Aunque hoy las calles no agiten banderas.
A pesar de no haber fraternos abrazos y extensos pasos.
Aunque las avenidas no rebalsen de humanidad.
El mundo será nuestro.
Incluso con los trapos guardados esperando la salida.
Las cañas añorando nuevas travesías.
Y los cánticos aguardando ser fuertes melodías de protesta.
El mundo será nuestro.
Contra los viles parásitos de la empresa
que acaparan el oro, desangran la tierra
y esparcen miseria a través de los siglos.
Contra los obsecuentes aduladores de la codicia
que venden al mejor postor el sudor del pueblo entero
Desde aquella Comuna parisina a la Rusia roja.
El Chicago mártir y el Mayo Francés.
Llegando al Cordobazo y otros azos nuestros.
Con nuestros 30 mil y por los pibes caídos por la maldita gorra.
En nombre de las mujeres asesinadas por tan solo ser.
Por la libertad de los cuerpos diversos.
Junto a los ojos perdidos de Chile, el clamor del chaleco amarillo
y la pollera boliviana que grita ¡Libertad!
Somos la primera línea contra la pandemia y otras tantas epidemias.
Encendemos la luz del día y el motor de la historia.
Porque torceremos el rumbo.
Y el grito de los caídos en el campo
será la sustancia de nuestra lucha.
Romperemos las cadenas.
Expropiaremos el aire que nos fue robado.
Forjaremos, como todos los días en la contienda, una humanidad hermosa.
Somos los obreros que movemos el mundo.
Y el mundo, libre, será nuestro. |