Según estimaciones del Banco Mundial dadas a conocer este lunes, las tres mayores economías de América Latina sufrirán severas contracciones este año.
Para Brasil se prevé una caída del 8%, para México del 7.5% y para Argentina del 7.3%. A ello se sumaría un desplome del 12% en Perú.
Como resultado, para la región se espera una contracción del 7.2%, dos puntos arriba de la media mundial, la mayor desde que se tiene un registro conjunto a partir de la década de los sesenta.
Entre las principales causas de la recesión latinoamericana se encuentran: el confinamiento como respuesta a la pandemia de Covid-19, que redujo el consumo; el bajo precio de las materias primas, relacionado con los problemas económicos que enfrenta China como comprador; una pronunciada salida de capitales; la caída de las remesas que afecta sobre todo a México y Centroamérica; las pérdidas en el sector turismo que pegan particularmente al Caribe.
Como tuvo que reconocer el Banco Mundial, los llamados países emergentes y en vías de desarrollo que presentan sistemas sanitarios débiles, una fuerte dependencia al comercio mundial, a las remesas, al turismo y a las exportaciones de materias primas, serían fuertemente golpeados. Lo anterior en el marco de las turbulencias que enfrenta de conjunto la economía mundial.
Que la crisis la paguen los capitalistas
Las consecuencias de la crisis no recaen por igual entre la población, sino que son descargadas por patrones y gobiernos, en primer lugar, sobre el pueblo trabajador.
Para finales de este año, por ejemplo, la Organización Internacional del Trabajo y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe calculan que habrá en la región 11.5 millones de nuevos desempleados, que se sumarán a los 26.3 millones que se contaban en 2018-2019.
Por el lugar que ocupa en la economía, la clase trabajadora organizada tiene la posibilidad de nuclear en torno suyo al conjunto de los explotados y oprimidos, levantando un programa que destaque la lucha por el no pago de la deuda en los países latinoamericanos, por impuestos progresivos a las grandes fortunas, por un aumento salarial para cubrir el costo de la canasta básica y que aumente de acuerdo a la inflación, por el reparto de las horas de trabajo entre todas las manos disponibles sin reducción salarial y planes de obras públicas para abatir el desempleo.
Para enfrentar el deterioro de las condiciones de vida de las grandes mayorías es indispensable la organización democrática de los trabajadores desde los centros de trabajo, imponer desde las bases la unidad y la movilización a las direcciones sindicales e incorporar a los sectores precarizados, sin sindicato, formales e informales, para luchar por medidas para que la crisis la paguen los capitalistas. | 
