La mayoría de los inmigrantes que llegan a San Pablo son albergados en la parroquia Nuestra Señora de la Paz, en Glicério (centro), lugar de referencia para la recepción de los inmigrantes haitianos en la ciudad. El lugar no posee la infraestructura necesaria para recibir tal contingente. La Casa del Migrante, como se hizo conocido el lugar, tiene capacidad para recibir como máximo a 110 personas. Sin embargo, el domingo 17 de mayo la población más que se duplicó, de 60 a 140 personas, y el gobierno del estado de Acre envió 968 inmigrantes sin previo aviso a la intendencia de San Pablo.
Las condiciones del lugar que sirve como refugio son insostenibles, contando solo con 6 baños y todos sin duchas disponibles. A causa de la negligencia de los gobiernos la mayoría de los haitianos llega a San Pablo sin empleo y sin lugar para vivir. La opción que les resta es la búsqueda de la parroquia, transformada en un albergue.
Luego de realizar diversos reclamos el intendente del estado de San Pablo, Fernando Haddad, y el gobierno federal por medio del Ministerio de Justicia, cerraron un acuerdo con el gobernador de Acre - Tião Viana (PT) -, para que los inmigrantes haitianos fuesen distribuidos en otros estados del país. Según el gobernador de Acre, los haitianos no quieren permanecer en ese estado, mientras que el intendente Haddad responsabiliza al gobierno federal y al de Acre por la falta de planificación. Por su parte, el gobierno de Dilma otorga el "visto humanitario" a los nuevos inmigrantes pero no garantiza las condiciones básicas y elementales para su alojamiento y residencia.
Según la información brindada por el diario SPTV, desde hace tres años, cerca del 61% de los haitianos que llegaba al país lograba conseguir un empleo. Ahora ese porcentaje no supera el 5%. Las condiciones de la población haitiana que llega a Brasil empeoran diariamente.
Son tropas brasileras las que garantizan la dominación imperialista en Hatií
Al contrario del discurso de la ONU y de los países imperialistas de que el pueblo haitiano sería incapaz gobernarse por sus propios medios, para justificar la permanencia de las tropas brasileras en Haití, sabemos que el pueblo haitiano tiene una profunda historia de lucha. Fueron los primeros en terminar con la esclavitud en América Latina, hace más de 200 años. Por medio de una gran revuelta negra, implementaron condiciones de trabajo que a otros países le llevaron años conquistar.
La política del gobierno del PT es enmascarar la realidad de los inmigrantes que llegan a Brasil, huyendo de las pésimas condiciones a las que están sometidos en su país. Al mismo tiempo se mantiene la ocupación sobre el territorio haitiano, con participación de las tropas brasileras, las mismas sobre la que pesan varias acusaciones de violaciones y asedio a las mujeres haitianas.
La permanencia de las tropas brasileras en Haití, que actúan como una fuerza reaccionaria para mantener los intereses de la dominación imperialista, es una actitud de servilismo. El gobierno de Dilma y el PT demuestran con esta política el papel que cumplen al servicio de los intereses del imperialismo y de los grandes monopolios de la burguesía.
La lucha por el retiro de las tropas brasileras de Haití es una tarea que debe ser tomada por la clase trabajadora y la juventud, como símbolo del internacionalismo de nuestra clase, pero también porque las tropas brasileras en Haití son parte de la estructura represiva que mata, en las favelas y la periferia, a negros, pobres y trabajadores. |