A finales de marzo, Palacio de Hierro notificó por medio de un comunicado la decisión de cerrar todas sus tiendas hasta nuevo aviso para garantizar el bienestar de sus clientes y trabajadores. Sin embargo, desde entonces se nos ha obligado a cubrir guardias a puerta cerrada. Algunas compañeras nos preguntamos: ¿Este trabajo es esencial en estos momentos? ¿A qué responde?
Por supuesto que no es de vital importancia, pero no quieren perder la oportunidad de seguir generando ganancias sin importar que nuestras vidas estén expuestas al trasladarnos o al laborar en tienda. Por ejemplo, cuando ingresamos a las tiendas por el área del personal sólo nos revisan la temperatura y se nos otorga un cubre bocas, pero ¿qué pasa con las personas que están infectadas sin síntomas? o ¿con las personas que expresan otros síntomas del virus que no solo es fiebre?
Esto muestra que no hay garantía de que no nos contagiemos, ni que evitemos contagiar a nuestras familias. En plena fase 3, con un alto incremento de pacientes con requerimientos de hospitalización y un índice de mortalidad alarmante, es criminal que se nos obligue a laborar a puerta cerrada en nuestras tiendas para garantizar las ventas en línea para aprovechar fechas como las del 10 de mayo.
Empresas como Palacio de Hierro y las pertenecientes a Grupo Salinas son dirigidas por los hombres más ricos de México, que actúan en total impunidad, obligándonos a trabajar aunque no seamos sectores esenciales, ni se diga de los abusos que cometen contra las y los trabajadores de limpieza que a puerta cerrada siguen garantizando la higiene en sus tiendas bajo contratos por outsourcing, cabría preguntarse: ¿Y cómo pagaran el acceso a la salud ante un contagio? ¿Quién se hará responsable?
Además, estos magnates empresarios son responsables de crímenes como la muerte de Huvy (joven trabajador y estudiante en la UACM), que contrajo el coronavirus laborando en unos de los call center que opera para Grupo Salinas. Y en el caso de Alberto Bailléres, es dueño de Industrias Peñoles y Palacio de Hierro, en estos dos últimos meses tuvo una reducción a su fortuna a 6 mil 400 millones de dólares, por lo que ya anunciaron una nueva modalidad de ventas bajo el modelo SERVIR, lo que va implicar una mayor presión e inversión de horas de trabajo, que se traduce en explotar más a sus trabajadores en cuanto se abran sus tiendas para recuperar las perdidas (lo que seguro incluye recorte de personal, principalmente de medio tiempo y fines semana) mientras ahora desacata la suspensión de labores con el aval de poder vender en línea para no dejar de generar ganancias millonarias.
Entonces, nos preguntamos: ¿Habrá una verdadera suspensión de labores en este tipo de empresas para salvaguardar la vida de sus trabajadores? ¿Se tomarán acciones contra estos empresarios? ¿El gobierno de la 4T enfrentará a estos empresarios? ¿O los trabajadores seguiremos poniendo los muertos?
¡A organizarnos, no tenemos nada que agradecer!
Previó a la pandemia ya era difícil mantenerse laborando en condiciones de precarización, ahora en estos momentos nos ponen en un lugar dónde pareciera que debemos agradecer calladas, pues somos afortunadas de conservar el empleo ante los más de 700 mil despidos y suspensiones con rebaja salarial de múltiples empresas.
Encima, los días que no nos tocan guardias en tiendas nos exigen realizar cursos en sus plataformas y reuniones virtuales, sin respeto de la jornada laboral, naturalizando que estamos a su disposición (nuestros tiempos les pertenecen), avalado por la secretaria del trabajo que planteo que se podía laborar bajo el home office pero sin ninguna regulación para la patronal.
Nos imponen aceptar todos sus abusos, negligencias y crímenes por miedo a perder el trabajo, pues aunque nos pagan el salario mínimo y una compensación miserable equivalente al salario (sin nuestras comisiones porque no hay ventas). En estos momentos no podemos darnos ese lujo, pues nuestras familias dependen de estos ingresos. Pero, ¿qué pasa si nos contagiamos?, la opción es soportar que se agrave nuestra salud o quizás la muerte. Para no llegar a esta difícil decisión, se hace necesario desde ahora defender nuestras vidas de la vorágine empresarial, lo cual implica exigir que todas las tiendas departamentales implementen un seguro de contingencia con carga para la patronal, por un monto equivalente a los ingresos medios (salario más comisiones), para que las trabajadoras y trabajadores puedan quedarse en casa, comprar despensa para sus familias y satisfacer lo mínimo durante todo el periodo de la crisis sanitaria.
Nuestros tiempos no les pertenecen a estos magnates, no podemos permitir que normalicen imponernos trabajo o llamarnos en horas fuera de nuestra jornada porque esto implica aceptar que avancen con sus mecanismos de explotación.
¡Hay que pelear por una vida que merezca ser vivida! ¡Súmate a enviar tu experiencia en tu centro de trajo o cómo estás viviendo el home office con plataformas que te miden los tiempos e incluso coméntanos como enfrentas el hostigamiento de los jefes!
Formulario para enviar tu denuncia aquí.
*Rafaela Jiménez es trabajadora de Palacio de Hierro |