El día de la madre se hacen poemas y dibujos en la escuela. La creatividad, la dedicación, el aliento, se conjugan con el amor. Es un hito importante en el calendario. Antes también lo era el combate naval de Iquique, el natalicio de Bernardo O´Higgins en Agosto y uno hacía carpetas con hojas de papel oficio perforadas y unidas por una cinta, se utilizaban imágenes recortadas pegadas y uno se entretenía con títulos subrayados en colores. De ese modo se iban armando los tiempos de la infancia: la fiesta del 18, la del 12 de octubre, el mes de María en los colegios católicos. Todo esto me pareció una tontería cuando me volví republicana, feminista anticatólica, pero hoy recuerdo cuánta tranquilidad proporcionaba la definición de estos momentos a lo largo del año. Además, cuando entro a un supermercado y veo las ofertas y promociones del día de la madre, creo que prefiero mi antiguo calendario escolar. Marzo era la época de escribir bien ordenadito en el cuaderno, la fecha de la clase con letra cuidada: "13 de marzo" con el entusiasmo de comenzar algo nuevo y la paz de saber que pasara lo que pasara, después venía abril, y luego mayo.
Este tiempo de cuarentena a muchos les parece un tiempo igual a sí mismo, como que no pasara, como si estuviéramos congelados en una horrible pesadilla de ciencia ficción.
El futuro que imaginaron los soñantes se ha hecho realidad.
El corona virus encarna en el saludo de mis vecinos por watsap: "otro día de la marmota".
Los ciclos temporales son muy importantes para los seres vivos, constituyen una noción básica de ubicación espacio/temporal imprescindible para la supervivencia. Los ancianos o las personas que por alzaymer u otro problema pierden la noción del tiempo y no saben qué día es ni exactamente dónde están y cómo llegaron, se vuelven agresivos pues el perder esas coordenadas básicas es una señal inequívoca para el cuerpo de que nos encontramos en peligro y naturalmente, sentimos ansiedad.
Hay gente que sueña con vivir en el planeta Marte en unas ciudades como la nave de la guerra de las galaxias, pero también hay muchas personas para quienes algo muy parecido ocurre cuando en toda su jornada no ven la luz del día. Trabajando en un mol 12 horas diarias, saliendo de casa antes de que amanezca y volviendo cuando ya oscureció. Otros, más alegres se encuentran muy adaptados y según eso ordenan sus vidas en torno al tiempo que les marca las ofertas del super o de la tele: el día de la madre, el del padre, el 18 de septiembre, halloween, navidad, año nuevo, vacaciones, temporada escolar, huevitos de pascua y así seguimos corriendo como un ratón en la rueda de su jaula crediticia.
Hemos cambiado la fiesta por la compra, hipotecando ni más ni menos que nuestra humanidad, nuestro tiempo, nuestra única oportunidad sobre la tierra, la vida misma, la cualidad de ser, propiamente humanos. El tiempo siempre se impone puesto que el tiempo es un Deseo Cósmico. ¿Pero quién de nosotros logra distinguir un tiempo impuesto por los ciclos de consumo (y no solo de producción)?
Eso será hasta que volvamos a entender el recorrido del sol, y un luminoso carro nos saque de la diabólica rutina. Hasta que sea la dignidad, la que se haga costumbre. |