En la actual crisis sanitaria, económica y social que se ha profundizado en el marco de la pandemia del covid-19, uno de los sectores más golpeado y discriminado es el que corresponde a las trabajadoras del hogar. Las mujeres que día a día se dedican a mantener la limpieza y el cuidado de hogares ajenos, perciben un salario mínimo que no llega a los 18.000 pesos. Una mísera cifra teniendo en cuenta que muchas son sostenes de hogar y que, durante el mes de marzo, una familia de cuatro integrantes necesitó 41.994,86 pesos para superar el umbral de pobreza y 17.353 pesos para no ser indigentes.
En marzo de este año, sale por decreto la Resolución N°1/2020 de la Comisión Nacional de Trabajo en Casas Particulares un incremento del diez por ciento 10%) sobre la escala salarial aprobada mediante Resolución CNTCP N° 1/19, de acuerdo lo publicado en el boletín oficial. El mismo sería en dos partes no acumulativas, 5% en marzo y el restante a partir del 1 de mayo, que sumados a la cifra básica apenas supera el salario de indigencia.
Este sector que compone el trabajo doméstico y tareas de cuidado es mayoritariamente femenino y con un 70% del mismo sin regular, sufre las peores consecuencias en medio de la crisis sanitaria, económica y social que agudiza la pandemia. A pesar del DNU dictado por Alberto Fernández, los despidos y las suspensiones son moneda corriente, las peleas que dan las trabajadoras semana a semana para cobrar su salario son cotidianas y los esmeros de los patrones para hacerse los desentendidos también. A esta problemática, se le suma las dificultades para el cobro del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) que las mismas trabajadoras manifiestan diariamente en las páginas que los sindicatos (UPACP y UTDA) tienen en las redes sociales.
Mujeres que no cobran su salario por haber quedado fuera de circulación por los límites de la cuarentena y que sus patrones optaron por no mantener sus salarios, o fueron despedidas y tampoco, por diferentes trabas, no pueden acceder a los 10.000 pesos que otorga el gobierno, que sigue siendo un monto muy lejano para que una familia no sea considerada indigente.
A la vez, este sector sufre la presión patronal de trabajar sin retiro, es decir, "cama adentro". En este sentido, muchas mujeres que realizan tareas de cuidado y domésticas tuvieron que dejar a sus familias para recluirse con sus patrones y no perder sus puestos en medio de la pandemia.
- "Me tuve que quedar, hay que cuidar el trabajo"
- "No quería estar cama adentro porque tengo hijos chicos, pero bueno, no me queda otra"
El Ministerio de Trabajo de la Mujer Géneros y Diversidad tanto nacional como provincial, parecen no oír los reclamos de más de un millón de mujeres trabajadoras pobres, inmigrantes en un 10%, que incluso denuncian entre las últimas no poder cobrar la ayuda por discriminación y que están siendo arrojadas al trabajo cuasi esclavo.
El gobierno otra vez, se sienta a negociar con los empresarios y los sindicatos, pero a las trabajadoras y trabajadores les da la espalda. Esto se puede ver simplemente con el recorte al salario del 25% negociado entre las CGT y la UIA con el aval de Alberto Fernández.
Los grandes ricos del país, quiénes suelen tener empleadas "domésticas" y habitan los barrios privados, están acumulando ganancias siderales fundamentalmente los bancos y laboratorios, sin embargo, los que son recortados en sus medios de vida son siempre las y los trabajadores.
Las trabajadoras del hogar exigen por los medios que tienen hoy, virtualmente, que se las regule y que se respete el pago del salario en cuarentena, a su vez a muchas, sus patrones les dejan de contestar. Quieren y necesitan mejores condiciones laborales, aumento de salarios y obra social. Comentarios de este tipo exigiendo respuestas a los gremios del sector se pueden ver en las redes sociales: la urgente regulación de más de un millón de mujeres trabajadoras que sufren en sus espaldas la carga de la crisis en curso. |