El 15 de julio de 2003, en Barcelona en el Estado español se apagó la luz para Roberto Bolaño Ávalos. Víctima de falla hepática producto de las condiciones precarias de vida, tuvo un giro en los últimos años de su existir en la cual ganó fama mundial y una cantidad nada despreciable de dinero por sus obras, en las que destacan “Los detectives salvajes” y “2666”.
Como muchos jóvenes de la década de 1970, Bolaño fue un soñador, un salvaje que desafío al orden existente y asumió el reto de vivir una vida desmesurada e incluso trágica. La juventud post 68 soñaba de manera diurna, no consideraba que la utopía estaba lejos, por el contrario, buscaba y trataba de llevarla a cabo. Un primer paso fue cuestionar los símbolos y la autoridad del viejo mundo. La mejor manera de lograr esto era irrumpir, no de manera metafórica, sino real, en ciertos espacios de poder.
Bajo esta premisa, los Infrarrealistas se constituyeron como un grupo que contravenía el status quo del espacio de poder de la literatura mexicana, o al menos, ellos creían que lo hacían. Pero esta “creencia” tomó en este grupo de jóvenes un auténtico halo de convicción, de convencimiento tan profundo que estaban dispuestos a dar la vida por ello. Esta situación en el contexto de los 70’s no era tan extraordinaria; era un sentimiento de época, que expresaba la visión de una juventud militante y revolucionaria.
Este grupo estuvo conformado entre otros por Roberto Bolaño, Mario Santiago Papasquiaro, José Vicente Anaya, Pita Ochoa, Rubén Medina, Ramón Méndez Estrada, Cuauhtémoc Méndez Estrada, José Rosas Ribeyro, Darío Galicia, etc. Todas y todos lectores voraces, intelectuales no el sentido de una persona de letras enclaustrados en sí mismos, sino auténticamente seres creadores; producto de vivir vidas rebeldes, lo que los llevó a tener experiencias, a generar conocimiento. Cuando lo combinaron con su técnica literaria, arrojaron prosas y versos profundos que buscaba nuevos horizontes.
La búsqueda perpetua
Uno de los conceptos centrales de los Infras, y por lo tanto en la obra de Roberto Bolaño, es la noción “búsqueda perpetua”. Es posible leerlo en sus cuentos, novelas y poesía. Se puede percibir un permanente movimiento, un incesante no estar ahí para estar en otro lugar. Es una lucha constante contra un medio que oprime y asfixia; pero esta insubordinación es más intuitiva que planeada, por lo que el movimiento tendía a ser desordenado y llevaba, muy comúnmente, a otro espacio o medio que también oprimía, por lo que la búsqueda por una liberación plena proseguía. Pero al mismo tiempo, nuestro detective no sabía muy bien cuál era el estado de plena realización intelectual y física.
“Roberto Bolaño es en muchos aspectos, la imagen de una generación intelectual y un universo quebrado.”
Por lo general, los personajes de Bolaño tienen que ver con la literatura, pueden ser escritores malos o buenos, pero construyen su andar en función de lo que escriben o dejan escribir, de buscarse por medio de otros y por medio de la literatura.
Basta leer Los detectives Salvajes o 2666, dos de sus libros icónicos para notar esta tendencia, que a veces podía terminar en el suicidio social del personaje. Era el todo por el todo.
En la mayoría de sus relatos cortos, siempre se presentan preguntas que nunca tienen respuestas. Conocemos a protagonistas que están “buscando algo”. En ciertas ocasiones tienen muy claro lo que quieren, pero en otras, solamente saben que deben buscar algo, sin saber qué es exactamente.
La necesidad de encontrar ese algo los impulsa, los motiva a seguir. Varios lectores de Bolaño han señalado que el escritor no hacía más que novelar su propia vida, con rasgos de ficción, pero al final era un cronista de sí mismo. Por ende, tenemos a un hombre que buscó algo y que, quizá nunca encontró.
La melancolía por luchar
El mundo que rodeaba a Bolaño y a su generación sufrió un shock, un trauma epistemológico por la caída del muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética. Así como la mayoría de la izquierda, muchos intelectuales se sintieron derrotados, huérfanos. Sumado a lo anterior, la posición política de nuestro detective, si bien, era honesta, también era poco clara.
El final fue la derrota, y Bolaño es representación de esto. En muchos de sus cuentos, se percibe la melancolía por luchar, pero aceptando de manera implícita la imposibilidad de conseguir el fin. Por su puesto, con una técnica para escribir tan refinada, no puede más que atrapar al lector, llevándolo a cierta sensación de frustración.
Bolaño: Vender al estilo del Boom latinoamericano
Por último, no quisiéramos cerrar sin mencionar el fenómeno literario que significó Roberto Bolaño. Más allá de la genialidad del autor, tuvo gran impulso de marketing al estilo del Boom latinoamericano, promovido con gran energía desde las grandes editoriales y el stablishment cultural para vender millones de libros.
Esta aseveración sobre Bolaño se corrobora en una entrevista que concedió para un programa de televisión en donde afirmó “Si yo me ganará la quiniela de mil millones se acabó la literatura y me dedicaría a leer…lo que pasa es que la literatura vende, vende al escritor" .
En principio nos encontramos ante un acto de sobrevivencia, una manera en que Bolaño superó sus difíciles condiciones de vida. Por otro, aunque se mostrará humilde e ironizará sobre su persona y obra, recibió con agrado la fama y el reconocimiento como un gran escritor.
Para los lectores es una maravilla y al mismo tiempo, muestra que en el capitalismo todo se puede convertir en mercancía. En conclusión, nos podemos preguntar lo siguiente ¿anula la importancia de su obra? De ninguna manera, por el contrario, permitió su amplia difusión y un nuevo impulso a las letras en idioma castellano. Sin embargo, también nos debe dejar una visión crítica de la función social de la literatura y las figuras de los escritores, en este caso, de Roberto Bolaño. |