Fundir activos y convertirlos en pérdida, forzando un resultado negativo fue una decisión del Directorio de Latam, para reestructurar sus operaciones. La empresa que no está en crisis, sigue repartiendo dividendos, mientras en el país peligran 3000 puestos laborales, que se suman a los miles de despidos en sus filiales.
La situación de las compañías aéreas, como uno de los sectores más afectados por la pandemia, se enmarca en un contexto global de crisis de la economía y desplomes. Sin embargo, estas compañías han recibido subsidios millonarios por parte de los gobiernos -y en algunos casos intervenciones- para contener los despidos del sector.
Es innegable que existe un retroceso de los vuelos comerciales, pero en muchas oportunidades las empresas tienen espalda más que suficiente para sortear periodos con retrocesos o pérdidas. ¿Es éste el caso de Latam ?
Contrariamente al nivel de despidos y rebajas salariales que el grupo Latam ya viene descargando sobre sus trabajadores -miles en todas sus filiales- si repasamos los estados financieros correspondientes al primer trimestre del año 2020 que la compañía publicó, vemos que esto no es así. En el primer trimestre del año Latam incluso repartió US$57 millones de dividendos entre sus accionistas.
A continuación analizamos cómo llega el grupo Latam al proceso de reestructuración conocido como Chapter 11 en la jurisdicción norteamericana de quiebras. Examinemos primero los resultados económicos obtenidos por la compañía y sus principales causas:
En cuanto a su desempeño económico, notamos que los ingresos, por US$2.352 millones, tuvieron una disminución muy pequeña en comparación con el mismo período del año anterior (1). Si consideramos que las medidas de confinamiento y cierre de fronteras para combatir la pandemia del covid-19 comenzó a afectar los vuelos internacionales en este período, sobre todo en el mes de marzo, los ingresos no se vieron fuertemente afectados.
El nivel de actividad y el margen operativo que muestra la empresa en la planilla de “Datos Operacionales Consolidados” no anuncian una situación crítica ni por asomo. Hay una caída, pero esta es leve, alrededor del 6 %, ligado al retroceso de las ventas.
Sin embargo, en una enigmática partida denominada “Otros ingresos/costos”, se observa una descomunal pérdida de US$1.896 millones (2) que impacta directamente en un resultado de US$2.120 millones de pérdidas (3).
"La pérdida neta en el primer trimestre alcanzó US$2.120,2 millones principalmente explicado por el deteriorode la plusvalía explicado anteriormente", afirma la empresa.
Esto llama poderosamente la atención. Si los ingresos, nivel de actividad y los márgenes se mantuvieron estables, ¿cómo se llega a semejante pérdida?.
Movimientos contables dudosos a la vista de todos
La propia compañía declara: “El resultado neto alcanzó una pérdida de US$2.120,2 millones, principalmente explicado por un deterioro a la plusvalía por US$1,729 millones producto de la crisis por coronavirus.”
¿Qué es el deterioro de la plusvalía ? El deterioro de la plusvalía -motivo de las pérdidas señalado por la empresa- suena a un tecnicismo algo abstracto. Esto es producto de un lenguaje financiero que busca dejar afuera de la comprensión a la mayor cantidad de público posible. Y de eso se trata, cuanto menos sepan y menos se entienda, mejor, en este caso para los planes de reestructuración con ajuste del grupo Latam.
La plusvalía en este caso no se refiere a lo primero que se nos podría venir a la mente si lo asociamos con la definición marxista: trabajo no pago realizado por el obrero y apropiado por el capitalista. Para los criterios contables, la plusvalía es un activo que se reconoce en una fusión de empresas, como el valor intangible de la marca de la empresa que se está comprando. En Argentina se lo llama “mayor valor”, y representa el valor de una marca comprada en una fusión.
En este caso, cuando Lan (Chile) compró a Tam (Brasil) para formar Latam en 2006, le pagó a los entonces dueños de Tam, no por su valor en libros, sino que pagó un “mayor valor”.
Podemos imaginar que si una corporación quiere comprar a Apple, Coca-cola o Google no alcanzaría con pagar el precio de todas sus acciones (su valor en libros), tiene que ofrecer “algo más” para que sus dueños estén dispuestos a entregarle su empresa. Ese incentivo o “algo más” es la plusvalía o mayor valor, y se lo considera un valor futuro, un rédito futuro que se espera de la compañía. Queda claro que el resultado negativo que se observa en los estados financieros se debe a que decidieron convertir en pérdida todo el valor de la marca Latam.
El salto a cero de la “plusvalía”
Esta operación contable, tiene grandes consecuencias en la estabilidad patrimonial de la empresa, como podemos ver a continuación:
Al convertir US$2.229 millones de “plusvalía” en 0 dólares abruptamente (1), los activos de la compañía se desploman fuertemente a niveles peligrosamente cercanos al total de las deudas (2). Es decir, que los activos apenas pueden cubrir las deudas de la empresa.
Este movimiento contable aplicado por la compañía, también produjo una descapitalización feroz de Latam, que pasó de un patrimonio de US$3.129 millones a sólo US$81 millones (3). De esta manera, la lectura que se desprende de los estados financieros es que la empresa se quedó prácticamente sin capital de respaldo.
Así se llega a una situación muy crítica, cuando las deudas alcanzan el valor de los activos, es como si la empresa estuviese en manos de los acreedores, y los accionistas no fueran dueños de nada. Entonces: ¿por qué Latam decidió convertir a cero la plusvalía y descapitalizarse? ¿qué hay detrás de esta maniobra contable?
Foto: Matías Baglietto
Un fraude “avalado” como requisito para la reestructuración
Tal como repasamos, la pérdida que pone a la aerolínea en “manos de los acreedores” no ocurrió por casualidad. En algún momento entre enero y marzo, los directivos de la compañía decidieron - en base a motivos que aún no se conocen en detalle - fundir activos corporativos y convertirlos en pérdida.
Si bien en una explicación preliminar lo aducen a la crisis del coronavirus, es un tanto prematuro y abrupto adelantarse a la posible pérdida de valor y por ello descapitalizar una empresa tan grande, la mayor de América Latina. No suena muy creíble.
La decisión de “fundir una empresa” de la noche a la mañana, se encuentra contemplado en el margen de acción que tienen los ejecutivos de la corporación, será un hecho detallado en la memoria y balance 2020. El grupo Latam es auditado por Price Waterhouse & co (PwC), uno de los estudios de auditoría más importantes del mundo, conocidos como “big four”,que avalará con su firma y “prestigio” esta gran estafa que ha causado miles de despidos.
Una conclusión necesaria luego de repasar la situación financiera y económica del Grupo Latam, es que por decisión gerencial hundió los activos para acceder al proceso reorganización operativa a través del Chapter 11 de EE.UU. La reestructuración implica lisa y llanamente avanzar hacia un modelo que abarate los costos con miles de despidos para reducir la plantilla de empleados de sus filiales, rebajas salariales y atacando las condiciones laborales. Mayor precarización y flexibilización laboral para garantizar las ganancias de sus accionistas.
Sólo con los dividendos repartidos este año se podrian pagar 9.500 sueldos de u$s 1.000 por 6 meses.
La exigencia de apertura de los libros contables de todas las empresas, sigue siendo elemental para clase obrera, como medida de defensa del fraude patronal. Las multinacionales como Latam presentan sus balances, pero confeccionados por un ejército de profesionales pagos que arman estrategias comerciales y contables, como la descrita en esta nota. También les pagan a prestigiosos estudios para que “auditen” avalando sus estados financieros. Es preciso terminar con el secreto comercial y que todas las empresas rindan cuentas, no ante sus accionistas sino ante sus trabajadores, que son quienes con su trabajo ponen en marcha a las empresas.
Esto es un primer paso, Latam inició una ola de despidos, porque no quieren ganar menos. Se trata de una multinacional que se desenvuelven en una rama estratégica, en general actúan favorecidas con excepciones impositivas y leyes que las benefician. En pandemia cuentan con grandes recates del Estado. En Argentina 3000 familias podrían perder sus ingresos en plena pandemia. Es un problema de interés público, se trata de enfrentar los despidos y resguardar los puestos laborales.