“(...)Me hice tuitera porque vi en las revoluciones en los países de Medio Oriente, Túnez, Egipto, Siria, etcétera cómo los tuiteros lograron hacer un cambio muy importante (...)” |
Y sobre Twitter, ¿qué nos podés decir? ¿Cuándo te hiciste tuitera?
Mira, me hice tuitera porque vi en las revoluciones en los países de Medio Oriente, Túnez, Egipto, Siria, etcétera cómo los tuiteros lograron hacer un cambio muy importante –aunque [luego] no llevó a nada, porque que a la mera hora acabó siendo todo más perjudicial–. Me pareció muy importante que el tuit fuera un medio para cambiar las cosas políticamente. Entonces, debe ser un modo de ver el mundo que me interesa frecuentar.
Empecé a escribir tuits, ¡y me fascina escribir tuits! Todos los días. Si no escribo en Twitter siento que no desayuné. (Risas.) Cuando viajo es más difícil porque tengo demasiadas actividades y a veces paso días sin escribir, pero cuando estoy en México trato de escribir todos los días. A veces no tengo nada que decir y digo puras tonterías. Y algunas de las cosas que escribí en Yo también me acuerdo tienen que ver con el tuit, y también con una reflexión sobre el tuiteo, y sobre el rol de los medios de comunicación. Había muchísimos tuits, había cosas que me gustaban cuando las escribía y entonces las iba salvando, y muchas de ellas aparecieron en las primeras versiones de Yo también me acuerdo. Hay muchos tuits, como dijimos al principio, como el de la plusvalía, que ya no cabían en el libro. Como muchos de ellos no funcionaban, los fui eliminando. Sin embargo hay muchos que sí quedaron, y también hay toda una reflexión sobre cómo escribir en Twitter, qué significa. Es parecido a la constricción de la anáfora. Es decir: el tuit tiene 140 caracteres, tienes que restringirte a eso, y te exige una concentración mental para que lo que digas tenga algún sentido en 140 caracteres o en menos.
Hay que sintetizar el contenido.
Sí. Por eso me pareció interesante también como ejercicio literario. |