Claudia Piñeiro es dramaturga, guionista y una de las escritoras de mayor trayectoria en Argentina. En los últimos años, también se hizo muy conocida entre las jóvenes y mujeres, por su defensa del derecho al aborto, por su participación en las movilizaciones por Ni Una Menos, por su cuestionamiento a la injerencia de las iglesias en la en la sociedad.
Su último libro, Catedrales, centrado en un caso de femicidio ocurrido hace 30 años, es un poco el punto de partida para hablar de la actualidad de los reclamos que a 5 años de esa jornada se mantienen en pie.
Claudia comienza contando de un relato que publicó hoy, en el que recuerda el caso de Paulina Lebbos, víctima de femicidio en Tucumán, hace 14 años. En ese momento, no estaba aprobada la ley que reconoce a los asesinatos de mujeres, por el sólo hecho de serlo, como femicidios.
"Ahí están sentadas las bases de lo que se siguió repitiendo una y otra vez", dice, y recuerda que "hay una serie de situaciones en la provincia de Tucumán de encubrimiento de la policía, del fiscal, de los jueces, de la intromisión del Poder Ejecutivo". "Todo eso quedó impune", agrega, y recuerda los casos que se conocieron después, como el de la joven Belén, injustamente encarcelada a ocho años de prisión. Finalmente, producto de la movilización, fue liberada, pero también está al caso de niñas condenadas este a parir, o el de Marita Verón, que fue desaparecida. "Por eso digo, cuántos casos sin resolver", reflexiona.
De esto también hablan muchísimas de sus novelas y ensayos: de los derechos de las mujeres. Le preguntamos qué la inspiró a escribir sobre estos temas, cuando no había todavía 2015 y Ni una menos
"A mí siempre me incómodo toda esta situación. Incluso desde mis nóveles hay muchas miradas sobre el rol que tiene la mujer en la sociedad y los pequeños micromachismos, y grandes también. Machismo alrededor de cómo se pone a la mujer en determinado lugar; cómo si no cumple con el rol de madre no es una buena mujer y una buena madre; cómo si no quiere tener hijos no honra el ser madre". "El tema del aborto, por supuesto... Son todos temas que siempre me han incomodado, desde las primeras escrituras, entonces este van apareciendo en los distintos personajes", cuenta.
"Esa incomodidad es la que nos llevó a que hoy estemos mucho mejor en un punto, gracias a que es una incomodidad que aunamos entre todos. Así que salimos a la calle a poder decirlo".
La escritura también es una forma de activar, de intentar transformar la realidad, pero también ponerle el cuerpo a las luchas es fundamental. En el Congreso Nacional, durante el debate de aborto; en 2018, durante la apertura de la Feria del libro, Claudia irrumpió interpelando por el derecho a decidir, por el derecho a la legalización del aborto.
"La escritura, la reivindicación de estos derechos y espero que en mi caso las novelas, surgen por otros motivos, que tienen que ver con el lenguaje y con recontar la historia. Y a esos personajes les pasan cosas que me pasan a mí, a la gente que me rodea, y entonces aparecen estos temas, la posibilidad de llegar a personas que si vos te plantas a decirle el discurso, no llegarías". "No es el objetivo, pero termina teniendo ese resultado. Hoy por ejemplo me escribió una mujer por Twitter, que había leído la novela y decía ’no quiero que haya más Anas’, porque sintió a la protagonista de mi libro como una persona real, porque en definitiva hay una verosimilitud que a nosotras en Argentina, como mujeres, nos puede pasar".
"Lo que me pasó con hablar en Diputados y después en Senado y también lo de la Feria del libro, fue que la Campaña por el derecho aborto, que viene luchando hace 15 años, en ese momento tenía mucha intervención en las comisiones donde se trataba la ley y empezó a notar que en esas comisiones se empezaba a relajar la atención (...) entonces empezaron a llamar a actrices, periodistas, a mí como escritora", cuenta, y recuerda que "en Diputados hablé mucho sobre el uso de la palabra vida, que en ese momento estaba apropiado por los grupos anti derechos. En el Senado más sobre la prohibición, esa cosa de porque lo prohíbe no va existir y mientras tanto, tantas mujeres que se clavan en la percha, una aguja de tejer, un perejil y mueren en un aborto clandestino", dice, y recuerda sus charlas con los diputados "celestes".
En Catedrales, su último libro, Lía, uno los personajes, comienza el relato diciendo que no cree más en Dios. Le preguntamos a Claudia si eso tenía una inspiración en esta experiencia.
"Una novela es una imagen, son personajes, son historias, y es ir a esta chica en una Iglesia, donde no encontraba consuelo, pero yo no tengo dudas que así como en los sueños uno no sabe exactamente por qué sueña con algo, también en el germen de la creación de una novela uno no sabe exactamente de dónde viene esa imagen, y yo no tengo dudas que en esa imagen tuvo que ver todas estas charlas con con tanta gente que me habló con tanta hipocresía acerca de la religión (...) Después están los dos extremos", dice.
¿En estos últimos años de desarrollo el movimiento feminista, cambió algo en la literatura?
"Hay mucha modificación en las nuevas producciones por todo el movimiento feminista, no solamente por la ley del aborto", dice, y recuerda "un cuento de Hemingway que se llama Colinas como elefantes blancos, centrado en la decisión sobre un aborto, y la palabra aborto no aparece jamás". "Entonces algo fundamental que pasó con el debate, si bien todavía no tenemos la ley, es que la sociedad habilitó la palabra y hábito de hecho el aborto (...) me parece que eso también influye en la literatura". Pero además, dice, "hay un montón de historias que no sé si no hubiera pasado todo esto, si el punto de vista que eligieron las autoras hubiera sido el mismo", reflaxiona y destaca varias de las producciones actuales. |