A veces me pregunto, sobre todo en este tiempo, ¿a dónde iremos a parar como país hoy en lo referido a la justicia? ¿Acaso llegaremos a ser un país en
D onde hacer y promover el bien en favor de un otro/otra sea considerado como algo malo y hacer el mal en contra de ese otro/otra sea tomado como algo bueno?
O, sin maniqueísmos, ¿naturalizamos acaso en Chile el categorizar como víctimas a los victimarios y perseguir como culpables a quienes luchan por la justicia y por las víctimas?
R esulta insólito lo que sucede en este Chile de Piñera, señor director; de hecho, te violenta que unas mujeres tan emblemáticamente jugadas por la dignidad humana universal
A parezcan hoy ante el mundo como culpables de incitar al odio y a la sedición contra carabineros por el solo hecho de haber tomado la palabra en favor de las víctimas del
M achismo asesino que mata a 60 mujeres por año en nuestro país, machismo que impera sin contrapesos en las formas de sentir, actuar, relacionarse de carabineros y del resto de las
O tras instituciones de un Estado y una cultura cuyo origen se define fundacionalmente desde el aniquilamiento del más débil y el sometimiento de la mujer en nombre de dios, la razón, la fuerza y la ciencia.
S eñor director, ¿tanto dolió como efecto y en el recto el canto insurrecto de unas mujeres talentosas que aglutinan a millones para conseguir que todo el planeta oyera que “la culpa no era mía ni dónde estaba ni cómo vestía”?
A fin de cuentas, usted y sus lectoras/es saben de lo que hablo aquí, señor director. Los únicos que no han entendido nada sobre el nuevo mundo que se abre paso hoy son la institución de Carabineros y su jefe Rosas.
L a ficción supera hasta el paroxismo la realidad en nuestra institucionalidad chilena patriarcal, policial y neoliberal del femicidio, señor director; institucionalidad éticamente patas pa`rriba gracias a Piñera. Por esto
A dvierto: Quien no pueda digerir la noticia, por favor que retire el elástico de la mascarilla que presiona sus oídos antes de leer u oír esta noticia. Quien tenga oídos para oír, que oiga, pero antes de ello
S iéntese, respire profundo y por favor procéselo con calma, y ojalá con algún relajante muscular o con un jallalla a la mano pues resulta absurdo, descabellado, ignominioso, canallesco, una locura, que esos mismos
T enientes, subtenientes, coroneles, capitanes, mayores, generales y pacos pobres -avalados por Piñera y por sus ministros y seguidores-, mismos que durante el estallido social, a su regalada gana y
E n complicidad con su General Rosas, atropellaran brutalmente los derechos humanos de miles como lo consignan informes de organismos internacionales, demanden hoy a Las Tesis como culpables no sé de qué.
S acaron 400 ojos mediante disparos al rostro; es decir que usaron bombas lacrimógenas como taladros destructores y desangradores de cráneos y cuencas oculares de 400 víctimas desarmadas, inocentes e
I ndefensas a partir del 18 de octubre, y no conforme con ello se atreven ahora a acusar a unas heroínas mundiales: Las Tesis. Sólo pasa en Chile; el Chile de Piñera. En suma, y sin arrugarse, o sea
S in pudor alguno, en el Chile de Piñera se normalizó una institucionalidad en que los victimarios se victimizan y persiguen a las víctimas. Hoy acorralan, persiguen, acosan, más bien violentan a Las Tesis. ¿Nos cruzaremos de brazos?
Acrósticamente,
Micaela Huala
Profesora de filosofía, Chile. |