La proyección del sector privado para el desempleo es de un 20% durante los meses de invierno, lo que coincidiría con el peak de contagios pronosticado por el mismo gobierno y entidades de salud.
El primer trimestre de este año, la tasa de desempleo aumentó a un 8,2% según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas.
Según indica el Diario Financiero, la proyección del sector privado para el desempleo es de un 20% durante los meses de invierno, lo que coincidiría con el peak de contagios pronosticado por el mismo gobierno y entidades de salud. De hecho, el presidente Sebastián Piñera vaticinó que la cifra de desempleados llegaría al millón de personas o más a causa de la crisis sanitaria abierta. Lo cierto es que actualmente entre despedidos, desempleados y suspendidos la cifra asciende casi al millón y medio de personas, donde los sectores más afectados son Transportes y Almacenamiento, Construcción y Servicios Administrativos. A esto hay sumarle todos los trabajadores informales y no calificados que han quedado a la deriva con la crisis.
No solo es cosa de desempleo, es también la pobreza que se expande y profundiza. Según la Casen 2017, la pobreza a nivel nacional es de 8,6%, donde las regiones con más alto porcentaje respecto a su población son Araucanía (17,2%), Ñuble (16,1%), Maule (12,7%), Bío Bío (12,3%). Sobre este escenario, la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) pronostica que en Chile la pobreza aumentaría de un 9,8% en 2019 a 13,7% en 2020 en el peor de los escenarios de crisis sanitaria.
Si consideramos dentro de esta ecuación los “beneficios” y “ayudas” que ha aplicado el gobierno al sector más vulnerable de la población para “palear la crisis”, por su puesto con su respectiva letra chica y arbitrariedades, como son el bono Covid-19 o el miserable Ingreso Familiar de Emergencia ($50.000 y $65.000 respectivamente), ni si quiera recibiendo ambos dineros el Estado garantiza que se pueda estar por encima de la línea de la pobreza.
Según la Casen 2017, la línea de la pobreza en nuestro país se define como muestra la siguiente tabla:
Es decir, una persona que recibe el bono Covid y el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), en total $115.000, apenas sobrepasa la pobreza extrema. Es más, al mes siguiente esta persona sí estaría en ésta condición, ya que el IFE disminuye progresivamente mes a mes: el primer mes recibe $65.000, el segundo disminuye a $55.250 y el tercero a $45.500. Dentro de la población más afectada están los migrantes, especialmente haitianos, pues la mayoría de ellos trabaja como No Calificado, en Servicios/comercio/hoteles y construcción, precisamente los sectores más afectados. A esto debe sumarse las condiciones de hacinamiento y precariedad en la que muchos viven, como por ejemplo los cités, muchos de los cuales se han transformado en foco de contagio.
Frente a las miles de familias que comienzan a quedar literalmente en la calle, debemos oponernos a los ataques del gobierno y los empresarios, y exigir un ingreso mínimo para todas y todos, que cubra las necesidades mas básicas y no sea inferior a $500.000 costeado con un impuesto del 20% a las grandes fortunas, además de repartir entre ocupados y desocupados las horas de trabajo para así aumentar la calidad de vida de millones de personas, para que la crisis la paguen los ricos y no los pobres y explotados.