El documental narra la historia de Larry Nassar, médico de la Federación de Gimnasia de Estados Unidos, que los 29 años que formó parte del equipo nacional, abusó sexualmente de 250 gimnastas, incluidas las campeonas olímpicas, Simone Biles, McKayla Maroney y Aly Raisman.
Maggie Nicols es la portavoz en la narración de éste suceso, sin embargo, el documental recupera testimonios de varias gimnastas, como la gimnasta olímpica Rachel Denhollander quien también expresa cómo Nassar abusaba de ella, disfrazando su proceder con motivo de tratamiento médico.
“Estxs jóvenes atletas son abusados y maltratados durante años, por lo que incluso cuando son mayores de edad, la línea entre el entrenamiento y el abuso infantil se vuelve borrosa. Luego, cuando ocurre y hay un claro abuso sexual ya no crees en tu propia opinión sobre las cosas.”
Dice Jennifer Sey, Escritora y ex gimnasta.
El terreno deportivo hoy, representa el núcleo de muchos debates, pues a pesar de ser una actividad social de muy amplia cobertura en todo el mundo, la cantidad de intereses que juegan en este tablero son demasiados. Por lo que muchas de las acciones que lo interpelan son sumamente cuestionables.
El deporte, terreno de disputa política y económica
A la par el documental deja entrever la correlación de fuerzas existente entre los intereses económicos, y sobre todo políticos que acompañan el mundo deportivo a escala mundial, y que en un país como Estados Unidos significa millones para patrocinadores e inversionistas.
Su mayor expresión son los Juegos Olímpicos, suceso que cada cuatro años acontece en alguna metrópoli del mundo. Su carácter masivo genera el medio óptimo para la venta de productos, promoción de eventos y sobre todo la propagación de discursos ideológicos.
Así como desviar la atención sobre algunos asuntos del orden social en determinado contexto, como sucede en épocas de mundial de fútbol donde las noticias nacionales pasan a segundo plano.
Históricamente el deporte competitivo es objeto de manifestación política aunque no se posicione como tal. Un ejemplo es Nadia Comaneci, la gimnasta olímpica rumana que no sólo logró el oro olímpico más de una vez, sino que con eso su país de origen, Rumania, consiguió derrotar a Estados Unidos, afirmando que puede que no tuvieran mejor avance tecnológico pero sí un lugar superior en el podio.
Esto provocó que el régimen de Nicolás Ceaucescu la protegiera y dotara de todo tipo de beneficios. Aunque más adelante por divergencias e inconformidades políticas abandonaría Rumania generando nuevamente la aparición de esta nación en los medios.
Uno como espectador, aficionado e incluso deportista pocas veces se cuestiona cómo es que el avasallante mundo mercantil y los intereses de quienes están al mando, tanto en el ámbito político como en el deportivo, pueden jugar en contra de aquellos jóvenxs y no tan jóvenxs ilusionados por el sueño olímpico.
El medio más usado es el ídolo deportivo, quien es el principal motor de esta superestructura.
En palabras del sociólogo Jean-Marie Brohm, en su libro Sociología política del deporte de 1976: “el campeón, de ahora en adelante atleta de estado, no es más que el portavoz del gran capital en el mercado deportivo, el agente propagandístico de la burguesía” pues los deportistas de alto rendimiento son reconocidos como símbolo de éxito, una imagen que “cualquiera puede lograr” gracias a una alta inversión de disciplina, esfuerzo y sacrificio.
Al mismo tiempo que gracias a la aceptación social e influencia que tienen, se vuelven una vía óptima para la promoción de productos y la difusión de ideas. Es por esto que aquellos campeones una vez alcanzado el estrellato se ven más envueltos en campañas publicitarias que en su carrera deportiva.
El deporte termina siendo una práctica que se caracteriza por contar con un entrenamiento sistemático, orientado hacia el alto rendimiento deportivo, con fines competitivos, en respuesta a intencionalidades particulares. No es casual que las principales potencias económicas, ocupen los primeros lugares en el plano deportivo internacional, siendo los mismos que le destinan gran parte de sus recursos, lo cual le brinda ventaja respecto a los otros países.
La violencia en el deporte o el deporte como propagador de violencia
El documental recupera la trayectoria de la dupla de entrenadores de gimnasia artística femenil más renombrados en todo el mundo, junto con su esposa, Béla y Martha Károlyi; pareja que revolucionó el mundo de la gimnasia.
En su momento también serían acusados de sobrepasar la línea entre entrenamiento de alto rendimiento y maltrato infantil.
Aunque a pesar de ser denunciados, estas prácticas pertenecían a tratos normalizados y por ende totalmente permitidos pues eran parte del sistema ideado por los Károlyi para llevar a Rumania al oro olímpico y posteriormente a Estados Unidos.
Tras su huída del régimen de Nicolás Ceaucescu en Rumania y su llegada a los Estados Unidos, crearon el Rancho Károlyi, en Texas.
Campamento pensado para la preparación de las gimnastas de élite, que integraba el modelo creado por ellos en los 60´s junto con la tradición norteamericana.
Donde las prácticas de violencia tanto física como psicológica eran el pan de cada día, elevadas a nivel superior, pues era el sitio donde Nassar cometía sus actos de violencia sexual que a pesar de ser sabido eran encubiertos por los mismos Károlyi.
Al mismo tiempo que devela cómo es que las denuncias son archivadas y silenciadas por la Federación de Gimnasia, y por ende aquellos quienes cometen estos actos son protegidos, manteniendo sus puestos y quedando impunes, pues no era posible que la "imponente imagen de la cultura norteamericana" se manchara con acusaciones de este tipo, así como la importante pérdida económica que esto implicaría.
Hoy día se abre un intenso debate en cuanto a las cargas de ejercicio que mantienen los atletas de alto rendimiento, pues muchas veces los métodos empleados incluyen violencia psicológica y física. Siempre con la excusa de ser mejor.
En diversas ocasiones estas prácticas de altas cargas de trabajo son defendidas por los mismos deportistas, en otras repudiadas.
El equipo de gimnasia en Estados Unidos no es el único
Hoy día muchos países se encuentran en ascenso respecto al reconocimiento deportivo, por lo que las inversiones en material, eventos, espacios para entrenar y demás es cada vez mayor. Siempre y cuando representen una inversión para el mercado.
Empero, el que no sean la selección nacional de gimnasia de Estados Unidos, no quiere decir que las prácticas de violencia, abuso y corrupción no existan. Un claro ejemplo son las acusaciones que las gimnastas mexicanas Ana Lago, medallista panamericana, Marisela Cantú, seleccionada olímpica de Beijing 2008 y por lo menos una decena más, emitieron en contra del ex entrenador de la selección mexicana de gimnasia, Antonio Barraza por violencia psicológica.
Otro es el caso de la clavadista Azul Almazán, quien, a sus 19 años, como reveló al noticiero de Carmen Aristegui, su entrenador Francisco Rueda se le insinuó sexualmente con motivo de "incrementar su comunicación" en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000.
Imperdible para todo amante del deporte
El documental es bastante completo, pues no sólo muestra la violencia sexual que sufren lxs deportistas, sino que con los testimonios transmite parte de los residuos tanto psicológicos como físicos que aquellas gimnastas cargan aún hoy a años de retiradas. Como los problemas alimenticios o las lesiones que nunca terminan de sanar.
Todo en respuesta a una ideología de campeonato, donde el estatus de ganador se pone por encima de la salud de aquellxs quienes representan a tal o cual país en eventos como los Juegos Olímpicos. En el que el equipo nacional de Estados Unidos ha venido haciéndolo a la perfección, pero, ¿a qué costo?
Esto nos abre el espectro sobre un tema incómodo, pero a todas voces conocido dentro del deporte profesional. A pesar de que hoy Larry Nassar se encuentra cumpliendo una sentencia con más de 100 años de prisión por múltiples crímenes vinculados con el abuso y violencia sexual, pornografía infantil entre otros y sabemos que sus acciones son abominables, deja claro que él solo no es el problema, sino toda esta telaraña de relaciones que permite que se perpetúe la violencia y por ende la impunidad.
El caso, con Maggie Nicols a la cabeza, aunque alejada de la realidad que viven millones de mujeres, entre entrenamientos, viajes y medallas, es síntoma de un nuevo momento en la lucha de las mujeres que permite alzar la voz sobre prácticas durante décadas normalizadas.
Con las reservas que merece Atleta A por el patriotismo yanqui que se expresa -común en aspectos deportivos-, es un documental obligado para todo amante del deporte. |