El presidente Alberto Fernández y el gobernador bonaerense Axel Kicillof recorrieron este martes la planta que la automotriz alemana Volkswagen tiene en la localidad de General Pacheco, en el norte del Gran Buenos Aires. La patronal organizó un “acto” para celebrar la reapertura del plan productivo en medio de la cuarentena.
La elección de Volkswagen no parece ser casual. De hecho en su discurso Alberto Fernández elogiaría nada menos que a Angela Merkel, primera ministra de Alemania (donde la empresa tiene su casa matriz) y una de las mandatarias imperialistas que más apoya las gestiones de la Casa Rosada ante los acreedores internacionales. Los elogios y halagos de los funcionarios a la gerencia de la empresa estaban, naturalmente, muy bien pensados.
Pero en Argentina VW, y eso lo saben tanto al presidente como todos los funcionarios y la dirigencia del Smata, se caracteriza por atacar constantemente los derechos de sus trabajadores y trabajadoras. Y encima es una multinacional que, sin crisis pero con la excusa de la pandemia del Covid-19, logró que el Gobierno le entregue subsidios mediante el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y a la Producción (ATP), pagando con ellos parte de los salarios.
El acuerdo de reactivación festejado hoy fue discutido con el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (Smata). Vale recordar que el mismo secretario general Ricardo Pignanelli había firmado, tiempo antes que lo hicieran la CGT y la UIA, un acuerdo por suspensiones con rebaja salarial del 30 % (más que lo pactado incluso entre la central sindical y la Cámara empresaria.
El sindicato automotriz tiene larga data de traiciones y de patear en contra de los derechos laborales. Siempre, claro, en favor de las empresas. Por eso no es de extrañar que al finalizar el acto en VW sus representantes se “desesperaran” por aparecer en la foto.
Discurso gerencial
Axel Kicillof abrió el acto (o acting) diciendo que “hoy en Volkswagen no hay normalidad, la normalidad no existe más, es un sueño, una fantasía”. Pero no mencionó ninguna de las “anormalidades” sufridas por los propios obreros de esa empresa.
El Gobernador agregó que se necesita “una completa colaboración con las tres patas del proceso productivo, los empresarios, los trabajadores y el Estado”. Pero lo dijo en un contexto en el que los empresarios presionan (ganando en general sus batallas), el Estado juega para ellos y los trabajadores pagan la crisis. El pedido del gobernador, así, suena definitivamente a mayor ajuste y ataque a la clase trabajadora y los sectores populares.
Por su parte el presidente Fernández elogió las supuestas medidas de “prevención sanitaria” de la empresa. “Al presidente de la VW global lo que más le preocupó fue preservar la salud de los que trabajan”, dijo casi como si fuera un vocero patronal. Una mentira bastante grande, como la de la supuesta crisis que argumenta la gerencia que amasa millonarias ganancias.
El mandatario agregó que es necesario “privilegiar la salud de la gente”. A su lado sonreía nada menos que Malena Galamirini, titular de Agua y Saneamientos Argentinos (AYSA), una de las responsables directas de que 46.000 personas de la Villa 31 no tuvieran agua durante semanas en medio de la cuarentena obligatoria. Como se sabe, esa sequía fue un factor clave en el contagio masivo de habitantes del barrio que derivó en el fallecimiento de Ramona Medina, de Víctor Giracoy y de otros vecinos.
Fernández finalizó diciendo que estaba “encantado de abrir una empresa de la talla de Volkswagen, que cuida a su gente como me cuenta el sindicato y la empresa”.
El detrás de la escena
Como si todo se tratara de una puesta en escena, la patronal obligó a los operarios de la planta de Montaje a quedarse media hora más de su turno para no vaciar las líneas de producción ante la recorrida de Fernández y Kicillof. Obviamente, esa media hora más de trabajo nunca será considerada “extra” ni nada por el estilo.
En diálogo con La Izquierda Diario operarios que estaban cumpliendo obligadamente ese “sobreturno” por exigencia de gerentes y delegados, denunciaron cómo es el verdadero trato de la multinacional para con sus trabajadores.
“Por un lado es terrible que el Estado saque fondos de la Anses y se los dé a Volkswagen para pagar nuestros salarios, cuando todos sabemos que la empresa no está para nada en crisis”, denunció uno de los operarios desde las líneas de producción.
Otro de los trabajadores agregó que “con la autorización de arrancar a laburar esta semana la empresa tenía la obligación de garantizar el transporte para todos nosotros con la idea de que no usemos el transporte público. Pero hoy no está garantizando nada de eso”.
Según confirma el mismo personal de VW, “lo que está haciendo la patronal es decirle a la gente que venga cada uno con su vehículo. Agregaron sólo diez vehículos de ‘charter’ para quienes vienen desde la Zona Oeste (del Gran Buenos Aires), pero eso para un turno de 1.500 personas es nada, menos aún teniendo que respetar la distancia social dentro de esos colectivos, donde no podés meter más de 25 compañeros”.
“Los que estamos garantizando el transporte somos nosotros con nuestros propios autos y no la empresa”, protestan algunos trabajadores. Y agregan un dato más preocupante aún: “Al quien avisa que no tiene movilidad lo suspenden y le aplican el protocolo pactado con el Smata y el Ministerio de Trabajo”, arreglo que se firmó antes del acuerdo entre la CGT y la UIA y que contempla reducciones de hasta el 30 % del salario.
Un último detalle grafica la voracidad empresaria. “Con el nuevo sistema de trabajo que aplicaron, la línea no para en todo el día porque los relevos se hacen ‘hombre a hombre’, evitando los relevos masivos. Así, encima, ganaron veinte minutos más de producción por turno, lo que es más o menos la producción de siete autos más por día. En medio de la pandemia, ganan por todos lados”. |