El Dr. Sirous Asgari se encuentra recluido en el centro del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos localizado en Winn, cerca de Alejandría, en el estado de Louisiana. Un verdadero campo de concentración que solamente tiene capacidad para 400 personas, pero que tiene hacinamiento por el número de detenidos.
Louisiana, hasta el cierre de esta nota, contabilizaba 27,660 casos confirmados de COVID-19 y 1802 defunciones. Asgari fue detenido desde el año pasado acusado de filtrar información clasificada usando como cobertura su puesto como profesor en una universidad de Ohio y denunció el mes pasado que "no sobrevivirá", ya que las autoridades del ICE están haciendo poco para prevenir la extensión del coronavirus.
Aunado a eso, Asgari habría sido declarado inocente de sus cargos desde noviembre del año pasado, pero ICE lo mantiene recluido. Su abogado, agentes del gobierno iraní y ONGs de derechos humanos han exigido su libertad y que se le dé acceso a atención médica, pero eso no ha sucedido a pesar de que Asgari tiene antecedentes de enfermedades respiratorias.
Desde el pasado martes resultó positivo en la prueba de COVID-19, declarando que "prefiere dejar este sucio lugar". El trato a gente extranjera por parte del gobierno de EE.UU. es realmente denigrante. Las instalaciones del ICE han sido usados para mantener detenidos a decenas de miles de migrantes legales e ilegales, la mayor parte de origen latinoamericano y con casos escandalosos como el de recluir a niños migrantes.
El caso de Asgari demuestra que el gobierno de Trump no tiene reparo en detener gente que ha vivido por décadas en el país, siendo los más vulnerables los que provienen de países dependientes y en especial aquellos considerados como enemigos o riesgos para la seguridad de EE.UU. Un absurdo al que lleva el frenesí nacionalista y xenófobo en un mundo que cada vez muestra la obsolescencia de las fronteras.
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