Con el objetivo de reordenar filas en la coalición de gobierno y defender contra viento y marea los intereses de las AFP, Piñera anunció ayer martes la implementación de nuevos “beneficios económicos” que van dirigidos a la “clase media”, siendo la medida más llamativa un bono único de $500.000 para todos quienes ganaban entre 500.000 y 1.500.000 y que fueron despedidos, suspendidos o vieron reducidos sus ingresos en al menos un 30% a raíz de la pandemia.
Sin embargo, esta nueva medida alcanza a un sector muy reducido de la población: según datos de la Fundación Sol, apenas 15,3% de la población tiene un salario superior a $850.000 y el 50% gana menos de $380.000. Es decir, son miles los trabajadores que no se vieron beneficiados por el IFE (ingreso familiar de emergencia) y que tampoco accederán a este nuevo bono.
Es ese escenario el que explica la masiva y contundente respuesta de miles de personas en todo el país, quienes salieron a hacer sonar sus cacerolas y manifestarse en contra de un gobierno que no entrega soluciones de fondo, y basa sus medidas en bonos, cajas de comida y más endeudamiento. Tal realidad comienza a tornarse intolerable para amplias capas de la población, quienes hoy ven pauperizadas sus condiciones de vida y tienen las expectativas puestas en un eventual retiro de una parte de sus pensiones para sobrevivir, pero ¿es comernos nuestros ahorros la única salida a esta crisis?
El retiro del 10% de los fondos de pensiones es una medida que puede significar un aporte importante para las familias trabajadoras, sin embargo, por el nivel de la crisis económica que se desarrolla en el país, con anuncios de desempleo por sobre el 20%, no resolverá el problema de fondo, considerando ademas las bajas cifras de los fondos de pensiones, donde el 70% de los cotizantes tiene ahorrado menos de $10.000.000 y 3 millones de personas tienen menos de $1.000.000.
A esos datos hace caso omiso el discurso oportunista de la ex Concertación, quienes hoy celebran con algarabía el retiro del 10%, pero durante años mantuvieron, perfeccionaron e incluso participaron directamente de este suculento negocio creado en dictadura, que solo durante 2019 generó 649 millones de dólares en ganancias y que hoy tiene a miles de jubilados con pensiones de hambre. Es por eso que esta crisis no podemos resolverla confiando en esos sectores, como nos llama a confiar el Frente Amplio y el Partido Comunista.
Si algo ha dejado en claro la discusión de esta ley, es que las respuestas favorables al pueblo trabajador no se podrán obtener mediante el lobby parlamentario y los acuerdos con la ex Concertación, por el contrario, serán consecuencia de una férrea lucha en las calles, con paralización y huelga.
La movilización en las calles y la paralización de todos los servicios no esenciales es la única vía para resolver esta crisis con medidas que apunten a resolver el problema de fondo. Ningún bono o crédito puede satisfacer a una clase media que se arruina y a una clase baja que hoy es aun mas pobre.
Esta crisis podemos resolverla los trabajadores, ejemplos de organización como el Comité de Salud y Seguridad del Hospital Barros Luco en Santiago o el Comité de Emergencia y Resguardo en Antofagasta, que organizan a cientos de trabajadores, además de ollas comunes, organizaciones barriales, organizaciones de mujeres y estudiantiles, son el germen inicial de autoorganización que, de masificarse, pueden convertirse una herramienta con el poder para enfrentar los intereses de este gobierno y los empresarios, y luchar consecuentemente por la nacionalización del sistema de pensiones, para que sea totalmente público, de ahorro colectivo y solidario. |
