Como un efecto dominó, el resultado de la consulta independista tendrá consecuencias en varias regiones que reclaman su derecho a escindirse.
Mientras Escocia vive su día decisivo, el diputado por las Islas Shetland en el Parlamento Escocés, Tavish Scott, ha anunciado que la región a la que representa estaba considerando su futuro. Agregó que no descartaba una forma de autogobierno para las islas si ganaba el “Sí’”.
El archipiélago, compuesto por unas 300 islas, busca seguir el modelo de la Isla de Man, territorio ubicado en el Mar de Irlanda. Aunque tiene gobierno propio es una dependencia de la Corona británica, no es parte del Reino Unido y es miembro de la Unión Europea.
Por otra parte, este archipiélago tiene lazos con Noruega. Hasta el siglo XV las Islas Shetland eran parte de Noruega cuyos bordes están más cercanos a la costa oeste noruega que de Edimburgo. Un aspecto espinoso se debe a que Shetland se queja de haber recibido poca ayuda del gobierno de Escocia para la explotación del petróleo, base de su riqueza.
Distintas fuentes estiman que en este territorio un 73% votará por el “No”. Pero esto no termina aquí. Los isleños de Shetland, Orkney y las Hébridas exteriores (en inglés las Western Isles) hicieron circular un petitorio solicitando que se convocara a un referéndum separatista en sus territorios, que fue rechazado por el gobierno de Escocia bajo la promesa de concederles más poderes.
Lo que la hace tan codiciada a esta región es que es uno de los distritos con los recursos petroleros más ricos, un botín que nadie está dispuesto a perder. En todo caso, se tratan de territorios de poca extensión, semi-inhóspitos y con enormes reservas petroleras usados como monedas de cambio entre las potencias o, en otros casos, reflejan resabios de relaciones políticas coloniales.
Quizá uno de los aspectos más importantes del referéndum es que ha puesto al descubierto el aspecto colonial que aún yace en territorio británico bajo la figura de la monarquía. |