Estados Unidos ya casi completa la semana de movilizaciones, actos, manifestaciones callejeras, contra el asesinato de George Floyd por parte de un policía blanco. Lo nuevo de la situación es el “ya basta” de los afroamericanos y de la juventud centennial y millenial que se rebela contra la policía, la Guardia Nacional de Trump y las autoridades demócratas, así como las protestas en distintas ciudades del mundo.
George Floyd fue asesinado por la policía estadounidense, lo que despertó el odio de millones en el mundo. “Black lives matter" volvió a ser tendencia. No es para menos, se trata de la brutalidad del Estado capitalista racista: la sexta causa de muerte en Estados Unidos para la comunidad afroamericana.
No es sólo en la calle y por la policía que son maltratados, también lo son por parte de las empresas en los peores trabajos, con sueldos menores a la población blanca. Ahora vemos cómo este racismo estructural se recrudeció durante la pandemia. Por ejemplo en Chicago los afroamericanos son un tercio de la población y son el 73% de los muertos por el Covid19. Solo el 14 % de la población es negra, pero las personas negras en situación de calle es mayor al 40 %. No son porcentajes fríos, son los números de la injusticia capitalista y racista.
Las protestas llegaron hasta la Casa Blanca mientras Trump daba su conferencia de prensa donde respondió con más militarización para asegurar “la ley y orden”.
El capitalismo, sus miserias, sus límites, estallaron en los ojos de muchos, mostrando cómo se atacaron durante décadas derechos básicos como la salud, donde las ganancias de los bancos, de las farmacéuticas, laboratorios, se pusieron por encima de la vida de las grandes mayorías. Ya van más de 100 mil muertos en Estados Unidos por el Covid, en su mayoría latinos y afroamericanos.
Al calor de este odio y de las consecuencias de la pandemia sobre los y las más vulnerables, en todo el mundo vuelven las luchas. Jóvenes que sufren la peor precarización, trabajadores obligados a cumplir sus funciones sin protección, habitantes de los barrios más postergados, empiezan a sacar las garras de nuevo en América Latina, pero también en Hong kong. Aquellas luchas que habían quedado latentes a causa del coronavirus y las medidas estatales de aislamientos forzosos, salen a desafiar las cuarentenas. El caso de Chile es muy clarificador, la rebelión que estalló hace meses no fue derrotada: lo que los “mandó a la casa” fue la pandemia.
No es para menos, los trabajadores y la juventud que ya venía golpeada post crisis del 2008/9 ahora está atravesando una situación de hambre y miseria, mientras los Estados están subsidiando la ganancia empresaria.
La sexta parte del mundo vive en villas miseria o en asentamientos o slums, y con la pandemia es uno de los sectores más afectados, como se pudo ver en la rebelión de los pobladores en Chile y también en la indignación que provocan las muertes evitables en las villas porteñas de nuestro país.
En momentos de crisis económica como la actual, enfrentar la violencia imperialista y a Estados Unidos, es una de las principales tareas de la juventud que ve cómo los distintos gobiernos capitalistas son responsables de sus miserias, de la falta de derechos básicos como la vivienda, la salud, el trabajo, la educación. También es un desafío urgente para la juventud que se identifica con el socialismo, construir una gran movilización antiimperialista, porque es el imperialismo yankee el principal responsable de que los trabajadores y la juventud esté hundida en la miseria, con deudas externas impagables, como mecanismos de expoliación de nuestros recursos nacionales.
En Argentina se impone la necesidad del desconocimiento soberano de la deuda externa, la ruptura con el FMI, la nacionalización de la banca para que no se fuguen toda la plata. Necesitamos el reconocimiento de los derechos laborales por parte de empresas multinacionales como Burger King, McDonald’s, que se aprovechan de la juventud. Este abuso patronal tiene que terminar.
No puedo respirar, no puedo vivir
Estados Unidos con sus gobiernos, republicanos y demócratas, no sólo maltrata a trabajadores y trabajadoras en su territorio, arrojando a partir de la crisis a 40 millones al desempleo, índice que ya alcanza niveles comparables con la gran depresión de los años 30.
Lo que más espanta de Trump es que su opositor sea un tipo que HOY dijo que "hay que enseñarle a la policía a tirar a las piernas y no al corazón". Fumate ese mal menor y convencé a alguien que no hay que construir un partido de la clase trabajadora.
También maltratan a la clase obrera cubana, venezolana y a los distintos pueblos del mundo, como Medio Oriente, que sufren bloqueos económicos, intervenciones y ataques militares constantes. No se trata de problemas entre religiones, de costumbres o de democracia contra dictaduras, como quieren hacer creer. ¿Los que impulsaron dictaduras sangrientas en Latinoamérica en los 70 pueden hablar en nombre de la democracia?
Se trata de la agresión constante de un país que quiere dominar al mundo entero. Estados Unidos es la principal potencia imperialista que está en cuestión y debilitado su rol hegemónico en el mundo. Es una disputa con otros Estados que viven de la opresión de los pueblos atrasados, dependientes y coloniales.
Ahora la comunidad afroamericana y la juventud de ese país se está rebelando. La rebelión desde el corazón de la bestia es la única forma de ponerle freno. Si ellos y ellas ganan, ganamos todos. Necesitamos que se termine la impunidad contra la policía asesina y sus crímenes raciales. También libertad para todos los que fueron víctimas de la violencia policial y se rebelaron. Pero también necesitamos construir una juventud antiimperialista, que en el mundo entero se levante contra este sistema de explotación y opresión que es el capitalismo que se retroalimenta del racismo, para explotar y oprimir aún más a los afroamericanos. No más divisiones entre la clase trabajadora del mundo. Frente a la xenofobia y el racismo, la unidad de los trabajadores del mundo contra el imperialismo yankee, puede ser el motor de la nueva historia.