Estando de gira por el país, el presidente dio su conferencia matutina en Tlaxcala en compañía del gobernador Marco Antonio Mena y del subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell.
El gobernador Mena hizo un recorrido por la tasa de incidencia delictiva en la entidad. Celebró que la entidad fuera la segunda entidad con menos delitos en el país y de la reducción de crímenes en el estado. Por su parte, el titular de la SEDENA explicó con más detalle estas cifras, en las cuales expuso en qué porcentaje suceden los crímenes en Tlaxcala con respecto a la media y al resto del país.
Llama la atención que en ambos casos quedara relegado a segundo plano las cifras en lo que respecta a la trata de personas y las redes de tráfico de menores, elemento no menor, ya que Tlaxcala es la entidad considerada en México como el paraíso de la trata y prostitución de menores. Prefirieron, en cambio, dar más atención al robo de gasoductos, el famoso "huachicoleo" al que López Obrador le declaró la guerra.
Posteriormente López-Gatell realizó el informe de salud resaltando que la "nueva normalidad" podría durar varios años en la medida en que avance la reducción del SARS-CoV-2. A partir del día de ayer, cerca de la mitad del país se encuentra en fase roja de contingencia, mientras que el resto están en fase naranja según el semáforo de contingencia del gobierno federal.
Asimismo, mencionó que a partir de la fase naranja los hoteles ya pueden "mantener 50 % o menos del aforo permitido", así como dar autorización para la celebración de eventos religiosos y conciertos con menos de 500 espectadores.
Sin embargo, es menester resaltar que el gobierno ha preferido darle luz verde de actividades a ciertas ramas de la economía —en este caso, la industria hotelera que se beneficia del sector turístico— en lugar de plantear una reconversión de estos espacios en función de dar más camas de Unidades de Cuidados Intensivos para las personas con estados de salud críticos provocados por la pandemia.
En ese mismo sentido se expresó el presidente López Obrador, quien defendió el programa Sembrando Vida, pues "da muchos empleos y es relativamente poca inversión". Declaró que "tenemos que procurar la creación masiva de empleos y del uso intensivo de la mano de obra, no sólo uso intensivo de capital, porque puede establecerse una planta de la Ford [...] con una inversión de mil millones de dólares pero automatizada y que ocupe mil empleos. El programa Sembrando Vida tiene una inversión de un poco más de mil millones de dólares, pero le da trabajo a 400 mil sembradores. Claro, es menos de lo que gana un trabajador promedio de la industria automotriz o uno inscrito en el Seguro Social. [...] Acá estamos hablando de [un sueldo] de 5 mil [pesos mensuales]".
Un sueldo de $5,000 mensuales no logra cubrir el costo de la canasta básica, el cual en realidad cuesta el triple de ese sueldo. El presidente celebra un programa que, además de solamente beneficiar a aquellos que apoyen el megaproyecto del Tren Maya, él mismo reconoce que es precario, ya que ha abiertamente declarado que el sueldo es menor que el de un trabajador promedio adscrito al IMSS.
Si realmente le interesara generar empleo, ¿por qué no establecer una escala móvil de trabajo contratando a todos aquellos que hoy engrosan las filas del desempleo, con plenas prestaciones laborales y sindicales? ¿Por qué no establecer un salario equivalente al costo de la canasta básica y que se incremente conforme a la inflación, procurando un ingreso extra de emergencia mientras dure la pandemia?
El gobierno es claramente adversario de esas medidas porque implica cuestionar los intereses de los empresarios. Las mismas, además, no serían bien vistas por los rivales del presidente, aquellos que califica de conservadores y que utilizan al periódico Reforma como su "boletín", pero a los que también el presidente les organiza desayunos para asegurarles que sus negocios se encontrarán a salvo con su gobierno.
Por todo eso no se dan medidas esenciales como el uso de hoteles como espacios sanitarios para atender la emergencia de COVID-19, así como la negación sistemática de López-Gatell a realizar pruebas masivas a todo aquel que presente síntomas de coronavirus.
Conforme avance la semana, podríamos comenzar a regresar a la fase verde del semáforo de López-Gatell, pero dada la postura del gobierno, es también probable que haya una reincidencia en la medida en que la 4T obedezca, como ya lo ha demostrado en ocasiones anteriores, los mandatos de la Casa Blanca de reactivar los sectores automotrices y maquileros que les generan jugosas ganancias a los empresarios mexicanos y estadounidenses a costa de las vidas de miles de obreros en la frontera. |