El hecho ocurrió el pasado jueves 30 de abril. Las familias exigen soluciones de parte del municipio encabezado por Osvaldo Cáffaro, del Frente de Todos. Hasta el momento solo recibieron carpas y viandas.
Desde La Izquierda Diario venimos denunciando las condiciones de hacinamiento en la que viven más de 70 familias del barrio Costanera Sur (ex Ferry), hace unas semanas, apenas se dictó la cuarentena obligatoria, los vecinos denunciaban que habían quedado aislados del resto de la ciudad y sin agua corriente, en medio de la crisis sanitaria.
En el día de ayer, la crecida del río provocó un derrumbe que se llevó cuatro casas. La respuesta que tuvieron por parte del Estado fue la instalación de carpas y repartición de viandas. Pero no mencionan que va a pasar con las familias que quedaron sin vivienda.
Débora, vecina del barrio, se contactó con La Izquierda Diario para denunciar el hecho. Este es el impactante testimonio sobre el momento del derrumbe: “esto empezó en la madrugada de ayer, los vecinos empezaron a escuchar ruidos, se hizo un canal abajo de la tierra, se empezó a comer el piso y a llevarse por delante todo lo que venía en el camino. Se cayeron árboles enteros y en total son 4 o 5 casas las que se llevó la corriente, fue en un segundo.”
Lo que genera bronca y angustia entre los vecinos es qué va a pasar ahora. La incertidumbre se suma al dolor por la pérdida de sus casas. “Hay peligro de derrumbe, lo que nos dijeron hoy es que va a quedar el barrio entero con peligro de derrumbe, pero aún no saben cómo reubicarnos. Todo lo que dicen que van a hacer es provisorio, pero la gente perdió su casa para siempre, no provisoriamente. Hace años nos vienen prometiendo viviendas que nunca aparecen, la gente que se quedó sin casa tuvo que recurrir a casa de familiares.”
Sobre las responsabilidades que hay detrás de esta situación, Débora nos contó: “el intendente del Frente de Todos, Osvaldo Cáffaro se lavó las manos; hay gente que se quedó para vigilar lo poco que tienen, se quedaron sin luz porque los postes se cayeron y cortaron la electricidad, estamos todos con miedo y esperando porque el río se sigue llevando las casas”.
Las demandas de los vecinos son claras: “necesitamos que nos reubiquen en un lugar fijo no provisorio, no pedimos un galpón para quedarnos en resguardo, pedimos viviendas dignas hace años. Nos prometieron viviendas y no nos dieron nada, vinieron funcionarios de Moreno y CABA, gente que no sabemos quiénes son y nos dijeron que iban a ver qué se podía hacer, solo nos dieron viandas, y uno de los funcionarios nos reprochó que "por qué no lo habíamos pedido antes", un caradura. Seguimos insistiendo en que abran los caminos, si se siguen derrumbando las casas no tenemos para donde salir, estamos encerrados literalmente. ¡Nos tienen que dar una salida urgente!”
La respuesta que brinda el Estado a la cantidad de personas sin techo que crece alarmantemente (recordemos que en CABA la cifra ya supera las 7000 personas) son refugios que resultan totalmente insuficientes. Allí el distanciamiento social necesario para prevenir el contagio de COVID-19 es imposible. Mientras tanto los lujosos hoteles turísticos de las grandes ciudades permanecen cerrados.
También quedan afuera de todo protocolo de salud los asentamientos y barrios más precarios donde viven familias enteras en diez o veinte metros cuadrados de techo sobre delgados tabiques que apenas separan de otro cuarto similar. Casas improvisadas que se multiplican a lo largo de calles de tierra, sin desagües, sin cloacas o mal hechas que se tapan con diez minutos de lluvia. Barrios donde es habitual que se corte la provisión de agua potable, donde cuesta carísimo comprar la garrafa de gas para cocinar los alimentos que con dificultad pueden conseguir en época de cuarentena.
En villa 31 hoy hay 57 casos de covid 19. El sábado había 3. Creció exponencialmente en pocos días y siguen SIN AGUA. El @gcba respondió que es tema de Aysa por un caño roto. Se tiran la pelota y la gente se sigue enfermando. Demencial. No dicen cuando se resuelve. pic.twitter.com/2a6RSKXyN2
Una pandemia como la que estamos viviendo es una catástrofe mundial, las huellas del capitalismo están en la escena del crimen de la aparición cada vez más frecuente de virus altamente contagiosos. Lo que esta situación deja al descubierto, es la irracionalidad de un sistema que no puede resolver una emergencia de salud a nivel global como tampoco puede solucionar el crónico problema de la vivienda.
La mayor parte de la población mundial vive en barrios precarios, con hambre y mínima o nula atención sanitaria y esto se ve, o se muestra, como un costo que hay que pagar. Se naturalizan las condiciones en que millones sobreviven. Un plan nacional de vivienda puede ser la oportunidad de resolver definitivamente la crisis habitacional, al tiempo que sería una fuente de trabajo para los miles de desocupados de la construcción.
La necesidad de créditos habitacionales accesibles para el pueblo trabajador, hace urgente poner en discusión la nacionalización de la banca y su transformación en una banca única estatal bajo gestión de sus trabajadores, para que los recursos económicos estén a disposición de las necesidades sociales, no de los especuladores y fugadores seriales.
Desde el PTS en el FITU, venimos levantando un programa integral ante la crisis social y económica abierta por la emergencia sanitaria. Es necesario que millones conozcan este programa, lo abracen y difundan para que se impongan las necesidades del pueblo trabajador, sobre los intereses de los capitalistas.