Son los más expuestos a la pandemia por sus pésimas condiciones habitacionales, y sufren además la brutal expulsión por las milicias hutíes. Cientos de miles de migrantes del Cuerno de África cruzan cada año el territorio yemení camino al Golfo Pérsico en busca de trabajo.
Los milicianos hutíes, que controlan el norte de Yemen, han expulsado a miles de migrantes de su territorio a punta de pistola en los últimos tres meses, culpándolos por propagar el coronavirus y arrojándolos al desierto sin comida ni agua. Así informó el diario estadounidense The New York Times este domingo.
Muchos fueron obligados a huir hacia la frontera con Arabia Saudita, el principal enemigo de los hutíes, quedando expuestos a las balas de los guardias fronterizos sauditas o a ser encarcelados, donde son golpeados, reciben poca comida y son obligados a dormir en el mismo piso que usan como baño. Así denunciaron los inmigrantes en entrevistas dadas desde la prisión al citado diario. Algunos volvieron a pedir ayuda a los traficantes de migrantes, decididos a cruzar la frontera para encontrar trabajo en Arabia Saudita, rica en petróleo.
“Algunos de los migrantes que huyeron de Al Ghar hacia Arabia Saudita el 8 de abril estimaron que los hutíes mataron al menos a 250 migrantes ese día. Otro migrante, Ali Mohammed, de 28 años, que relató haber sido expulsado de una granja en las cercanías de Al Haydan, dijo que solo 57 de los 200 etíopes con él sobrevivieron”, indicó el NYT.
El 10 de abril, Yemen anunció su primer caso de Covid-19 en la región de Hadramaut, en la zona centro oriente del país. Era el comienzo de un previsible desastre para un país devastado por cinco años de guerra civil, la peor epidemia de cólera en los tiempos modernos y que se encontraba luchando con una epidemia de dengue.
La deteriorada situación del país es también un caldo de cultivo para la xenofobia. Según NYT, “autoridades de ambos bandos en conflicto han encontrado durante mucho tiempo fácil estigmatizar a los migrantes africanos como portadores de enfermedades: primero el cólera, ahora el coronavirus, que está consumiendo lo que queda del sistema de salud de Yemen”.
Pero las causas del deterioro del sistema de salud de Yemen no tienen que ver con la migración. La guerra destruyó el sistema de salud cuando el país ya era el más pobre del mundo árabe antes del conflicto: se estima que solo el 51% de la capacidad de salud de Yemen está funcionando, el país tiene en promedio 10 profesionales de la salud por cada 10,000 habitantes y solo 500 respiradores artificiales para sus 28 millones de habitantes. Como si eso fuera poco, durante la guerra, los trabajadores de la salud y las instalaciones hospitalarias se convirtieron en el blanco favorito de los ataques de los distintos campos en conflicto.
El riesgo de rápida propagación del virus en el país también es alto por las condiciones en las que viven las 3,6 millones de personas desplazadas, a menudo en campamentos o en viviendas precarias, sin acceso a agua corriente o productos básicos de higiene como el jabón. No hace falta decir que, en medio de la vergonzosa "guerra" por los equipos médicos que libran las grandes potencias, el pobre Yemen no tiene ninguna posibilidad de convertirse en un destino prioritario para estos productos esenciales. Todas estas condiciones hacen de Yemen un "caldo de cultivo" para la propagación asesina del Covid-19.
El cruce de Yemen, la ruta migratoria más peligrosa del mundo
En 2019, 11.500 personas al mes, en promedio, han abordado embarcaciones desde el Cuerno de África rumbo a Yemen, convirtiendo a esa ruta migratoria marítima en la más activa de todo el mundo, según informa la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). De acuerdo con datos recopilados por la Matriz de Seguimiento de Desplazamiento (DTM) de esa organización, más de 138.000 personas cruzaron el Golfo de Adén hacia Yemen el año pasado.
El viaje es cruel, muchos migrantes fallecen en el camino. Según informa France 24, “En el mar, los contrabandistas retienen agua y comida y arrojan a los pasajeros que no cooperan por la borda. En Yemen, los migrantes están a merced de los traficantes que los torturan y abusan sexualmente, exigiendo enormes sumas de dinero de sus familias empobrecidas para comprar su libertad”.
Las encuestas de las Naciones Unidas muestran que la mayoría de los migrantes no saben sobre los combates en Yemen antes de llegar, pero los ataques aéreos cruzados y de la coalición los encuentran de todos modos. En los cruces fronterizos, los guardias sauditas les disparan y los matan, ensuciando lo que los migrantes llaman "valles de matanza" con cuerpos, dicen los migrantes y los funcionarios humanitarios. Los que sobreviven a menudo son detenidos por las autoridades sauditas y deportados.
Casi el 90% de los que llegaron a Yemen en 2019 intentaron continuar hacia el Reino de Arabia Saudita. Migran en busca de trabajo, como trabajadores domésticos, pastores de animales o trabajadores en los países ricos del golfo cuyas economías dependen de los migrantes. Con frecuencia proceden de las regiones rurales de Oromia, Amhara y Tigray, en el noroeste de Etiopía, país de donde procede cerca del 92% de los migrantes.
“Si bien las tragedias a lo largo del Mediterráneo son bien informadas, nuestro personal da testimonio día a día de los abusos sufridos por los jóvenes del Cuerno de África por parte de tratantes y traficantes que se aprovechan de sus esperanzas de tener una mejor vida”, sostuvo Mohammed Abdiker, Director Regional de la OIM para el Este y el Cuerno de África.
Pero no son los tratantes y traficantes los que más sacan provecho de la necesidad de los migrantes africanos. Según informa el mismo organismo, en 2019 el Reino de Arabia Saudita y el Gobierno de Etiopía acordaron “un sistema de reclutamiento de trabajadores domésticos, seguido por un primer pedido de que 100.000 trabajadores etíopes viajaran al Reino de Arabia Saudita”. Una ominosa situación de explotación de mano de obra barata apoyada en la insostenible situación de los trabajadores pauperizados de Etiopía.
Esta dramática situación en Yemen no cae del cielo. Es el resultado de la guerra civil, pero también de años de dominación imperialista en la región. El Covid-19 llama a la puerta y amenaza con matar a miles de personas.
La lucha de los trabajadores en países imperialistas como Francia por una reconversión de la producción para luchar contra la pandemia también sería la mejor manera de ayudar a las personas más vulnerables frente a Covid- 19.
De hecho, si los trabajadores en los países imperialistas logran imponer la producción en masa bajo el control obrero, de máscaras, respiradores, camas, alcohol en gel, etc. Esta producción también podría destinarse a los países más pobres como Yemen, que están en mayor riesgo.
La pandemia requiere una respuesta integral y los capitalistas están demostrando que no pueden hacerlo, prefieren condenar a miles y miles de personas expuestas al virus.