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20 de junio de 2021 Twitter Faceboock

Efemérides
La jura a la bandera: un ritual patriótico dentro y fuera de escuela
Hernán Perriere

Año tras año miles de estudiantes de la escuela primaria prometen a la bandera como símbolo de lealtad a la patria. Una práctica que se mantiene desde 1909. El “Día de la Bandera” fue institucionalizado en el marco de importantes políticas nacionalistas.

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Este año, en tiempos de Covid 19, no habrá grandes despliegues como ocurre todos los años, cuando cada 20 de junio, más de 750 mil estudiantes de las escuelas primarias prometen a la bandera, en un ritual escolar, cuya expresión máxima se registra en el monumento a la bandera en la ciudad de Rosario. Un ritual en el que participan, además de las escuelas, sectores políticos, eclesiásticos y militares. “Solamente una pandemia puede impedir que celebremos esta tradición. Queremos defenderla, que sea una jura significativa, que sea inolvidable, como lo fue para cada uno de nosotros”, expresó el intendente de Rosario Pablo Javkin.

Sin embargo, el ritual se desarrollará de distintas maneras según lo permita el protocolo Covid en las provincias y distritos. Por ejemplo, en Rosario desde la intendencia se propone una promesa virtual con un video que destaca los sucesos de la creación de la bandera y la figura de Belgrano y la de María Catalina de Echevarría quién confeccionó la bandera, propone a los y las estudiantes expresar el ¡“Si Prometo”! luego de la frase: “Prometes ser leal a nuestra bandera, a los valores de libertad, igualdad y solidaridad que ella simboliza. A ser un ciudadano/ciudadana que respete en todas sus diferencias aquellos que habitan en nuestro suelo”.

En las provincias de Mendoza, Tucumán y Corrientes se impulsaron resoluciones ministeriales que permiten los actos presenciales bajo los cuidados necesarios. En la provincia de Buenos Aires se estableció un protocolo de actos virtuales. Esto demuestra que la práctica de este ritual está muy arraigada en las escuelas.

En la ciudad de Bahía Blanca, por fuera de las escuelas un grupo de “Padres por la Presencialidad” (escolar) organiza una jura a la bandera en un lugar público, expresando que la no presencialidad durante el año 2020 “privó a los chicos de la educación, y de compartir con sus pares la promesa a la bandera. Se ven privados de realizar la tradicional jura a la bandera. Nuestros hijos merecen vivir sus rituales y costumbres. Alcemos bien alto nuestra Bandera Nacional”. Esto también explica los usos y el contenido político que algunos grupos esgrimen en nombre de la patria y la nacionalidad apropiándose de los rituales escolares.

¡Si prometo! La escuela y la patria

En la actualidad, las legislaciones educativas de la Argentina, acentúan el reconocimiento de la diferencia y la diversidad cultural presentes en las escuelas. Sin embargo, también se despliegan importantes ritos de fortalecimiento de la identidad nacional. Hay una continuidad en las prácticas de tintes nacionalistas que se expresan en los rituales cotidianos (izar/arriar la bandera, realizar oraciones, cantos y odas, formar filas para entonar las marchas patrias, decorar los salones y espacios comunes) y en la vigencia de las conmemoraciones y celebraciones patrias basadas centralmente en el panteón de héroes y hechos patrios provenientes de la historia liberal mitrista. Así, toda efeméride escolar, requiere de prácticas activas para mantenerse a lo largo del tiempo. Kriger y Carretero (2010), mencionan tres momentos de ellas: a) el ceremonial, dedicado al culto de los símbolos patrios; b) el discurso por medio del cual se narra un relato histórico con vigencia en el presente y c) el expresivo (puestas escénicas, decoraciones, el canto).

En 1903, el entonces llamado Consejo Nacional de Educación (CNE), inicia de manera oficial la rememoración de la figura de Manuel Belgrano, cuando el gobierno nacional inauguró en Buenos Aires su mausoleo. Así estableció, que las escuelas debían dedicar un día a la enseñanza de la vida de Belgrano. Los estudiantes de más edad debían concurrir al mausoleo a depositar flores (Blázquez, 2012). Un tiempo después, en 1909, el CNE estableció una nueva práctica: la “Jura a la Bandera”, que en ese momento se realizaba el día 9 de julio. La organizaba cada Consejo Escolar, cuyas autoridades eran las encargadas de reunir a los y las alumnas de tercer a sexto grado en un único espacio para “el juramento”. Actualmente este ritual escolar está destinado a estudiantes de cuarto grado y se lo llama “Promesa a la Bandera”.

A su vez, en las proximidades del centenario de la Revolución de Mayo, el CNE, instauró el saludo a la bandera, antes de comenzar cada jornada escolar en el patio o en las aulas, entonando alguna marcha patriótica, “Aurora” o el recitado de la “oración a la bandera”. Hoy en día, en las escuelas primarias y secundarias se continúa con este ritual, se forman filas y se iza la bandera ante la mirada de los y las estudiantes. Luego se la arría, aunque este hecho tiene menor importancia. Según Blázquez, en este tiempo también, se instauran “los abanderados” una práctica utilizada en las escuelas de los Estados Unidos.

En el caso de la promesa a la bandera, se alude a un “juramento” de lealtad a la bandera como símbolo de la patria y la nación, retomado de las prácticas militares desde hace más de 200 años. La ceremonia consiste en que los y las estudiantes, parados frente a la bandera y ante las palabras de alguna autoridad, griten: ¡Si prometo! defender la bandera como símbolo de la patria y la nación. El discurso escolar apela a los sentimientos patrióticos, a las gestas históricas y al sacrificio de los próceres por la patria. En algunos casos, el “acto de lealtad” se complementa con puestas en escenas como el saludo levantando el brazo, con la mano en el corazón, portando banderas o escarapelas.

Durante el gobierno de Irigoyen (1916-1922), al celebrarse los 100 años del fallecimiento de Belgrano, el gobierno radical firmó un decreto referido a la conmemoración en las escuelas, que tuvo como objetivo “propagar e intensificar la educación cívica y patriótica”. El decreto propuso que se enseñe en las escuelas primarias y secundarias, los hechos y lugares por donde actuó Belgrano, y se concurra a sitios, museos o monumentos históricos que rememoren su vida.
En el año 2009, se promulga la Ley 26.481 que establece la “Promesa de lealtad a la bandera” para todas aquellas personas jóvenes y adultas que por distintas razones no pudieron hacerlo con anterioridad en la escuela primaria. Este acto se realizará luego de que lo hayan hecho los estudiantes y las fuerzas militares.

El “Día de la Bandera” como símbolo de la nacionalidad

Sin embargo, el feriado del 20 de junio, fue instituido por la Ley nacional 12.361, votada por el Congreso nacional el 8 de junio de 1938 que lo establece como “Día de la Bandera” en conmemoración al fallecimiento de Belgrano. Desde ese día, el juramento se realizaría en esa fecha.

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Según el Instituto Nacional Belgraniano, la instauración del “Día de la Bandera”, simboliza una gesta patriótica de un grupo de ciudadanos porteños que en 1936 impulsaron el proyecto durante la presidencia del militar de J.P. Justo en la llamada “década infame” por la corrupción y el fraude electoral. Así lo relatan: “estos patriotas, angustiados y asombrados ante los desmanes protagonizados aquél 1° de mayo de 1936, resolvieron, después de un fructífero cambio de opiniones, desagraviar a nuestros símbolos patrios, convocando a la juventud argentina que respondió con entusiasmo al llamado, resolviéndose entregar en nombre de ellos una Bandera Argentina a la Municipalidad porteña para ser izada en las fechas magnas. Con gran entusiasmo patriótico y popular, un luminoso 20 de junio de 1936, se llevó a cabo la tocante ceremonia de la entrega de nuestro augusto pabellón ante la presencia del Presidente de la Nación, ministros, gobernadores de provincias y territorios nacionales, autoridades militares, civiles y eclesiásticas, enarbolándose en el mismo sitio donde lucieran por primera vez nuestros colores patrios en 1812, en la ex Iglesia de San Nicolás de Bari, donde hoy se levanta el Obelisco.”

Había razones. En un contexto de asenso obrero, durante el mes de enero se organizó una gran huelga general política con piquetes, barricadas y enfrentamientos son las fuerzas policiales se fortalecía el control de la ciudad por los huelguistas (Rojo, Luzuriaga, Moretti, Lotito, 2016). Peña (2014) describe como la combatividad de la clase obrera irradió hacia otras clases explotadas, se produjeron huelgas agrarias, se agitaba el movimiento estudiantil, declarándose abiertamente antiimperialistas denunciando el predominio ingles sobre la economía argentina. El 1º de mayo de 1936 fue una convocatoria histórica. Miles de obreros y estudiantes se enfrentaron a la dictadura, en enero la clase obrera venía de protagonizar una huelga general.

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Esto es muy importante porque fue en ese momento de ascenso de las luchas obreras (donde miles de obreros se enfrentaban a los empresarios y el gobierno) cuando la simbología nacionalista adquirió preponderancia como política oficial. Esta ideología da lugar a la conformación de grupos nacionalistas de derecha como la Legión Cívica Argentina, una organización paraestatal, militar y profundamente antiobrera que redoblaba sus ataques.

Así durante la década de 1930, el Estado argentino desplegó importantes dispositivos para reforzar la educación patriótica y nacional. Creó museos, monumentos, bustos, publicaciones de manuales escolares, impulsados por la Junta de Historia y Numismática Americana, que luego se transformará en la Academia Nacional de la Historia (1938). Se impuso así un discurso y una práctica vinculada la visión autoritaria sobre la interpretación del pasado, donde los valores patrióticos estaban depositados en el Ejército al servicio de los principios católicos (de Amézola, 2008). Sin embrago, lejos de defender los intereses nacionales, el gobierno dictatorial de Uriburu (1930/32) y su sucesor A. P. Justo (1932/38) representaron los intereses de la oligarquía terrateniente y subordinaron a la Argentina como semicolonia del imperialismo británico, cuya expresión de la época fue el pacto “Roca-Runciman” de 1933.

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A fines de la década de 1930, las cuatro fechas más importantes del ritual patriótico ya estaban establecidas en el calendario nacional y en las escuelas: 25 de mayo, 20 de junio, 9 de julio y 17 de agosto. De esta manera, en el contexto de la llamada “década infame”, se fortalecieron los sucesos protagonizados por los próceres “fundadores de la patria”, entre ellos Belgrano.

Estos procesos, contribuyeron a difundir sentimientos de pertenencia a la sociedad nacional por medio de los relatos históricos y la celebración de las efemérides (Ruiz Silva y Carretero, 2010). Estos rituales apelan a instaurar una identidad compartida expresada en el sentimiento de pertenencia a una nación, buscando superar los límites que históricamente diferencian a las clases sociales. De esta manera, se buscó el fortalecimiento de sentimientos nacionales, más allá de la diversidad social y cultural de las escuelas argentinas. En este sentido sería importante la revisión de este tipo de prácticas dado que en escuelas hay una multiplicidad de identidades y varios símbolos que las representan.

Bibliografía

* Blázquez, G. (2012). Los actos escolares. El discurso nacionalizante en la vida escolar. Buenos Aires: Miño y Dávila.
* Carretero, M y M. Kriger. (2010). "Enseñanza de la historia e identidad nacional a través de las efemérides escolares." En Carretero, M. La construcción del conocimiento histórico: enseñanza, narración e identidades. Buenos Aires: Paidós.
* De Amezola, G. (2008). Esquizohistoria, La Historia que se enseña en la escuela, la que preocupa a los historiadores y una renovación posible de la historia escolar. Buenos Aires: Libros del Zorzal.
* Peña, M. (2014). Historia del pueblo argentino. Buenos Aires: Emecé.
* Rojo, A; J. Luzuriaga; W. Moretti y D. Lotito. (2016). Cien años de historia obrera en la Argentina (1870-1969). Una visión marxista de los Orígenes de la Resistencia. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Ediciones IPS.

 
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