La madrugada del 6 de febrero de 2014, cerca de 200 inmigrantes se disponían a cruzar la frontera entre Marruecos y España saltando la valla de Ceuta en la Playa del Tarajal. Un grupo trató de pasar la frontera a nado, bordeando un espigón que separa ambos territorios. Pero varios agentes de la Guardia Civil les disparon pelotas de goma y gases lacrimógenos cuando aún estaban en el agua, lo que terminó provocando la muerte de 15 hombres, según las cifras oficiales. Además, otros 23 fueron expulsados mediante lo que se conoce como “devoluciones en caliente”.
Durante más de seis años, distintas ONG, asociaciones de inmigrantes y otros colectivos han venido reclamando para esclarecer lo ocurrido. Pero a pesar de que 16 Guardia Civiles fueron imputados por homicidio imprudente y citados a declarar en octubre de 2015, se terminó archivando la causa con el argumento de que no había pruebas suficientes.
Muchas organizaciones apelaron esa decisión, exigiendo la reapertura de la investigación, pero finalmente, la causa ha sido desestimada sosteniendo que “no hay prueba indiciaria que contradiga la afirmación de que la actuación policial se ajustó́ a los principios básicos exigibles para estas intervenciones”, según informa el diario El Confidencial. Otro hito en la impunidad de las fuerzas represivas, que legitima su accionar racista en las fronteras.
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