La pandemia afecta en primer lugar a los sectores más marginados y empobrecidos de la sociedad, en el caso de los estudiantes se refleja claramente. Por un lado, millones de estudiantes (y de profesores) de todos los niveles educativos, tienen fuertes impedimentos para poder mantener sus estudios en línea.
Esto da como resultado un salto en la elitización de la educación, solo aquellos con computadoras adecuadas, acceso a internet y un espacio propicio para conectarse pueden mantener los ritmos que les imponen los modelos educativos a distancia, millones reprobarán el actual ciclo escolar. A esto se suma el hecho de que, debido a la crisis, muchos jóvenes han tenido que buscar trabajar para llevar ingresos a sus casas dejando de lado sus estudios.
Sin embargo, más grave aún es el hecho de que la deserción educativa, de por si elevada dadas las condiciones de pobreza y precariedad en la que viven millones, en esta ocasión producto de los efectos económicos y sociales derivados de la pandemia, va a experimentar un aumento exponencial, solamente estudiantes que no continuarán sus estudios, se estiman en más de 800 mil.
Esto, según la propia SEP, representa casi el 40 % del total de los estudiantes que deberían transitar de un nivel a otro. Una cifra sin precedente que da cuenta del enorme impacto que está teniendo la crisis devenida con el Covid-19.
En un país con enormes desigualdades, la imposibilidad de cientos de miles de estudiantes de continuar sus estudios, significará mayor precariedad para ellos y sus familias. Una muestra más de como este sistema no tiene nada que ofrecer a la juventud más que trabajos precarios, violencia y miseria, una muestra más de la necesidad de construir otra sociedad donde la educación, la cultura y el trabajo digno estén garantizados para todos y todas. |