabajan sin derechos laborales, como los de “plataformas” o aquellos de pequeñas empresas que debieron cerrar, exigiendo subsidios o “salarios de cuarentena” para todos ellos, un ingreso que les permita cubrir sus necesidades mínimas. Defendimos los derechos de las y los migrantes, frente al cierre indiscriminado de las fronteras, dejando hacinados y sin atención sanitaria a los que querían volver a sus hogares o directamente no tenían donde ir. Así ocurrió en Bolivia con trabajadores y familias que querían volver.
Rechazamos el fortalecimiento de los aparatos represivos de los estados, tras la utilización de las policías, fuerzas de seguridad o directamente las Fuerzas Armadas para garantizar el “cumplimiento” de las cuarentenas. Rechazamos el espionaje y el control policial y estatal sobre las personas, con el supuesto fin de “controlar al virus”. Estamos por la más amplia autoorganización de los explotados y oprimidos para ejercer su autocontrol y disciplina.
Para los pequeños comerciantes, cuentapropistas, trabajadores autónomos y demás que dejaron de percibir ingresos, exigimos también subsidios a cargo del estado, condonación de las deudas y créditos baratos. Impulsamos que las organizaciones de la clase trabajadora levanten un programa para hegemonizar a las clases medias empobrecidas, tanto de la ciudad como del campo, disputando esa influencia a los que buscan canalizarlas hacia variantes de extrema derecha.
Planteamos impuestos progresivos a las grandes fortunas que los capitalistas no están dispuestos a poner en riesgo en esta crisis. Denunciamos que los multimillonarios, el 1% más rico del planeta que acumula un obsceno 82% de la riqueza global (según Oxfam), deben comenzar a pagar por la crisis, siendo a su vez investigados por todos los negociados históricos de los que se sirven. En los países dependientes planteamos el desconocimiento soberano de las deudas externas. Planteamos que los bancos y capitales financieros no pueden seguir hundiendo países y regiones, ni cargando al estado con deudas impagables. Se impone la nacionalización de la banca bajo control de los trabajadores, para centralizar el ahorro nacional en función de las necesidades populares y el desarrollo de cada país y región, contemplando a su vez el combate al cambio climático. El monopolio estatal del comercio exterior también se plantea como necesidad en todos los países. En aquellos exportadores de materias primas, permitiría impedir que las rentas se las lleven un puñado de multinacionales agroexportadores, mineras o pesqueras.
Estos puntos los presentamos, en cada país, como parte de programas de lucha que promovemos en las organizaciones de la clase trabajadora, la juventud y el movimiento de mujeres. Luchamos contra todas las burocracias que quieren mantener aisladas las luchas y limitar las demandas de cada sector a los intereses corporativos. Impulsamos el frente único obrero, exigiendo a las direcciones de las organizaciones reales de los trabajadores, acuerdos de lucha que nos permitan “golpear juntos, marchar separados”.
En los países imperialistas enfrentamos el patriotismo reaccionario que enfrenta a los pueblos y el racismo o cualquier forma de discriminación hacia los inmigrantes, que fueron abandonados o directamente expulsados con las cuarentenas. El antiimperialismo es una bandera esencial en esos países, cuyas empresas monopólicas y estados ejercen la más brutal opresión sobre la mayoría de las naciones oprimidas. Exigimos el fin de las sanciones contra Venezuela, Cuba e Irán. Denunciamos el apoyo de Bernie Sanders a la ofensiva imperialista yanqui contra Venezuela, en aras de las “misiones humanitarias”; o la posición pro-imperialista de Jean Luc Mélenchon de rechazar las intervenciones militares … sin mandato de la ONU; o el compromiso de Unidas Podemos con la participación española en la OTAN. Apelamos al internacionalismo de las y los trabajadores, para unir a la clase trabajadora por sobre sus fronteras contra los enemigos de clase.
6. Nuestra intervención en la lucha de clases y la Red Internacional de La Izquierda Diario al servicio de la tarea estratégica central: partido, partido, y más partido
Justo en el momento que se desató la pandemia, habíamos dado un paso unitario muy importante entre las corrientes que nos reivindicamos socialistas y revolucionarias: la Conferencia Latinoamericana que se iba a realizar a fines de abril, convocada por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores de Argentina (PTS, Partido Obrero, Izquierda Socialista y Movimiento Socialista de los Trabajadores), a la cual estaban adhiriendo las corrientes internacionales a las que pertenece cada partido. Se había iniciado la discusión con otras que estuvieran de acuerdo en la convocatoria. Dicha declaración y la realización de la Conferencia cuando las circunstancias lo permitan, representan acuerdos muy importantes para avanzar en un terreno común de intervención en la lucha política y de clases internacionalista.
Nuestras organizaciones promueven este tipo de acuerdos en cada país, buscando avanzar todo lo que se pueda en acuerdos concretos para dar batallas en común. Pero siempre lo hacemos señalando con claridad que nuestro norte estratégico es construir la organización que necesita la clase obrera para vencer no sólo a la burguesía y su estado, sino a sus agentes burocráticos y reformistas al interior de la clase trabajadora, el movimiento de mujeres y la juventud. Las burocracias y corrientes conciliadoras con los regímenes burgueses sólo se limitan a intentar reformar al capitalismo decadente. También nos oponemos a las corrientes que, diciéndose de izquierda y revolucionarias, que buscan acuerdos sin principios con los reformistas. Para estas batallas hacen falta partidos de combate, socialistas y revolucionarios, enraizados en la clase obrera. Por esto luchamos en cada país, como parte de la refundación del partido mundial de la revolución socialista, la Cuarta Internacional.
Al servicio de esta batalla están los diarios de la Red Internacional que han experimentado un enorme crecimiento. Contando sólo el mes de marzo, tuvimos 4,4 millones de entradas en Argentina, 2,2 millones en Francia,1,5 millones en Brasil, 1,4 millones en Chile, 1,2 millones de México, 650 mil en el Estado Español (50 mil en la edición en catalán), 200 mil en Estados Unidos y decenas de miles en Alemania, Italia, Bolivia, Venezuela, Uruguay. Casi 12 millones de visitas de conjunto en un solo mes. Las visitas de abril continúan esa dinámica. Inauguramos La Izquierda Diario Costa Rica, y próximamente haremos lo propio en Perú.
Hemos comenzado a transformar los diarios en “multimedios”, realizando programas de TV en vivo por internet, así como video on demand, podcasts, ocupando todos los terrenos de difusión posible, con informes y entrevistas a compañeros y compañeras de otros países, promoviendo el internacionalismo práctico y militante.
Pero lo más destacado es que, al calor de la crisis, los diarios se han convertido, con lógicas desigualdades, en canales de expresión de miles de trabajadores que los han tomado como su canal para difundir denuncias, luchas, reclamos, a través de nuestra militancia en la clase trabajadora y la juventud o enviando sus denuncias directamente a los diarios. Creemos que así los diarios cumplen la función de agitadores y organizadores en la mejor tradición leninista.
En el fundamental terreno de la lucha ideológica contra las corrientes posmodernas, populistas, feministas no socialistas o reformistas de todo tipo, editamos revistas de debate teórico no sólo político, sino sobre historia, filosofía, arte y ciencia, así como organizamos cursos on line de teoría marxista, feminismo socialista y otros, que se pueden consultar en las páginas de nuestros diarios.
7. Vamos a organizar un gran acto internacional simultáneo
El 1 de mayo, día internacional de los trabajadores, haremos un acto simultáneo internacional, con oradoras y oradores de las organizaciones que firmamos esta declaración, traducido a cada idioma, que transmitiremos por internet previo al acto del Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad de Argentina. Ambos se podrán ver desde las plataformas de cada uno de nuestros diarios, en los horarios que correspondan a cada país. En estos actos se expresarán las batallas que venimos dando en cada país y a nivel internacional, como hemos señalado en esta declaración.
Invitamos a todos los compañeros y compañeras a ser parte de estos actos, para dar un paso más en construir la “primera línea” de luchadores y luchadoras por una salida de fondo, de la clase trabajadora, socialista y revolucionaria.
La Fracción Trotskista - Cuarta Internacional está conformada por las siguientes organizaciones: Argentina: Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), Brasil: Movimento Revolucionário de Trabalhadores (MRT), Chile: Partido de Trabajadores Revolucionario (PTR), México: Movimiento de Trabajadores Socialistas (MTS), Bolivia: Liga Obrera Revolucionaria (LOR-CI), Estado Español: Corriente Revolucionaria de Trabajadoras y Trabajadores (CRT), Francia: Courant Communiste Révolutionnaire (CCR) que forman parte del NPA (Nouveau Parti Anticapitaliste), Alemania: Revolutionären Internationalistischen Organisation (RIO), Estados Unidos: compañeros de LeftVoice, Venezuela: Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS), Uruguay: Corriente de Trabajadores Socialistas (CTS)
Firman también las organizaciones simpatizantes: Italia: Frazione Internazionalista Rivoluzionaria (FIR), Perú: Corriente Socialista de las y los Trabajadores (CST) y Costa Rica: Organización Socialista. |