En la Reserva de Tariquía, como en la mayoría de las comunidades campesinas e indígenas, se viven momentos de incertidumbre y miedo, sobre todo al saberse indefensos ante la crisis sanitaria que se vive, pues son muy conscientes de que son parte de la población más vulnerable e históricamente oprimida por los gobiernos de turno.
Ante esta situación, comunarios han tenido que salir de sus hogares hasta los centros urbanos más cercanos e incluso hasta la misma ciudad de Tarija para exigir atención, por ejemplo con el tema de la banca móvil, ya que supone un riesgo para ellos salir de su comunidad para cobrar los bonos porque, tal como lo denuncia Amanda Colque, en representación de la subcentral de Tariquía, no hubo ningún tipo de coordinación con sus autoridades comunales de parte de la alcaldía de Padcaya y la gobernación.
También exigen que se equipen sus centros de salud con los mínimos insumos de bioseguridad, ya que carecen hasta de los más elemental.
Por otro lado, las y los comunarios denuncian también que cada vez que salieron a Padcaya a solicitar apoyo para controlar la entrada y salida de personas a la Reserva, éste les fue negado, y cuando ellos pusieron una tranca por cuenta propia, los obligaron a sacarla.
El caso de Tariquía, es un ejemplo más del completo abandono en el que se encuentran actualmente las comunidades indígenas y campesinas en nuestro país: sin acceso a información rápida y veraz, sin contemplación a sus formas de vida y subsistencia al aplicar las medidas de cuarentena, sin centros de salud equipados y plenamente desprotegidos ante contagios provenientes del exterior de sus comunidades.
Ante la amenaza de una crisis sanitaria en estas comunidades, como estamos viendo actualmente en el departamento de Beni, responsabilizamos por completo al autoproclamado gobierno por el abandono que ha hecho de los pueblos indígenas y campesinos desde el inicio de esta cuarentena.
|