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29 de noviembre de 2024 Twitter Faceboock

COLUMNA
El nuevo golpe del reaccionario Tribunal Constitucional contra los derechos civiles
Yuri Peña

No es novedad que el Tribunal Constitucional es completamente conservador y que su función es no permitir que el régimen y los valores de la dictadura cambien, aunque estemos ya en el 2020. ¿No es momento ya de cambiar todo de una buena vez?

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Dos mujeres se casaron en España y al querer validar acá en Chile su matrimonio y la maternidad que ambas tienen con su hijo, se enfrentaron con la ultraconservadora ideología de los defensores de la constitución de Pinochet, el Tribunal Constitucional.

Distintos argumentos dieron “los magistrados” para votar en contra del recursos que presentaron las mujeres para validar su matrimonio en Chile, entre los cuales estaban que al reconocer al matrimonio contraído en el extranjero (España) se abría la puerta para que después se pudiese aceptar “el matrimonio de niños en países africanos” o “matrimonios polígamos en países musulmanes”.

Como vemos, son argumentos totalmente alejados de la realidad, que intentan justificar una visión ultraconservadora (reaccionaria) para con las familias no heterosexuales, y con les niñes que nacen dentro del seno de estas familias “no convencionales”. ¿Qué defienden los magistrados al oponerse a este reconocimiento?

En Chile, la sodomía (ese era el termino feudal que decía la ley) fue penalizada hasta 1998, y hoy la homo-lesbofobia sigue estando dentro de los discursos más conservadores de la sociedad, como lo son los discursos religiosos (católicos y evangélicos) e ideológicos-conservadores. Y que con la dictadura intentaron inmortalizar en la constitución del 80, diciendo que la base de la sociedad es la familia, familia compuesta por un hombre, una mujer y sus hijos. Dejando de lado completamente a las familias “no convencionales”.

El Tribunal Constitucional hoy justamente sirve para defender -como órgano supremo- esta visión, entre tantos otros legados de la herencia dictatorial. Incluso dejando de lado el ejemplo de otros países donde la aceptación a la población LGTBIQ+ está más o menos resuelta; aunque claramente dentro de el sistema capitalista y patriarcal las mujeres, trans y las identidades no binarias y más alejadas de la heterosexualidad seguimos sufriendo distintas formas de opresión, como ser excluides de trabajos y recibir bajos salarios, que entre la suma de factores les lleva además a tener menos esperanza de vida que la población hetero.

Lo que este caso demuestra es que en el contexto actual de Chile, sigue dominando (legalmente) una visión anacrónica y conservadora de la familia, que solo sirve para dividir a la población entre individuos heterosexuales y no heterosexuales, marginando a lxs segundxs.

El matrimonio hoy es un “derecho” democrático que todes quienes deseen casarse debiesen poder hacerlo, así como quienes no queremos, debemos tener la posibilidad de elegir no casarnos, ya que las familias homoparentales existen y son hoy discriminadas por legislaciones como la chilena.

Aunque el Segundo Juzgado Civil de Familia de Santiago ordenó inscribir en el Registro Civil a estas dos mujeres como madres del pequeño, la discriminación no parará por resultado de una sentencia judicial o un cambio legislativo. Ya que esta está sustentada por la Constitución del ´80 y por todas las instituciones que conforman al régimen instaurado en la dictadura y que ha sido mantenido y reforzado por los partidos de la ex Concertación, y hoy también por sectores del Frente Amplio que se han integrado cómodamente al régimen. Tratan de cambiar -o eso dicen- al régimen desde dentro, cuando saben que no se puede porque éste está hecho para no poder ser cambiado. El ejemplo más concreto es la aun existencia y del reaccionario Tribunal Constitucional.

Entonces ¿qué hacemos?

Por un lado debemos luchar por el derecho -democrático- de poder casarse con quien une desee, para que deje de sernos impuesto un modelo de sociedad y de familia minoritario y conservador. ¿Pelear por el derecho al matrimonio igualitario? Sí. ¿Podemos conseguirlo hoy? Eso depende la fuerza que logremos organizar para luchar por él.

La única forma que históricamente hemos tenido para conquistar nuestros derechos quienes nacimos en familias trabajadoras, pobres, populares ha sido la lucha. Y el movimiento LGTBIQ+ no se salva. Si bien es un “movimiento” policlasista (diversidades populares y otras de clase media y burguesas), quienes más sufren la violencia heteropatriarcal son las primeras. Y no tienen representación ni lugar donde organizarse con fundaciones neoliberales como MOVILH e Iguales, ya que estas se han dedicado a hacer lobby parlamentario que no ha tenido muchos frutos que digamos, mostrando que su estrategia fracasó hace mucho tiempo.

Para terminar con la discriminación, tanto legal como en la vida, las diversidades pobres, de la clase trabajadora, necesitamos organizarnos independientemente como clase, en un Partido en conjunto a las y los trabajadores, luchando por cambiar el machismo impuesto por la ideología conservadora que les rige, porque somos lxs únicxs que podemos arrancarle hasta el más mínimo derecho en las sociedad capitalistas, pero también porque la clase trabajadora es la única que puede proponerse construir una sociedad libre de toda opresión y explotación. Rompiendo definitivamente con el capitalismo y con todo el atraso que las religiones implantan en las conciencias de millones.

¿Y con una nueva Constitución se podrá cambiar esto?

Depende del mecanismo para crear esa nueva constitución. Los partidos políticos del régimen nos ofrecen una Convención Constitucional totalmente arreglada por la derecha y la vieja izquierda neoliberal, donde éstos tendrán poder de veto (si un tercio de la convención quiere puede vetar cualquier discusión), y además esta no cambiará las legislaciones laborales que discriminan a lxs trans, por ejemplo.

Solo una verdadera Asamblea Constituyente Libre y Soberana (ACLS) nos permitirá discutir y defender lo que discutamos. ¿Pero cómo debe ser y en qué se diferencia de la Convención? La ACLS debe nacer desde la autoorganización del pueblo, con centro en las y los trabajadores y el pueblo pobre, porque somos la mayoría de la población, y quienes más vivimos la opresión y la explotación del régimen. Ahí debemos discutir sobre todo y plantearnos defender las definiciones que se tomen. A diferencia de la Convención que se enmarca en la antigua constitución y deja en las manos de los mismos de siempre el futuro de este proceso

 
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