Las becas del Conicet son el principal medio en la Argentina para realizar un doctorado.
Hay un gran cuello de botella entre quienes se postulan a beca y quienes la obtienen, donde se ponen en juego el promedio de la carrera, el plan de estudio doctoral o posdoctoral y otros atributos científicos.
Luego de toda esa evaluación (que involucra tres instancias examinadoras con comisiones conformadas por pares científicos), quienes obtuvieron la beca, reciben un estipendio y una cobertura médica por parte de Conicet durante 5 años (en caso de becas doctorales) o 2 años (para posdoctorales).
Sin embargo, este organismo no reconoce derechos laborales plenos a estos trabajadores y trabajadoras que están desarrollando su doctorado, pero que además realizan muchas tareas que cualquier científico de planta lleva a cabo en su rutina de trabajo. Incluso, becarios y becarias, son la principal fuerza de trabajo en la ciencia, sin la cual el sistema no podría funcionar.
Por ello, distintos movimientos y agrupaciones exigen que se reconozca a los becarios y a las becarias como trabajadores y trabajadoras pero la patronal sigue manteniéndose firme en su postura de precarización laboral.
El estallido de la pandemia mundial del COVID-19 puso de manifiesto la necesidad de un sistema científico que pueda abordar esta problemática. Y así fue que se creó la Unidad Coronavirus COVID-19, perteneciente al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCyT), con el principal objetivo de enfocar los desarrollos tecnológicos, recursos humanos, infraestructura y equipamientos al servicio de la Presidencia de la Nación y de las autoridades del Ministerio de Salud de la Nación.
En poco tiempo, y con la fuerza de trabajo de decenas de becarios y becarias, se desarrollaron distintos test para evaluar la respuesta inmunológica y diagnosticar la infección.
Hoy en día, miles de becarios y becarias se encuentran en sus casas con sus experimentos o campañas interrumpidas desde hace más de 4 meses, lo que puede conllevar a la pérdida completa de años de ensayo. Frente a esto, Conicet respondió prorrogando por un año la finalización de las becas para la cohorte que comenzó en 2016.
Asimismo, desde el directorio de Conicet no confirmaron qué sucederá con el resto de las cohortes, afirmando que se evaluará año a año. Sin embrago, quienes tienen una beca posdoctoral y no entraron a planta permanente de Conicet, o quienes decidieron no seguir en la academia luego de su doctorado, se quedarán sin ingresos a partir del 1 de Agosto de este año.
Esta situación es usual en Conicet. Año tras año quedan fuera del sistema científico cientos de científicos formados, a los cuales se les exigió dedicatoria exclusiva, ocho horas de trabajo diarias y no se les pagó aportes previsionales. Pero este año goza de mayor crueldad. A estas personas que hubieran quedado fuera del sistema, en un principio, se les otorgó una prórroga de cuatro meses, pero luego el directorio de Conicet decidió no extender esas becas, dejando sin ingresos a personal calificado en temas sumamente específicos y en medio de una pandemia, transformando en utopía el hallazgo de un nuevo trabajo en una economía en retroceso. La justificación: no hay presupuesto aunque si lo hay para pagar una deuda ilegítima
La Asamblea Nacional de Becaries realizó una campaña con el hashtag #NoALosDespidosEnCyT mediante un festival virtual el pasado 24 de julio y una movilización al MINCyT con paro el 27 de Julio.
Pero los despidos y el ajuste no son un hecho nuevo en el Conicet, ya que en 2016 la institución dejó sin empleo a varios investigadores por la gran reducción del número de ingresos. En aquel año hubo un gran reclamo generalizado con importantes logros. Pero esa fuerza declinó producto de la pasivización que insuflaron las agrupaciones ahora oficialistas a los reclamos históricos, al declarar al igual que la patronal que “no son despidos” (lo que recuerda a Barañao , ex ministro y secretario de Ciencia y Técnica cuando hacía referencia que no eran despedidos, eran becarios).
Pese a esto, y en el marco de un gobierno que se autoproclama como un “gobierno de científicos”, estas agrupaciones quieren naturalizar que los becarios y las becarias deban resignarse a finalizar las investigaciones según fecha de caducidad de los contratos, manteniendo la precariedad de sus trabajos.
De público conocimiento es que la pandemia es una catástrofe que disminuyó cuantiosamente las posibilidades de inserción laboral, sin embargo, estás mismas agrupaciones, indican que la salida de científicos fuera del sistema “fue así siempre”, frase curiosa para una agrupación que dice dar “las discusiones en los espacios institucionales”.
Ahora bien, el hecho concreto detrás de todo esto es que más de 1500 científicos y científicas que estuvieron en relación de exclusividad hasta luego de iniciada la cuarentena se quedan sin ingresos y sin la posibilidad de acceder a un trabajo en el medio de una economía frenada.
Esto se replica para las becas pertenecientes a las universidades, aunque la constante puja y reclamos por parte de las agrupaciones no oficialistas rindieron frutos, ya que a los becarios y las becarias doctorales de la UNLP se les ha otorgado una prórroga paliativa hasta octubre. En una economía en retroceso donde día a día cierran empresas, se pierden empleos y el estado no responde a ello, discutir sobre si son despidos o no lo son es callar y ceder, siéndole funcional a un estado que sigue ajustando a los trabajadores y trabajadoras. |