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La Izquierda Diario
15 de marzo de 2025 Twitter Faceboock

Crisis Sanitaria
Hay que crear comités de defensa de la sanidad pública en todos los hospitales
Juan Carlos Arias | @as_juancarlos

Gran parte de los trabajadores sanitarios y no sanitarios están en pie de guerra y levantando conflictos por la defensa de la sanidad pública, universal y de calidad, así como para terminar con los recortes, la precariedad laboral en el sector y mejorar las condiciones de trabajo de todos los colectivos. Sin embargo, se están produciendo los conflictos por separado y sin la unidad ni la coordinación necesarias. Por ello, es vital crear comités de defensa de la sanidad pública en cada hospital que aglutine las luchas y los conflictos de los y las trabajadoras de la sanidad, contando con la participación y el apoyo directo de los usuarios y usuarias.

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Este lunes en la Puerta del Sol, frente a la sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid, se manifestaron varios cientos trabajadores y trabajadoras de la sanidad de la Comunidad de Madrid de todos los sectores agrupados en “Sanitarios Necesarios”. Protestaban contra la indigna y lamentable gestión sanitaria del Gobierno del PP de Madrid ante la pandemia del Covid-19 y pedían incluso la dimisión de la señora Ayuso.

Lo hicieron tras llevar prácticamente un mes de concentraciones a las puertas de los hospitales y los centros de salud donde han manifestado su rechazo a todo lo sucedido. A través de actos de carácter abierto los y las trabajadoras del sector sanitario se han dirigido al conjunto de la ciudadanía y también se ha podido expresar libremente la opinión de los usuarios y vecinos, incluyendo el relato de algunos de las y los enfermos que han contado sus experiencias vividas contra el Covid-19, en condiciones muchas veces lamentables e inadmisibles.

Se han relatado situaciones dantescas, en las que las y los enfermos han tenido que estar durmiendo en urgencias tirados en el suelo durante días, sin ninguna intimidad y cubiertos apenas con lo que tenían a mano, pasando incluso frío. Con un solo baño, siempre sucio, para decenas de personas enfermas, casi sin fuerzas para moverse, y teniendo que compartirlo hombres y mujeres. Y sin poder pasar a ser hospitalizados en planta durante muchos días en esas condiciones, dado el colapso sanitario sufrido en la Comunidad de Madrid, el mayor epicentro en el Estado español de la pandemia de Covid-19. Indudablemente todo esto acompañado del dolor y el padecimiento de unos y otros, sin los mínimos medios sanitarios humanos y materiales en la mayoría de los casos, sobre todo durante los días más agudos de la crisis.

Por su parte, los y las sanitarias y no sanitarias han estado denunciando que tuvieron que hacer frente a esas avalanchas de enfermos que llegaban en oleadas y que multiplicaron por mucho las capacidades de atención de los hospitales, hasta llevarlos al colapso, sin las suficientes camas de hospital, UCI, respiradores, y, por supuesto e ignominiosamente, sin el material de protección adecuado para los propios profesionales, sin los EPI necesarios y de la calidad mínima exigible.

Todo lo que desencadenó que un elevado número del personal de los hospitales fuera contagiado, algunos de los cuales han fallecido. Y todo ello negado cínicamente una y otra vez por parte del Gobierno de la Comunidad de Madrid del PP de Ayuso, incluido el abandono criminal por esta causa de las y los ancianos en las residencias que ni se trasladaron a los hospitales ni se medicalizaron las residencias.

Durante todo este proceso el personal sanitario y no sanitario fue aplaudido desde los balcones por su entrega profesional y humana hasta límites que los ha llevado a la extenuación y, sin embargo, siguieron y siguen sufriendo despidos o no renovaciones de contrato, precariedad laboral, falta de recursos y recortes, horarios de trabajo inhumanos y privatización de servicios y recursos de la sanidad pública, entre otras lindezas.

Porque la sanidad en la Comunidad de Madrid sigue infradotada de personal y recursos asistenciales

Pese a que la pandemia no ha sido superada y el virus del Covid-19 continúa entre nosotros -de hecho, la Comunidad de Madrid contabiliza 1.000 nuevos casos diagnosticados durante los últimos 14 días-, no se han realizado todavía los contratos suficientes de refuerzo para atender esta situación. Teniendo en cuenta, además, toda la acumulación de los casos pendientes durante todo este tiempo en que el Covid-19 ha concentrado casi todos los esfuerzos sanitarios en exclusiva. Son otras patologías, muchas de ellas también urgentes, que también hay que atender, sobre todo por el posible agravamiento por el paso del tiempo sin haber sido tratadas.

Por otra parte, los pocos profesionales sanitarios de refuerzo que siguen contratados, ya que a muchos se les fue despidiendo o no renovando como denunciaron en la prensa, siguen siendo insuficientes y su situación es claramente precaria.

Las promesas del Gobierno de la Comunidad de Madrid acerca de los miles de contratos, sobre la mejora de su situación contractual, y los aplausos de los políticos del establishment, los homenajes, e incluso los premios -recordemos el miserable premio Princesa de Asturias- no han sido sino la respuesta hipócrita y cínica a una situación que para ser revertida, la defensa real de una sanidad pública, universal y de calidad, va a requerir la lucha firme y decidida en la calle del conjunto de los trabajadores y trabajadoras en alianza organizada con el conjunto de las clases populares usuarias de la sanidad pública madrileña.

Porque la pandemia, más allá de su carácter explosivo, lo que ha revelado son las carencias del sistema sanitario por años de recortes, privatizaciones, externalizaciones y precariedad absoluta entre el personal de los hospitales y de la atención primaria en el conjunto del Estado español. Evidentemente de una forma muy acusada en la Comunidad de Madrid y llevado a cabo por los diferentes gobiernos del PP desde Esperanza Aguirre para acá, pero resultado de una politica global aplicada tanto por el PSOE como por el PP en las ultimas tres décadas.

En Madrid, los datos de la Consejería de Sanidad, relativos al pasado 5 de junio, develan que durante la crisis se tuvieron que realizar 10.167 contratos de refuerzo, todos ellos temporales, con la promesa de su mantenimiento hasta el 31 de diciembre. Es decir, con fecha de terminación muy anterior a la finalización de la crisis del Covid-19, ya que esta solo puede concluir certeramente con la existencia de una vacuna eficaz y contrastada o con algún medicamento que impidiera el desarrollo de la enfermedad. Algo que es obvio que se prolongará más allá de diciembre de este año.

Pero es qué según los propios datos de la Consejería de Sanidad, de los más de 10.000 contratos, 9.934 de ellos, se irán suspendiendo según vayan terminando para quedar pendientes de ser “asignados según los planes funcionales de los centros”. O lo que es lo mismo, estarían en “stand by”, para que los diferentes centros sanitarios les vayan llamando según concluyan sus contratos. Todo ello, cuando ahora hay que redoblar esfuerzos con el personal de atención primaria y rastreadores para evitar el desarrollo y la implosión de los rebrotes. Teniendo en cuenta, las vacaciones, el agotamiento y las posibles bajas dadas las situaciones de estrés vividas entre el personal de los hospitales y centros de atención primaria.

Por ello, más bien al contrario, se tendría que haber aumentado el personal y no disminuido. No en balde, uno de los criterios del Gobierno PSOE-UP para avanzar en las fases de la desescalada, antes de alcanzar el final del Estado de alarma y la “Nueva Normalidad”, era disponer de personal sanitario suficiente en hospitales, atención primaria, camas UCI, camas hospitalarias e, incluso rastreadores. Preceptos que en los hechos no se cumplen en ningún sitio, especialmente en Madrid.

En atención primaria, del que existe un déficit de personal previo por los recortes cifrado en 600 sanitarios, un sector esencial para detectar y aislar rápidamente los casos de contagio por Covid-19, a 29 de junio y según datos de la propia Consejería de Sanidad, solo hay 737 nuevas incorporaciones de las 836 prometidas. Y así con el resto, rastreadores de Salud Pública, de los que no se dan datos de las nuevas incorporaciones que resultan vitales, habiendo prometido 400 y teniendo actualmente únicamente 144 contratos.

Todo ello en un contexto de conjunto para todo el Estado español de recortes en sanidad, tanto de los Gobiernos del PP como del PSOE, sobre todo a partir de la crisis de 2008. Los últimos datos publicados por el Sistema de Información Sanitaria del Ministerio de Sanidad de 2018, señalan que en el Estado español se gastaron 74.150 millones de euros, un 6,4% del PIB y a razón de 1.594 euros por habitante/año. Mientras que Alemania alcanza el 9,5% del PIB con 3.763 euros por habitante, más del doble. Francia un 9,4% y 3.238 euros por habitante, o Reino Unido con 7,6% y 2.686 euros por habitante. Hay 14 países de la UE por encima de lo que se destina en el Estado español a la sanidad pública.

Comités de defensa de la sanidad pública en cada hospital para unificar las luchas

Ahora mismo hay varios conflictos abiertos por diferentes colectivos sanitarios y no sanitarios de los hospitales y los centros de salud en general, pero todos ellos sin la coordinación ni la unificación de las luchas, necesaria para dar una respuesta contundente que permita la defensa a ultranza de la sanidad pública y de calidad, y la defensa de los derechos laborales de los y las trabajadores con éxito. Esto es responsabilidad directa de las burocracias sindicales de CCOO y UGT que desvían y fragmentan las luchas, pero también del sindicalismo alternativo que ha sido incapaz de unificar y potenciar las luchas que actualmente están desplegadas dentro del sector sanitario.

Está el conflicto de las limpiadoras del Hospital Gregorio Marañón que vienen manifestándose y han realizado paros parciales y alguno total en su lucha por mantener la totalidad del servicio de limpieza dentro de la sanidad pública. Se trata del único servicio de limpieza íntegro de un hospital que continúa dentro de la sanidad pública. Las trabajadoras de la limpieza de este hospital están indignadas por el trato recibido, después de poner su salud y su cuerpo en lucha contra la pandemia, realizando sus trabajos esenciales dentro del hospital con toda profesionalidad y abnegación, y se encuentran ahora con la amenaza de la precarización, los despidos y el empeoramiento en sus condiciones laborales que toda privatización lleva de facto. Todo para asegurar grandes negocios a las grandes empresas de servicios que dominan el sector, como la de Florentino Pérez y otros capitalistas de ese fuste, a costa de nuestra salud y de las trabajadoras.

Por otra parte, también está el conflicto en ciernes de los residentes, MIR, que están amenazando con una huelga para el día 13 de julio para terminar con las penosas condiciones en las guardias de las urgencias, muchas veces sin la supervisión necesaria para realizar la actividad sanitaria con garantías, con horarios muy prolongados superando lo permitido por la legislación, con urgencias desbordadas y absoluta precariedad.

Y por último la lucha de los que se agrupan bajo el paraguas de “Sanitarios Necesarios” que vienen realizando concentraciones en los hospitales y centros de atención primaria y el lunes en la Puerta del Sol en su reivindicación por la sanidad pública y de calidad y contra la precarización laboral y por las mejoras en las condiciones salariales y laborales.

El pasado sábado 20 de junio, miles de personas se movilizaron en las principales ciudades de todo el Estado contra la privatización de los servicios sanitarios y en defensa de la sanidad pública respondiendo a la convocatoria de la Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad (CAS), entre otras organizaciones. En Madrid, esta manifestación fue la más importante de todo el Estado. Sin embargo, con esta acción no basta.

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La atomización de las luchas demuestras que hay que lograr la coordinación y la unificación de todas las luchas de la sanidad, y para ello es vital crear comités de defensa de la sanidad pública en cada hospital. Contando con la participación activa directa y organizada, no solo de los y las trabajadoras sanitarias, sino también de las y los usuarios de cada distrito sanitario y que formarían la base de estos comités de defensa de la sanidad pública que deberían tener un funcionamiento absolutamente democrático.

Estos comités de defensa de la sanidad pública de cada hospital deberían integrarse a través una red de representantes delegados de cada uno de ellos, para formar un órgano unificado de los comités que permitiera hacer un seguimiento de los ataques a la sanidad y plantear una reacción conjunta de defensa ante esos ataques. Además de plantear en ofensiva medidas para fortalecer e impulsar la sanidad pública y para elaborar un libro blanco de la situación actual de la sanidad y plantear estrategias y un programa de emergencia para la defensa a ultranza de la sanidad pública.

Levantar estos comités es esencial para conseguir el mantenimiento y fortalecimiento de la sanidad pública que está directamente amenazada como se puede ver con la privatización del servicio de limpieza del Gregorio Marañón.

 
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