Las patronales hoteleras siempre nos superexplotaron. Pero ahora usan la pandemia para ajustarnos y precarizarnos aún más. La dirigencia de Uthgra y los funcionarios las acompañan. Si nos organizamos podemos impedirlo.
Desde que comenzó la cuarentena se fue agravando la ya difícil situación que vivimos las trabajadoras y los trabajadores del gremio hotelero, con rebajas salariales, suspensiones y despidos. Y el sindicato, la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (Uthgra) conducido por Luis Barrionuevo… bien gracias.
Esta situación de ataque a nuestros salarios y condiciones de trabajo no es nueva. Las patronales hoteleras siempre se han manejado así, con la complicidad de la burocracia sindical de la Uthgra. Barrionuevo, en sus últimas apariciones mediáticas, no duda ni un segundo en afirmar que estaba dispuesto a aceptar que nos reduzcan hasta un 25 % de nuestros salarios para que “no se sumen al mundo de los millones de desempleados”.
De esta manera les da el aval a los empresarios para que descarguen toda su “crisis” sobre las espaldas de la clase trabajadora. Pero a esos empresarios plata no les falta. Pueden afrontar el pago de salarios, ya que la mayoría son firmas extranjeras que manejan cuantiosas ganancias en dólares. Eso lo sabemos perfectamente quienes trabajamos en esas empresas.
Es cierto que la industria hotelera es de las más afectadas por la pandemia que imposibilita el turismo. Pero no es menos cierto que los que pretenden descargar esta situación sobre nuestros bolsillos con descuentos, suspensiones y despidos, amasaron fortunas durante el último tiempo. Fortunas a las que, obviamente, nunca accedimos pese a ser quienes las generamos.
Como siempre, sus enormes ganancias, conseguidas sobre el esfuerzo de las trabajadoras y los trabajadores, son privadas. Pero las pérdidas no. De esas quieren que hagamos cargo todas y todos.
Un caso emblemático es el reciente cierre del Hotel Castelar. Como cuenta su propio personal, ahora la patronal presiona para para que “arreglen” el cobro de sólo un 35 % de la indemnización que les corresponde.
Hay que tener en cuenta que, de por sí, el trabajo que hacemos les empleades en los hoteles suele ser de superexplotación, con contratos precarios y donde, por ejemplo, las mucamas son obligadas a hacer (como mínimo) trece habitaciones por día (lo que da la suma, en 24 días laborales, de unas 312 habitaciones al mes).
Es imposible, de esa manera, llegar a la edad jubilatoria trabajando. La gran mayoría pasa a engrosar las filas de los denominados “rotos y rotas laborales”.
Actualmente, en un alto porcentaje no hemos cobrado la totalidad del sueldo de marzo y nada de abril. Quienes tuvieron la suerte de cobrar sólo lo hicieron en un 50 % y encima abonado por la Anses u otras dependencias estatales.
El mismo Estado, decreto mediante, prohibió de manera ficticia despidos y suspensiones, porque en verdad los empresarios siguen haciendo de las suyas. Mientras el Gobierno se niega, acompañado por Juntos por el Cambio, a dar tratamiento al Proyecto de Ley del Frente de Izquierda Unidad para prohibir en serio los despidos, las suspensiones y las rebajas salariales.
En este contexto de crisis hay que recordar que existe otra salida. A pocas cuadras del Hotel Castelar de la Avenida de Mayo de la Ciudad de Buenos Aires, tenemos el ejemplo del Hotel Bauen de Avenida Callao 360.
En 2003, tras una larga lucha por recuperar sus puestos de trabajo tras el cierre orquestado por la patronal en diciembre de 2001, las trabajadoras y los trabajadores del Bauen lograron hacerse cargo de la gestión y pusieron en pie la cooperativa con la que hasta hoy manejan sus instalaciones.
Esa gestión obrera nunca dejó de luchar contra todos los intentos de desalojo de parte del Estado a lo largo de los años e incluso contra un veto (en diciembre de 2016) del por entonces presidente Macri de una ley que autorizaba la expropiación del inmueble y entrega a la cooperativa.
Es bueno y oportuno recordar la experiencia del Bauen porque, como dijo en aquellos años de recuperación de empresas Celia Martínez, obrera de la fábrica recuperada Brukman, “si podemos manejar una fábrica, podemos manejar un país”.
La crisis en curso vuelve a poner sobre la mesa una realidad difícil y un futuro incierto para miles de trabajadoras y trabajadores que ven cómo las patronales arreglan por arriba con los funcionarios mientras por abajo precarizan, suspenden, despiden y hasta cierran empresas con la excusa de la pandemia. Frente a eso, las trabajadoras y los trabajadores no podemos quedarnos de brazos cruzados. Mucho menos con personajes nefastos como Barrionuevo al mando de nuestros sindicatos.
La Izquierda Diario te invita a hacer tus denuncias (siempre preservando tu identidad), seas del gremio del turismo, hotelero y gastronómico o de cualquier otro. Tenemos que organizarnos y enfrentar los ataques orquestados por empresarios, funcionarios y burócratas sindicales. El futuro está en nuestras manos.