Esta semana el gobierno de Sebastián Piñera tuvo un rotundo fracaso sanitario. El día miércoles reconocieron que no estaban siendo contemplados los casos de pacientes positivos asintomáticos, es decir que estos no estaban siendo contabilizados en las cifras acumuladas del país.
Mañalich señaló “Incorporamos al día de hoy, dos tipos de personas notificadas como positivas para coronavirus: primero, lo que hemos informado siempre, los pacientes que tienen síntomas y que tienen un examen positivo para la enfermedad y en segundo lugar, y esto es lo nuevo, personas que no tienen síntomas y que han estado en contacto estrecho con alguien que sí ha estado enfermo y que tienen un PCR positivo”.
Esto disparó las cifras diarias del gobierno con lo que a los 985 nuevos contagios diarios del día viernes primero de mayo este sábado se sumaron 1.427 nuevos casos (dando un total de más de 18.435 contagiados), con lo que Chile entró en el despreciable ranking de los 15 países con más contagios en 24 horas.
Con esto se revela el fracaso sanitario de la estrategia de gobierno de mantener baja la curva de contagio realizando pocos testeos de manera de solventar la vuelta a la normalidad.
Sin embargo, la acción del gobierno también se vio marcada por su respuesta ante los reclamos populares. Este domingo 26 y lunes 27 fueron fechas simbólicas, tanto por el frustrado plebiscito (que ahora se realizaría en octubre) como por el día de Carabineros (institución profundamente odiada por la población), lo que se hizo sentir en las calles con protestas y cacerolazos.
El gobierno dejó claro que sólo nos podemos reunir para producir, pero no para reclamar nuestros derechos. Entonces se encargó de apagar cualquier grito de protesta. En Antofagasta, por ejemplo, tuvimos una semana marcada por militarización de calles (en particular la Avenida Salvador Allende, que conecta la ciudad con la minería), el allanamiento de activistas y nuevas prisiones preventivas.
Otro tanto lo dejó ver el día internacional de los trabajadores, con dura represión en Valparaíso y en Santiago, con detenciones a periodistas y reporteros, incluyendo una detención en vivo, como así también la detención de dirigentes sindicales, incluyendo la insólita detención de Nolberto Díaz, vicepresidente de la Central Unitaria de Trabajadores.
El gobierno tiene el descaro de hablar de “retorno seguro”, pero ¿a que clase de retorno seguro nos quiere llevar Piñera? El retorno seguro de Piñera incluye represión, imposibilitando que podamos reunirnos a protestar contra las medidas que viene implementando contra el pueblo y los trabajadores, quiere que agachemos la cabeza para volver a los trabajos en el momento más alto de la pandemia.
La estrategia del gobierno no cambia. El retorno seguro es trabajar hasta enfermar y enfermar para morir, con el sistema de salud colapsado, con cientos de funcionarios contagiados y su primer fallecimiento, con el desempleo en un 8,2% y una gran cifra oculta. En la estrategia del gobierno lo único seguro son los ingresos de los empresarios.
Los trabajadores y el pueblo podemos dar una respuesta. Necesitamos retomar el camino que dejó planteado el paro nacional del 12 de noviembre, que unió la fuerza de la clase trabajadora con la combatividad de las poblaciones. Un gran obstáculo para esto es la tregua que la CUT mantiene con el gobierno, que, en vez de llamar a los trabajadores a la organización ante los despidos, las suspensiones, incluso ante la detención de sus dirigentes, prefiere los tribunales en vez de la organización.
Para estar mejor preparados para dar estas batallas necesitamos organizar la resistencia, mostrando que no tenemos porque resignarnos a estos ataques, necesitamos la mas amplia solidaridad con los trabajadores que enfrenten los despidos y las suspensiones, repudiando y denunciando todo acto de represión por parte del gobierno y exigiendo la inmediata implementación de un plan de emergencia para enfrentar la pandemia de un modo que no sea a costa de nuestras vidas. |