Ayer se conmemoró el Día contra la Trata de Personas y hubo varias declaraciones, materiales que circularon en las redes y números que pusieron contundencia a esta situación en el marco de la pandemia. Enmarquemos algunas cosas.
El 30 de julio de 2013, la Asamblea General de la ONU, organismo imperialista si lo hay, declaró esta fecha como Día mundial contra la trata y puso el acento en la definición: el comercio de personas con fines de explotación sexual o laboral, en campos o talleres, en la servidumbre, en el trabajo forzoso, en los matrimonios forzados, en la criminalidad forzada, en el tráfico de órganos.
En realidad, la trata de personas ya ocupaba, como ahora, uno de los principales puestos entre los negocios ilegales más rentables del mundo, junto con el narcotráfico y la venta ilegal de armas. Y además ya implicaba también un concepto más amplio: todo un proceso que implica el ofrecimiento, la captación, el traslado, la recepción y la acogida de personas con fines de explotación, ya sea dentro del territorio nacional o hacia otros países.
El tema no es nuevo, por supuesto, pero en las últimas décadas la trata de personas, el comercio de las personas como si fueran cosas, mercancías, creció de una manera exponencial, que no tiene precedentes.
Según el último Informe Global sobre Trata de Personas de la ONU (realizado en 2018 y publicado en enero de 2019), sobre un total de 24.000 casos documentados en 142 países, la explotación sexual es el delito más común dentro de la “trata de personas” y representa el 59%, después del trabajo forzado (que representa el 34% de los casos). Según este informe, más del 70% de las víctimas son mujeres (el 49% son adultas y el 23% son niñas). Y obviamente, estas cifras se limitan a las víctimas detectadas.
La pandemia no frena la trata de personas, en ningún lugar del mundo
Según un informe que presentó ayer jueves 30 el secretario general de la ONU, António Guterres, la pandemia agudizó las desigualdades a nivel mundial y eso ya está exponiendo a millones de personas a “un mayor riesgo de ser objeto de trata”.
En Europa, un alerta particular que señala la ONU recae sobre las personas inmigrantes y refugiadas, y un informe complementario al presentado ayer, de mayo de este año, afirma que "continúa el contrabando de migrantes a lo largo de las rutas del Mediterráneo occidental y central.
De acuerdo al texto, "los migrantes y refugiados de África subsahariana, África septentrional, Oriente Medio y Asia se encuentran ante múltiples peligros, como la necesidad de huir de los conflictos y la pobreza, las agitadas aguas del mar abierto, las reducidas operaciones marítimas de búsqueda y rescate, y el riesgo de transmisión de COVID-19 durante el camino en ausencia de condiciones básicas de salud e higiene". El cierre de fronteras terrestres, marítimas y aéreas, agrega, "puede provocar un aumento del contrabando de migrantes"" y refugiados.
María Grazia Giammarinaro, la relatora especial sobre el Tráfico de Personas de la ONU, agrega que "la pérdida de empleos, el aumento de la pobreza, el cierre de escuelas y el incremento de las interacciones a través de internet aumentan la situación de forma alarmante". Además, según Giammarinaro, "muchos trabajadores considerados esenciales se están viendo obligados a trabajar bajo una gran presión" y "los niños atrapados en situaciones de emergencia se enfrentan a las peores formas de trabajo infantil". E insisto, lo está diciendo la ONU.
La situación en Argentina
En Argentina también hubo conferencias virtuales y Zaida Gatti, la coordinadora del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las víctimas de Trata (Ministerio de Justicia y Derechos Humanos), dijo que desde el inicio del Aislamiento social, preventivo y obligatorio a esta parte, se rescataron en Argentina más de 200 víctimas y que desde la sanción de la ley de Trata en 2008 se rescataron unas 15 mil personas de la explotación sexual y laboral.
Solamente en 2019 se hicieron 1.740 llamados a la Línea 145 de asistencia y denuncias por trata de personas. De ese total, alrededor del 48% fue por motivos de explotación sexual. Y, lógicamente, estamos hablando de quienes pudieron llamar.
Como mínimo, 32 mil millones de dólares al año
Según los últimos datos de la ONU, hay más de 2,5 millones de personas víctimas de la trata en todo el mundo. Y por cada víctima identificada, se estima que hay unas 20 sin identificar. En Europa, sin embargo, se estima que la cifra casi que se duplicó en los últimos años, por lo que se estima que esta cifra es mucho mayor. Lo señala, entre otros, el Grupo de Expertos sobre la Lucha contra la Trata de Seres Humanos (GRETA), del Consejo de Europa, que presentó sus datos a comienzos de abril de 2020.
A nivel global, se estima que este “negocio”, que tiene fundamentalmente rostro de mujer, genera más de 32 mil millones de dólares al año, reduciendo a su mínima expresión a la prostitución individual y voluntaria.
Por esa “simple” razón, gran parte de las actividades relacionadas con la llamada “industria del sexo” –desde la pornografía hasta el turismo sexual- se alimentan del secuestro masivo de niñas y mujeres para la esclavitud sexual.
Para la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, "es probable" que la recesión económica a nivel mundial "traiga consigo un fuerte aumento de las tasas de desempleo e incremente la trata transfronteriza de personas procedentes de países que experimentan caídas duraderas en el ámbito laboral, una tendencia que ya se observó durante la crisis financiera global entre los años 2007 y 2010".
Los dichos y los hechos
Hasta acá los datos. Pero reconocer que se trata de una "grave vulneración de los derechos humanos", que afecta principalmente "a mujeres y personas LGBTI+", no es suficiente.
Es imposible que este perverso negocio funcione, en Argentina y en el mundo, la complicidad y la participación activa de diversos actores que construyen la impunidad sobre la que se asienta este delito: desde proxenetas, intermediarios y tratantes hasta diversos agentes de las fuerzas de seguridad: desde la policía que regentea, vigila y/o encubre el negocio hasta la Gendarmería y otras fuerzas que hacen la vista gorda en las fronteras; los empresarios, intendentes, gobernadores y otros funcionarios políticos; la justicia y otras instituciones del Estado. Una verdadera “red”, un circuito material y económicamente organizado.
Las familias y amistades de las víctimas, así como las maestras, han sido los verdaderos motores de la búsqueda y, en ocasiones, han logrado que las víctimas "aparezcan", que sean liberadas, convocando a la amplia movilización y llamando a los sindicatos y organizaciones estudiantiles para que estén a la cabeza.
Un planteo central
De ahí mismo surge un planteo central: para avanzar realmente en la investigación de cada caso, y sobre todo, para terminar realmente con este negocio mafioso, hay que desmantelar las redes de trata de personas; conformar organismos de investigación independientes, en manos de las víctimas, sus familiares y organizaciones de mujeres, sociales y de derechos humanos que actúen con total independencia de las instituciones del Estado, los partidos y funcionarios que lo gestionan para esclarecer cada hecho.
Al mismo tiempo, exigir la atención integral de las mujeres en situación de prostitución y de todas las personas en situación de trata, que además de asistencia jurídica, médica, psicológica y social, incluya un salario de emergencia de 30 mil pesos, el acceso gratuito a la salud, la vivienda, la educación, el trabajo y el alimento. |